La única plaza de toros activa de África despide los festejos con risas y vaquillas

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Paqui Sánchez

Melilla, 5 sep (EFE).- La melillense Mezquita del Toreo, única plaza de toros activa de África, ha despedido hasta el año que viene los festejos con una animada suelta de vaquillas que ha puesto a prueba la valentía de una treintena de jóvenes de la ciudad autónoma, algunos de ellos menores de edad.

Pedro, un quinceañero con mechas rubias y ojos aguamarina, ha sido uno de los primeros en saltar al ruedo cuando el resto aún se estaba pensando si era buena idea. Y, aunque después le siguieron otros en mitad del ambiente festivo que marca la Feria de Melilla, este joven ha sido el que más aplausos ha recibido por su forma de encarar la primera vaquilla de la tarde.

Primero, con algo de timidez y buscando el cuerpo a cuerpo para hacer los recortes, pero con la ayuda de los aficionados a los toros le iban aconsejando desde la barrera en su segunda vez delante de una vaquilla. “¡Llámala, llámala!”, le sugerían para captar la atención del animal, algo distraído por el público que se ha acercado a la plaza.

Después, ‘Pedrito’, como lo llamaban en el callejón, ha terminado su faena con un capote y muleta antes de retirarse con aparente calma, aunque en realidad estaba nervioso, como ha reconocido en declaraciones a EFE. “Antes quería ser torero, pero en Melilla no hay mucho futuro”, ha dicho con algo de resignación.

Con su actuación, Pedro ha logrado romper el hielo y animar a otros a saltar al ruedo, aunque la mayoría sin capote y con la vista puesta en los burladeros, muy cotizados durante la segunda tarde de festejo en la Mezquita del Toreo en estas fiestas patronales, un día después de que los diestros Andrés Roca Rey, Manuel Escribano y Javier Cortés salieran a hombros.

La mayoría ha demostrado su velocidad de carrera y agilidad para saltar la barrera escapando de las vaquillas, hasta el punto de que el mayor susto de la tarde lo ha protagonizado uno de los jóvenes que ha aterrizado de cara en el callejón. Y, aunque enseguida ha podido sobreponerse para tranquilizar al público, no ha podido evitar llevarse enseguida la mano a la nariz para ver si tenía sangre tras su aparatosa caída.

La suelta de vaquillas, cuatro en total, ha transcurrido entre risas del público, donde algunos intentaban ‘picar’ a sus amigos con gritos de “cobarde” y “torero”, pero también con olés para quien se animaba a coger el capote, uno de ellos Antonio, que después de dar cuatro pases se ha dado por satisfecho.

“El año pasado me pisó una y estuve un mes con el moratón en el pie”, se ha justificado ante un amigo que le esperaba en la barrera. Después, como Javi, otro de los más coreados por el público, ha seguido saltando al coso taurino, donde de manera simultánea ha llegado a haber más de 25 jóvenes expectantes a los movimientos de las vaquillas, que han terminado la suelta juntas y en manada.

Entre los chicos había una sola mujer, que no ha podido evitar que una de las vaquillas la terminara volteando por los aires casi al final de la tarde. “Torera, torera”, la ha despedido el público para reconocer su valentía.

Rafa no ha pisado el albero, pero ha sido uno de los más activos en el callejón, organizando la suelta con una camiseta taurina personalizada con su apellido, Cerezo. Sin apenas voz tras unos días disfrutando de su afición, reconoce que muchos, como él, llevaban esperando con anhelos estos días porque pueden disfrutar de los toros en su ciudad “una vez al año”.

Pero él mismo da una de las claves de la suelta de vaquillas con la que Melilla despide cada año los festejos taurinos al señalar que muchos la prefieren a la corrida del día anterior porque es una tarde de risas en la que no hay sangre y el animal no sufre. “Quienes sufren son los que saltan al ruedo”, apostilla no sin razón, a juzgar por las carreras, saltos y caras de tensión. EFE

pst /av

(foto)

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