Refugios antiaéreos de València: algas y arena para amortiguar impactos y código cromático

Refugios antiaéreos en València con características arquitectónicas únicas, sistemas de protección innovadores y una recuperación histórica que destaca su importancia durante la Guerra Civil española

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Mónica Collado

València, 29 sep (EFE).- Algas y arena en celdas dentro del hormigón en la parte superior para amortiguar los impactos, dos entradas/salidas y códigos de colores para saber qué hacer en cada zona son algunas de las características de los refugios antiaéreos de la Guerra Civil que se conservan y promocionan en València.

Como capital de la República, València fue objetivo de múltiples bombardeos aéreos de la Guerra Civil y los refugios proliferaron por la ciudad, donde se calcula que pudo haber 342 aunque el Ayuntamiento solo tiene catalogado un centenar para su protección, porque del resto "se tiene alguna referencia en documentación pero no se ha constatado que se construyeran".

Así lo ha contado a EFE Pepa Pascual, jefa de la Sección de Arqueología del Ayuntamiento de València y directora del proyecto de restauración de  algunos de los refugios de la ciudad, como el ubicado en el patio de la propia casa consistorial, rehabilitado en 2016 e inaugurado coincidiendo con el 80 aniversario de València como capital de la República.

El Ayuntamiento ha aprobado una modificación puntual del catálogo estructural de Bienes y Espacios para incluir 54 refugios más, fuera del centro histórico, que no estaban protegidos por el Plan Especial de Ciutat Vella.

Se ha catalogado, así, "aquellos de los que tenemos referencias claras de que puedan existir o tenemos documentación de ello. En este momento hay catalogados 90 en total, alguno de los cuales ya estaban protegidos en el PEP de Ciutat Vella", aclara Pascual.

Detalla que de entre los refugios que más información tienen son los públicos, porque se conserva documentación en el archivo municipal, y explica que también los hay gubernamentales, escolares -como el del patio del Ayuntamiento-, en fábricas y privados -en casas particulares o en edificios-.

"Tenemos unos 90 con protección pero van apareciendo más y todos tienen una protección genérica como edificios relacionados con la Guerra Civil, pero al catalogarlos haces una ficha de cada uno" de forma que si se quiere actuar sobre ellos, se dice "qué intervenciones se pueden hacer y cuáles no" para unificarlas.

El refugio municipal del Ayuntamiento es del tipo escolar porque allí se ubicaba un grupo escolar y según explica Pascual, este tipo de refugios "eran muy habituales en los colegios porque querían que para los niños siguiera la vida habitual, pero a la vez que tuvieran fácil estar protegidos si había un bombardeo".

Los refugios son generalmente subterráneos y los de tipo escolar "normalmente están construidos mediante bóvedas, con varias naves en función del espacio disponible" pero también hay refugios "con cubierta plana sostenida por gruesos pilares, con techado inclinado para distribuir mejor los efectos del impacto de las bombas".

"Lo que tienen todos son dos entradas de acceso y salida para asegurar que en caso de que una quedara colapsada por algún impacto, la gente pudiera entrar y salir por la otra", resalta la arqueóloga.

Igualmente, destaca que sobre la parte subterránea "se colocaba una potente capa de hormigón armado que tiene unas celdas interiores que se rellenaban con algas o arena, que servían para amortiguar el impacto de las bombas en caso de que cayeran directamente".

Explica que algunas de las entradas a los refugios estaban pintadas de rojo "como un código de colores, para que los que entraban supieran que era un lugar en el que continuaba el peligro y debían abandonarlo rápidamente", y que por dentro, han descubierto que predominaba "el azulete".

Con un aforo de entre 6 y 8 personas en los refugios privados y hasta 1.000 en algunos de los otros tipos, los refugios de València estaban preparados para que la población pudiera permanecer dentro durante horas con electricidad y sistema de renovación del aire, y tenían que ser construidos por un arquitecto reconocido y aprobados por el ayuntamiento.

Identificados con un rótulo que indicaba lo que eran, algunos de los cuales aún se conservan, los refugios también tenían carteles en el interior donde se podía leer "no fumar" y "no escupir", como se puede comprobar en la exposición ubicada a la entrada al refugio antiaéreo en el Ayuntamiento, que se puede visitar por libre o con guía de forma gratuita.

Tras la Guerra Civil y hasta los años 50, los refugios fueron usados como almacenes, viviendas para personas que lo habían perdido todo en la guerra, parroquias o incluso casales falleros.

A partir de esa década, "en la mayoría se destruye la parte aérea y solo se conserva lo que queda en el subterráneo", concluye la experta. EFE

(foto)

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