Juan José Lahuerta
Getafe (Madrid), 28 sep (EFE).- En el punto de mira esta semana por sus declaraciones incendiarias contra los árbitros, Christantus Uche silenció todo el ruido que rodeó a su figura con un partidazo frente al Alavés, el enésimo desde que firmó este verano por el Getafe para erigirse como una de las grandes sorpresas de LaLiga.
El centrocampista nigeriano es un tren de mercancías imparable. Robusto, con una fortaleza física asombrosa y con una calidad innegable, desquició por completo al Alavés, derrotado 2-0 en el Coliseum por culpa de los aciertos a balón parado de Mauro Arambarri y de Luis Milla y, sobre todo, por la insistencia de uno de los chollos del campeonato.
El Getafe consiguió los servicios de Uche a mitad de la temporada pasada por 500.000 euros. Con discreción y con buen tino, la entidad presidida por Ángel Torres echó sus redes sobre el Ceuta, un equipo de la Primera RFEF para conseguir a un todoterreno por el que seguramente pelearán en un futuro muchos clubes de niveles superiores a los del club azulón.
Su despliegue ante el Alavés fue descomunal. El Getafe ya no puede esconder a una joya que ya dejó muestras de su talento en las anteriores siete jornadas. El Getafe, en plena crisis de resultados y con una plantilla corta, tenía un brote verde en la figura del nigeriano que ha explotado definitivamente este fin de semana.
El equipo de Luis García Plaza sufrió a un jugador que acaparó todo el terreno de juego. Entró por todas partes: por el centro, por la derecha y por la izquierda. Nadie fue capaz de frenarle, fue el utbolista que más faltas recibió y culminó un encuentro en el que rozó la perfección.
Sólo le faltó marcar un gol. Pudo hacerlo, pero erró en un mano a mano ante Antonio Sivera, inmenso durante todo el partido y también ante el nigeriano, que con las ausencias de Borja Mayoral y Álvaro Rodríguez casi siempre ha jugado de delantero desde que comenzó el curso. No es su posición natural y por eso no solventó la ocasión más clara del Getafe en la primera parte.
Bordalás sabe que tiene entre manos a una piedra preciosa y ahora que Mayoral y Álvaro Rodríguez están listos para sumar más minutos, podrá poner a Uche en el mediocentro. En esa posición, aún puede dar más de sí para seguir aumentando su caché.
"La verdad es que ha estado muy bien igual, que todos sus compañeros. Ha hecho un desgaste increíble, muy solidario en todo momento. Uche tiene unas virtudes buenas, tiene capacidad de agarrarse al balón, le han hecho una cantidad bárbara de faltas. Se va adaptando, acaba de llegar al fútbol profesional hace nada y se tiene que adaptar a todo lo que le rodea ser profesional en el mundo del fútbol", dijo Bordalás en rueda de prensa.
Sus últimas palabras dejaron entrever un pequeño recado para el jugador nigeriano, que apenas tiene 21 años y que nunca, hasta esta campaña, había disputado minutos en la elite. Uche no sólo tiene que adaptarse al fútbol puro y duro, a todo lo que ocurre sobre el césped. También tiene que aprender a manejarse fuera de él.
Y es que, parte de las declaraciones que hizo antes de la pasada jornada en una entrevista concedida a 'ESPN África', no gustaron mucho al técnico azulón. En ellas, criticó abiertamente a los árbitros.
"En los primeros dos o tres partidos en la Liga, lo he visto con mis ojos. Los árbitros son muy malos. Me dan una patada y el árbitro sólo me dice que me levante. No, es falta, tienes que pitarla. Pero si dan una patada a otro jugador, el árbitro la pita. Y es muy doloroso y no puedes hacer nada, no tienes ningún poder, porque el árbitro tiene todo el poder para hacer cualquier cosa. No, tiene que pararlo. Yo me caeré, me darán patadas enfrente del árbitro y el árbitro no hará nada. No es bueno", afirmó Uche.
Sus palabras revolucionaron el campeonato. También, y ahí fue defendido por Bordalás, afirmó haber escuchado insultos racistas desde la grada, desde donde dijo que le llamaron "puto negro" en alguno de los primeros siete partidos que disputó en LaLiga.
Ahora, esas afirmaciones han quedado atrás y Uche siempre recordará el choque ante el Alavés, en el que se marcó un auténtico partidazo aplaudido por todo el planeta fútbol. Acarició la excelencia y, si no la consiguió, fue por culpa de Sivera, que le privó del premio del gol con el que se habría coronado en un día memorable. Sin duda, ha nacido una estrella. EFE