Paquirri, una gran figura del toreo y personaje del papel cuché

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Álvaro Rodríguez del Moral

Sevilla, 25 sep (EFE).- La gran polvareda mediática que siempre ha rodeado la memoria del diestro Francisco Rivera ‘Paquirri’ en torno a su herencia, sus matrimonios y hasta las cuitas de sus herederos sube de volumen a punto de cumplirse cuatro décadas de su trágica muerte en Pozoblanco (Córdoba), corneado por el toro ‘Avispado’.

Pero más allá de todo eso, 'Paquirri' fue ante todo un gran torero además de uno de los personajes más conocidos de la España de los 70 y primeros 80 del pasado. Nacido en un ambiente humilde, escaló desde lo más bajo hasta alcanzar la primera fila de su profesión y codearse con los más grandes. El aura de 'Paquirri' trascendía del ámbito del mundillo taurino.

También era un famoso. Su primer matrimonio con Carmina Ordóñez, el divorcio posterior, sus cuitas sentimentales y, finalmente, la boda con Isabel Pantoja le habían convertido en un personaje popular y carne del papel cuché, aunque su popularidad estuvo apoyada en su primacía profesional y taurina.

Nació en 1948 en una casita, casi una choza, sin luz ni agua, en Zahara de los Atunes (Cádiz). Aún era muy pequeño cuando Antonio Rivera, su padre, accedió a la conserjería del matadero de Barbate, escenario de sus primeros escarceos taurinos emulando a su hermano José, 'Riverita', que también quería ser torero.

Toreó en público por primera vez con pantalones cortos y en una plaza improvisada por los colonos de la aldea tarifeña de Tahivilla. Pero el debut con el vestido de torear –prestado por Miguelín- no tardaría demasiado. Antonio Rivera montó una herrumbrosa portátil en Barbate para que 'Paquirri' oficializara su presentación el 16 de agosto de 1962 con 14 años cumplidos.

La alternativa se preparó para el 17 de julio de 1966 en Barcelona pero 'Paquirri' resultó cogido antes de que Antonio Bienvenida pudiera cederle los trastos. Finalmente pudo doctorarse en la misma plaza el 11 de agosto de manos de Paco Camino y en presencia de El Viti con un toro de Urquijo. Se había convertido en matador pero se encontró, de pronto, en medio de la impresionante baraja de estrellas de los años 60.

Había que plantar cara a los colosos, encontrar su propio camino. José Flores 'Camará', el mitificado apoderado de Manolete, supo moldear aquel diamante en bruto a pesar de las dudas: “Aprende a ser yunque para cuando seas martillo” fue la célebre frase que el legendario apoderado cordobés grabó en el subconsciente de su torero que la colocó, pintada en unos azulejos, en su finca Cantora.

Francisco Rivera ya navegaba con desenvoltura por las ferias en la bisagra de las décadas de los 60 y 70. Aún le quedaba dar el paso definitivo: pasar esa raya diferencial que lo igualara a los grandes maestros, lo que consiguió, definitivamente, en 1971. Comenzaba su propia era.

La década de los 70 marca la plenitud profesional de 'Paquirri', que aún tuvo que salvar algunos baches personales y profesionales. En 1978 resultó gravísimamente herido en Sevilla por un toro de Osborne durante el tercio de banderillas.

El 24 de mayo de 1979 llegaría en Madrid la consagración como gran maestro del toreo cuajando de cabo a rabo al célebre toro ‘Buenasuerte’, marcado con el hierro de Torrestrella, su ganadería predilecta.

Su última salida a hombros por la Puerta del Príncipe de la Maestranza de Sevilla fue el 28 de abril de 1981. Cortó tres orejas, arrasó con todos los premios... pero, dos días después y en esa misma feria, sufrió una brutal voltereta cuando recibía a portagayola a otro ejemplar de Torrestrella que iba a quebrar para siempre su regularidad. La guerra del toreo había acabado para él.

Dos años después, en la primavera de 1983, llegaba el matrimonio con Isabel Pantoja. El reloj ya estaba en marcha. La temporada de 1984 se había planteado como una recogida de los muchos frutos sembrados a lo largo de dos décadas de oficio. El torero ya barruntaba su retirada pero el destino estaba escrito en Pozoblanco. EFE

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