María Alonso
Málaga, 21 sep (EFE).- Una iniciativa de la Universidad de Málaga ha llevado a estudiantes y ancianos a convertirse en inusuales compañeros de piso, ya que se ofrece a los jóvenes una habitación gratis a cambio de que hagan compañía a los mayores, los acompañen al médico, les compren medicamentos o hagan pequeñas reparaciones domésticas.
Carmen, una malagueña de 78 años, y Pamela, una ecuatoriana de 28 años que estudia un máster en la universidad, son ahora compañeras de piso. Desde el salón de una pequeña vivienda situada a las afueras de la capital malagueña, cuentan a EFE que juntas han creado un hogar.
"A mí, que soy extranjera, me hace sentir como en casa y acompañada, porque precisamente es alguien que me cuida y yo también la cuido a ella", comenta Pamela.
Según asegura Carmen, está "muy contenta" con su compañera. Detalla que, entre otras cosas, cocinan juntas, van a pasear, a hacer la compra o a la farmacia.
Los estudiantes pueden alojarse en una vivienda sin pagar nada y los mayores reciben de parte de la universidad una prestación económica mensual de 160 euros por los gastos de luz, agua y gas que genera el hecho de que otra persona viva en su domicilio, ha explicado a EFE el coordinador de este programa de alojamientos, Sergio Cañizares.
Además, para poder participar, tanto las personas mayores como los estudiantes tienen que cumplir una serie de requisitos.
Los jóvenes deben dormir en la vivienda al menos cinco noches a la semana, comprometerse a hacerles compañía, comprarles medicamentos y acompañarles al médico o a realizar trámites administrativos.
No obstante, los fines de semana y los períodos de vacaciones pueden ausentarse y, además, los jóvenes no realizan tareas asistenciales como colaborar en la higiene personal de los mayores.
Por su parte, los mayores deben residir en Málaga capital, no pueden padecer enfermedades infectocontagiosas ni presentar trastornos psíquicos. También deben disponer de una vivienda en buenas condiciones higiénico-sanitarias y con una habitación independiente para el estudiante.
Según cuenta Cañizares, los objetivos principales del programa son, por un lado, paliar los problemas de soledad de las personas mayores y, por otro, solucionar la falta de vivienda en los jóvenes.
Ha asegurado que, con los precios de los alquileres disparados, tienen una demanda altísima de estudiantes, muchos de ellos de otros países o de un máster, que no han encontrado vivienda o que están pagando "precios inabarcables que no pueden aguantar durante mucho tiempo".
A pesar de la disposición de los jóvenes, ha lamentado que no hay suficientes mayores dispuestos a compartir piso con ellos, por lo que están buscando "muchos más".
Aunque hace año llegaron a tener 48 personas conviviendo, durante la pandemia el número disminuyó considerablemente por el miedo a que los mayores se contagiaran. Ahora hay doce personas -seis parejas- viviendo juntas como parte de esta iniciativa, que Cañizares tilda de "éxito total".
Además, muchos de los familiares de los ancianos han transmitido que es para ellos "un descanso" que sus padres vivan acompañados, lo que supone "un desahogo emocional", según el coordinador.
La historia de Pamela y Carmen es el mejor ejemplo. Dos mujeres entre las que se ha producido una sinergia en la que Carmen aporta la sabiduría que ha obtenido con el paso de los años y que ha logrado que Pamela, aún estando a miles de kilómetros de su familia, se sienta "como en casa". EFE
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