Madrid, 23 sep (EFE).- Alaa es una de las madres palestinas que fueron evacuadas hace dos meses desde Gaza para que su hija Sara, de cinco años y con una cardiopatía congénita, pudiera ser operada en España, aunque eso le haya costado dividir a su familia castigada por la guerra.
"Siento que estamos fuera de peligro", señala en una entrevista con la Agencia EFE esta madre de 33 años. Es un alivio relativo y empañado por todo lo demás: los bombardeos siguen en Gaza, donde una parte de su familia ha muerto y otra sobrevive con dificultad.
Es el caso de su marido, que vive solo en una tienda de campaña cerca de lo que, antes de las bombas, era su casa en Deir al Balah. Apenas recibe noticias de él por las dificultades que tiene para conectarse a internet o conseguir cobertura.
La palabra que usa para describir su estado es "deprimida": "hace unos días lloré mucho porque no podía aguantar más esta situación", explica mientras se seca las lágrimas con un pañuelo de papel.
Sara es una de las quince menores con problemas de salud graves que llegaron a España en julio acompañados de familiares después de ser evacuados desde Gaza.
La mayoría presentaban lesiones físicas derivadas de los bombardeos pero otros, como Sara, sufrían problemas como cardiopatías o enfermedades oncológicas que no podían ser tratados en Gaza.
Este era el caso de la pequeña Sara, que sufría una cardiopatía congénita y cuya situación, desde que se incrementaron los bombardeos en Gaza, había empeorado: "estuvo muy afectada, se empezó a notar que no podía hacer las cosas como antes", explica.
El edificio donde vivía fue bombardeado en un ataque en el que murieron sus cuñados y por el que tuvieron que rescatar a sus hijos entre los escombros.
Alaa tuvo que elegir: O seguir viviendo en ese infierno con sus hijos en constante peligro o intentar sacarlos de allí, aunque eso significase separar al matrimonio.
La pareja lo tuvo claro -"lo más importante para mí son mis hijos", asegura Alaa- pero eso no les eximió del dolor: "esta separación ha sido muy dura para mí", lamenta.
Alaa accedió a un programa fruto de la colaboración entre los Gobiernos de Palestina y Egipto, que permitiría a los menores abandonar Gaza acompañados de una sola persona, que debía ser una mujer, explica.
Recuerda cruzar la frontera hasta Egipto por el paso de Rafah en una ambulancia con otra madre y sus tres hijos (viajaban ocho en total en el vehículo): la imagen de una de las hijas de la otra mujer con la misma edad que Sara y herida en una pierna por los ataques se le ha quedado grabada.
Ya en Egipto, Alaa conoció el proyecto Cunina gracias a Palestine Children's Relief Fund e inscribió a su Sara, lo que las llevó a ellas dos y sus otros dos hijos hasta España en un avión medicalizado del Ejército, donde la pequeña fue atendida por personal sanitario junto al resto de familias, 43 personas en total según Accem.
En España, la operación de Sara fue un éxito. Alaa y sus tres hijos han recibido este acompañamiento y ahora viven en un apartamento en Pamplona (norte). Sobre el futuro, no se aventura a dibujarlo.
Laura López