La AN juzga este lunes a la etarra 'Dolores' por un atentado con coche bomba en Madrid que causó 11 heridos

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La Audiencia Nacional (AN) juzga desde este lunes a la que fuera integrante de la banda terrorista ETA Ana Belén Egües, alias 'Dolores', por el atentado con coche bomba en la calle Platerías de Madrid perpetrado el 8 de agosto de 2000 y que se saldó con 11 heridos, uno de ellos grave. En su escrito de acusación, recogido por Europa Press, la Fiscalía pide condenar a Egües a 121 años de cárcel por un delito de estragos y por siete delitos de asesinato terrorista intentado -sumando 15 años de prisión por cada uno de ellos-en concepto de cooperadora necesaria. Todo ello, recuerda el Ministerio Público, con el límite de cumplimiento de 30 años de cárcel. El fiscal sostiene que 'Dolores' estaba integrada en el año 2000 en el comando 'Buru Ahuste' de ETA. El mismo disponía de un piso en Salamanca "donde planeaba los hechos a cometer, guardaba municiones, armas y explosivos que utilizaba en las acciones que cometía en Madrid y donde también los preparaba". Esta vivienda, alquilada en septiembre de 1999, acogió desde ese mes reuniones de Egües con otros integrantes del comando como Iván Apaolaza, 'Braulio', Gorka Palacios, 'Andoni' y Juan Luis Rubenach, 'Txurdo'. La Fiscalía asegura que el 7 de enero de 2000 la acusada robó en el barrio de Fuencarral de Madrid un vehículo de la marca Peugeot, modelo 205. "Tras retirar sus placas auténticas, le colocaron otras con numeración que se correspondían a un vehículo del mismo modelo y color", apunta. El escrito detalla que, "para la confección del artefacto explosivo que se colocó en el vehículo, se empleó la dinamita que la acusada había proporcionado y que había trasladado al domicilio" situado en el distrito de Salamanca. "Otros miembros del comando estacionaron el coche bomba en la calle Platerías de Madrid, donde hizo explosión el 8 de agosto de 2000", apunta la Fiscalía. El ataque dejó heridos de diversa consideración. Entre ellos, un menor de seis años de edad que sufrió estrés post traumático y otra persona que sufrió un traumatismo craneoencefálico que le provocó un rechazo psíquico a la contaminación acústica.

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