Manuel Escribano salió a hombros con una interesante corrida de Adolfo Martín

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Daimiel (Ciudad Real). 1 sep (EFE).- Una amplia corrida de Adolfo Martín, aunque justa de carnes, ofreció un interesante juego en Daimiel (Ciudad Real) a una terna en la que sobresalió Manuel Escribano, artística y numéricamente.

El primero podría tener cerca de un metro de punta a punta de pitón, y embistió metiendo la cara abajo por el lado izquierdo, pitón por el que basó su trasteo Curro Díaz.

El de Adolfo Martín tuvo buen embroque pero acusó el desembarque previo y quiso irse a chiqueros pronto. Demasiado para que el de Linares pudiera construir faena. El cuarto no se empleó y se venció mucho por el izquierdo aunque se dejó más por el derecho, lado por el que Curro Díaz le pegó alguno suelto sin llegar la faena a mayores, siendo feamente rematada con el estoque.

El segundo resultó noble y tuvo embestidas humilladas y hasta el final cuando la suavidad presidió la ejecutoria de Manuel Escribano, lo cual sucedió siempre excepto en el inicio de su labor muletera. Hubo naturales deletreados pero falló a espadas. La tarde deambulaba por una senda insípida cuando saltó el quinto. Escribano lo entendió y le dio fiesta con varias largas cambiadas de rodillas para regocijo de los tendidos.

Tras un desigual tercio de banderillas protagonizado por el propio matador, brindó faena al ganadero Adolfo Martín. Se trató de un trasteo abundante, de más a menos, bien culminado con la espada y generosamente premiado con las dos orejas.

La lidia del tercero se asemejó a una capea por momentos, con los banderilleros sin frenar al toro cuando este se arrancó a los picadores -tal cosa ocurrió con el de tanda y con el que hacía puerta-, y en el segundo tercio la cosa tampoco mejoró excesivamente. Eso sí, en el recibo a la verónica hubo dos lances notables por el pitón izquierdo, el mejor del toro también en la muleta, y por el que solo se le dio una tanda.

El resto fue un conjunto de pases sin hilván ni estructura definida, mal rubricado con la espada.

También se le dio en el peto al sexto.

Tres cuartos de lo mismo en cuanto a estructura ocurrió en este, un toro al que había que esperar y tirar de él. Aranda se perdió en probaturas sin llegar a destino alguno. La generosidad -con voces disconformes- de sus paisanos le hicieron pasear un trofeo.

FICHA DEL FESTEJO: Plaza de toros de Daimiel (Ciudad Real). Corrida de toros. Media entrada.

Se lidiaron seis toros de Adolfo Martín, de presencia desigual. Primero rajado. Segundo noble y flojo. Tercero noble con un buen pitón izquierdo. Cuarto soso y con guasa por el izquierdo. Quinto bueno. Sexto manejable.

Curro Díaz (de azul marino y oro): más de media tendida (ovación con saludos); bajonazo (palmas).

Manuel Escribano (de gris plomo y oro): pinchazo y estocada entera que hizo guardia (ovación con saludos); estocada entera arriba (dos orejas).

Carlos Aranda, que hacía su debut como matador de toros en esta plaza (de nazareno y oro): dos pinchazos y estocada entera arriba (ovación con saludos tras aviso); casi entera atravesada (oreja con división).

Manuel Escribano salió a hombros. EFE

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