Madrid, 28 sep (EFE).- El ministro de Exteriores, José Manuel Albares, tiene mes y medio por delante para intentar reconducir la tensión que se ha generado en las relaciones con México, Venezuela y Argentina, y llegar a la Cumbre Iberoamericana de Ecuador, los próximos 14 y 15 de noviembre, con los ánimos encauzados.
Pese a estas tensiones, el ministro explicó el viernes al concluir la Semana de Alto Nivel de la ONU en Nueva York, que ha mantenido varias relaciones multilaterales y que han avanzado en la coordinación entre la UE y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), constatando de nuevo "que en Iberoamérica España juega un papel central".
De hecho aseguró que los cancilleres iberoamericanos le trasladaron su apoyo "unánime" para la designación de España como sede de la cumbre iberoamericana en 2026.
México ha sido el último capítulo de estos desencuentros con los tres países que son clave para España por los fuertes lazos económicos, culturales y políticos que tradicionalmente mantiene con la comunidad iberoamericana.
El veto del Gobierno mexicano a Felipe VI en la toma de posesión de la nueva presidenta del país, Claudia Sheinbaum, el 1 de octubre, ha tensado la cuerda en las relaciones diplomáticas, ya que se trata de un hecho sin precedentes en la relación que España mantiene con los países de América Latina, puesto que el jefe del Estado representa a España en las tomas de posesión de los mandatarios.
La respuesta del Ejecutivo a este desaire ha sido no participar en la ceremonia como protesta por un gesto que además ahonda en la crisis diplomática que en su día abrió el presidente mexicano saliente, Andrés Manuel López Obrador, en marzo de 2019, cuando pidió a Felipe VI que se disculpara por el pasado colonial de España.
Con México, España mantiene una relación económica de alto nivel al ser el primer destino de las exportaciones españolas en América Latina, según los últimos datos de 2021 que aporta el Ministerio de Exteriores, y el segundo inversor después de Estados Unidos. A su vez, el Estado mexicano es el sexto inversor en España.
La situación diplomática con Venezuela es más agria y los desencuentros desde que gobierna Nicolás Maduro han sido constantes, tanto con el anterior Gobierno del PP como con el de Pedro Sánchez, hasta llegar al momento de tensión actual por los resultados de las elecciones venezolanas del 28 de julio, que no reconoce ni el Gobierno ni la UE.
Este largo historial de desavenencias tiene un punto de partida con Hugo Chávez y el Gobierno de José María Aznar, que se hizo evidente cuando el líder venezolano llamó "fascista" al presidente español en la cumbre Iberoamericana de Santiago de Chile. El rey Juan Carlos reaccionó con aquella sonada frase que hizo correr ríos de tinta: "¿Por qué no te callas?".
Desde entonces, las diferencias han sido constantes, primero con Chávez y luego ya con Nicolás, por el cuestionamiento desde España de los resultados oficiales de las elecciones presidenciales a las que se ha presentado y el apoyo a los opositores.
Un respaldo que se evidenció claramente cuando Pedro Sánchez reconoció la victoria de Juan Guaidó en febrero de 2019 y que luego siguió la Unión Europea (se revocó en enero de 2021). También levantó ampollas el hecho de que el opositor Leopolodo López se refugiara en la residencia del embajador español durante más de un año hasta que vino a España el 25 de octubre de 2020.
La crisis con el régimen chavista, que condujo incluso a retirar a los embajadores, entró más tarde en un periodo de estancamiento hasta que volvió a inflamarse con las elecciones venezolanas del pasado 28 de julio.
De nuevo el Gobierno de Sánchez y la comunidad internacional dudaron de la limpieza del proceso electoral y se negaron a reconocer la victoria de Maduro.
El candidato opositor, Edmundo González, que se declaró ganador de los comicios, acabó refugiándose en la embajada española y posteriormente viajó a Madrid, el pasado 9 de septiembre, donde está a la espera de asilo político.
El Ejecutivo, al igual que la UE, ha pedido a Venezuela que publique las actas de las elecciones que, según el régimen, ganó Maduro. González cuenta con el reconocimiento del Congreso y del Senado (con el voto en contra del PSOE) como presidente legítimo.
La cronología del choque diplomático incluye la denuncia de coacción por parte de González Urrutia para abandonar Caracas y la detención de dos españoles en Venezuela tras la llegada del líder opositor a España, acusados de pertenecer al CNI y planear un atentado contra Maduro, algo que niega Exteriores, que ni tan siquiera conoce su paradero para poder prestarles asistencia.
Con Venezuela las relaciones comerciales son escasas, con unas exportaciones por importe de 146 millones de euros en 2023, frente a unas importaciones que ascendieron a 619 millones y que prácticamente se limitan al petróleo que importa Repsol, según el último informe sobre el país elaborado por ICEX España Exportación e Inversiones.
Finalmente, la situación con Argentina parece más calmada e, incluso, la canciller de ese país, Diana Mondino, aseguró hace unos días que pese a los ataques del presidente, Javier Milei, al Gobierno español, las relaciones bilaterales no sufren ninguna crisis ni se ven formalmente afectadas.
España retiró a su embajador en mayo pasado después de que Milei, en una visita a Madrid invitado por Vox insultara a Sánchez y llamara "corrupta" a su esposa, Begoña Gómez.
Las acusaciones de Milei venían precedidas de unas declaraciones del ministro de Transportes, Óscar Puente, quien sugirió que Milei tomaba "no sé qué sustancias".
Argentina es uno de los socios comerciales más importantes de España, es el segundo país inversor, por detrás de Estados Unidos y el noveno destino de las inversiones españolas, en función de las últimas cifras que proporciona Exteriores (2021), mientras que Argentina es el decimoquinto país inversor en nuestro territorio. EFE
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