'Los destellos', de Pilar Palomero: La vida, la muerte, el duelo, y las buenas personas

San Sebastián, 22 sep (EFE).- Pilar Palomero ha conmovido hoy al Festival de San Sebastián con 'Los destellos', película con la que compite por la Concha de Oro, y que es una historia íntima y pequeña donde se abordan la vida, la muerte y el duelo, y que se expande a un amor más allá de lo familiar para saltar al 'amor' con mayúsculas.

"Esta es una película sobre buenas personas", ha explicado con toda sencillez la cineasta aragonesa, que vuelve a sus orígenes, al pueblo de su infancia y sus abuelos, para "hacer suyo" este encargo, aún cuando su esencia es "muy fiel" al relato de la escritora vasca Eider Rodríguez ('Un corazón demasiado grande') en el que se basa.

"Quise llevarla a algo que fuera muy mío, tiene mucho de Eider pero la siento muy mía, nunca la consideré un encargo, sino que la vi como una puerta que se me abría", hasta el punto, ha explicado en una rueda de prensa, que la hizo ocurrir en Horta, el pueblo de su familia, al sur de Tarragona, de modo que pudo volver a escribir sobre lugares que conocía, "sitios a los que emocionalmente estoy vinculada".

Habla de personas que "han podido tener conflictos", pero a los que al final ha podido el amor -no el amor romántico, sino el amor como seres humanos-, precisa Palomero.

'Los destellos', tercera película de Palomero tras 'Las niñas' (2020) y 'La maternal' (2022), bucea en los sentimientos de Isabel (Patricia López Arnaiz) a la que su hija Madalen (la debutante Marina Guerola), le pide que cuide a su padre -su exmarido-, que empeora de su grave enfermedad.

Ella se resiste, hace más de diez años que no están juntos, y aparentemente hay algún rencor antiguo que le produce rechazo a cumplir la petición de la hija. Aún así, ella conserva las llaves de la casa donde su ex, Ramón (Antonio de la Torre) languidece en soledad.

Sin embargo, acude, le limpia la casa, le cocina, le acompaña, e incluso se arriesga a la incomprensión de su actual pareja (Julián López), que la intenta apoyar y comprender.

"Esta película habla sobre la vida: eso fue un mantra que nos hemos repetido desde el principio", aclara la cineasta, consciente de que la enfermedad, la muerte y el duelo se agarran a cada imagen.

La directora vuelve, no obstante, al universo de las relaciones madre-hija en una película llena de silencios que juega muchas veces con las incorporaciones reales de personas que hablan un idioma claro y sin dobleces, como el equipo de paliativos que les ayuda con el dolor de Ramón.

"Mi personaje es un espejo de donde yo creo que está realmente el foco de la película, que son Isabel y Madalen", ha explicado Antonio de la Torre, para quien esta película "habla de vivir y morir dignamente". Cita al doctor Pablo Iglesias, que en la película reclama el hecho de la muerte como el medio que dignifica la vida.

"Creo que más que nunca es necesaria una sanidad pública que dote de medios para los enfermos terminales, porque vivimos en una sociedad moderna y en uno de los países con mayor esperanza de vida del mundo y creo que es una obligación que la gente pueda morir dignamente", ha reclamado el actor malagueño, aún manteniendo la barba blanca y poblada de su personaje.

Padre e hija hablan del cortejo fúnebre, de cómo antes se participaba más de la ceremonia de la muerte, se ríen de 'la fecha de caducidad' y de lo importante que es "mirar de frente a la muerte para hacer la vida mas interesante".

Palomero opta por un larguísimo plano secuencia en el que la pareja disfruta de un día en la naturaleza, como a veces hacían antes, en su antigua vida en común, en el que apenas se hablan.

López Arnáiz ha explicado la peculiar forma de dirigir de Palomero, creando para los actores recuerdos de sus personajes que luego "salen" por los poros de su cuerpo en el rodaje.

Cuando se trabajan los vínculos de los personajes, explica la vitoriana, "ahí tienes hecho la mitad del trabajo".

La película llegará a las salas españolas el próximo 4 de octubre. EFE

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