La historia de 40.000 vidas contada a través de sus expedientes penitenciarios

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Javier Rodrigo

Pamplona, 14 sep (EFE).- Instituciones Penitenciarias ha entregado al Archivo de Navarra cerca de 40.000 expedientes de personas encarceladas en la región de 1926 a 1960, que relatan las vicisitudes de otros tantos presos cuyas vidas fueron truncadas en ocasiones por sentencias de muerte que se ejecutaban en la propia cárcel de Pamplona.

Son 480 cajas las que se custodian en el Archivo de Navarra, que contienen expedientes penitenciarios meticulosamente redactados, a mano o a máquina, en los que se da cuenta, con frío lenguaje administrativo, de la forma en que, en los delitos más graves, se aplicaba lo que se denominaba como 'última pena'.

En los expedientes, a algunos de los cuales -los que permite la normativa de protección de datos- ha tenido acceso EFE, se informa por ejemplo cómo los hermanos navarros Javier y José María Celaya Pardo, naturales de Miranda de Arga, ingresaron en la Prisión Provincial de Pamplona el 20 de diciembre de 1955, acusados del asesinato de sus padres y un hermano tras una discusión por una herencia.

Sus datos personales abren el expediente. En ellos figuran sus huellas dactilares y, como aún no se utilizaban fotografías, se incluyen sus descripciones físicas. En el caso de Javier se utilizan expresiones como nariz recta, cara alargada, cabello castaño, piel morena o cejas separadas.

Los hermanos, cuyos expedientes los clasifican como presos de buena conducta, salieron de la cárcel medio año después de su ingreso para asistir al juicio en la Audiencia de Pamplona. Una anotación posterior señala que, una semana después, el médico de la prisión solicita que se les deje salir al patio de la prisión una o dos horas diarias.

El 6 de junio de 1956, los hermanos Celaya fueron condenados a tres penas de muerte, una por cada asesinato. Presentaron recurso de revisión ante el Tribunal Supremo.

Otras anotaciones dan cuenta de sus dos últimos días de vida. El 22 de julio de 1957, la Audiencia de Pamplona comunicó a la prisión pamplonesa la fecha para la ejecución de la pena de muerte: el 23 de julio a las 6:00 horas.

El juzgado de guardia designó al médico que debía estar presente en la ejecución y verificar el fallecimiento de los reos. A las 20:00 horas de ese día se notificó a los hermanos cuándo iba a tener lugar la 'última pena'.

La última entrada del expediente da fe de la ejecución de la pena de muerte conjunta de los hermanos en la antigua prisión de Pamplona ubicada en el barrio de San Juan, derribada en 2012. El lugar que ocupaba la cárcel es ahora un lugar de Memoria Democrática.

Pero no todos los expedientes corresponden a delitos graves. Hay muchos, muy breves, en los que se informa de ingresos en prisión para cumplir condena tras un juicio de faltas.

Es el caso de dos mujeres llamadas Gabina y Agustina, vecinas de Tafalla, que ingresaron en la prisión de Pamplona el 23 de octubre de 1929 y fueron puestas en libertad el día 26, cumpliendo una condena de cuatro días de arresto por lesiones y malos tratos.

Ser ejecutado no era la única forma de perder la vida durante el internamiento. Es lo que le ocurrió a un malagueño llamado Manuel, de 20 años, cuyo expediente se inicia en la escuela de reforma de Alcalá de Henares. Tras pasar por la prisión central de Burgos, ingresó en la prisión del Fuerte de San Cristóbal, cercano a Pamplona, el 24 junio de 1936 con 22 años.

Manuel había sido condenado por asesinato frustrado, robo a mano armada, lesiones y coacciones a un total 18 años y 348 días, aunque después hubo algunas reducciones de pena.

En su expediente se relata que, al poco tiempo de su ingreso, el 1 de noviembre de 1936, a las 8:00 horas, al intentar fugarse de la prisión, agrediendo al personal que le custodiaba, fue muerto por éste. No se aportan más detalles al respecto.

Uno de los presos ilustres de la prisión de Pamplona fue el tudelano Aquiles Cuadra, alcalde de su localidad natal de 1931 a 1933 por Izquierda Republicana.

Aquiles era una persona especialmente inteligente. Abogado de profesión, adquirió notoriedad por su actividad pública. De hecho, fue el encargado de la proclamación de la Segunda República Española desde el balcón del Ayuntamiento de Tudela el 14 de abril de 1931. Promovió sin descanso la recuperación de comunales para paliar el problema de los muchos jornaleros sin tierra en la Ribera navarra.

Su trayectoria vital se truncó cuando el 19 de julio de 1936, al poco del golpe de Estado, se produjo un tiroteo en la Plaza Nueva de Tudela entre un grupo de vecinos de la localidad y 28 falangistas procedentes de Corella.

Se acusó a Aquiles de haber organizado el tiroteo y se le detuvo en Sevilla. Fue juzgado en consejo de guerra por rebelión. El tudelano no negó que estuviera presente en la plaza en ese momento, pero negó siempre ser el organizador del tiroteo.

Su expediente señala que Aquiles ingresó en la prisión de Pamplona el 26 de enero de 1937, con 40 años, procedente de la de Sevilla. Casi tres años después, el 19 de octubre de 1939 a las 6:00 horas, fue ejecutado por fusilamiento y no por garrote vil, como era habitual, al ser un preso condenado por consejo de guerra.

El 29 de octubre de 2019, Aquiles Cuadra recibió tributo en Tudela por unanimidad de los grupos políticos (Navarra Suma, I-E y PSN). EFE

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