El yacimiento de Las Gobas (Burgos) registró el primer caso de viruela del sur de Europa

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Madrid, 28 ago (EFE).- La comunidad medieval de Las Gobas (Burgos), en la frontera entre los reinos cristianos del norte y Al-Ándalus, vivió siglos en relativo aislamiento, aunque se han encontrado pruebas del primer caso conocido de viruela del sur de Europa, enfermedad que habría llegado del norte y no por rutas islámicas.

Científicos españoles y suecos han estudiado con un enfoque multidisciplinar el yacimiento de Las Gobas (Condado de Treviño, Burgos), donde secuenciaron, por primera vez en el sur de Europa, los rastros de una cepa temprana de viruela del norte del continente encontrada en restos dentales de un individuo del siglo X.

El estudio que publica Science Advances recorre el registro genético y arqueológico del asentamiento de Las Gobas en dos fases: de los siglos VII al IX y del X al XI.

La expansión omeya por la península Ibérica no afectó significativamente a la comunidad de Las Gobas, como tampoco lo hicieron las interacciones romanas previas, dice a Efe el primer firmante del artículo y paleogenetista de la Universidad de Estocolmo, Ricardo Rodríguez-Varela.

La alta Edad Media fue en la península ibérica un periodo especialmente dinámico, marcado por la competencia religiosa, las luchas de poder y una movilidad humana significativa, pero el estudio indica que los habitantes de Las Gobas vivieron relativamente aislados y con un cierto grado de consanguinidad durante al menos cinco siglos.

  Tras la invasión omeya (711) Las Gobas quedó en la frontera al norte de las regiones bajo dominio islámico, pero el equipo encontró "niveles relativamente bajos de ascendencia norteafricana o de Oriente Medio" en comparación con otras poblaciones de la península.

 Hasta el siglo XI, cuando acaban los análisis, "se esperaría ver un incremento de ese componente norteafricano que atestiguara contactos con las poblaciones islámicas, pero ese aumento no es significativo", precisa el investigador.

 La investigación analizó restos de 33 individuos, entre hombres, mujeres y niños, que entre otras pruebas se sometieron a análisis de metagenómica, para detectar signos de virus y bacterias.

En un individuo del siglo X se identificaron rastros de una cepa temprana del virus de la viruela que "se parece bastante filogenéticamente" a las encontradas en individuos de similares cronologías de Escandinavia, Alemania y Rusia, lo que indica que la enfermedad, ya en la Edad Media, tenía una distribución paneuropea.

 "Esta es la primera vez que se consigue secuenciar la viruela antigua en el sur de Europa, lo que da información de cómo se fue propagando la enfermedad", precisa el investigador.

Estos datos sugieren que el virus pudo llegar a Las Gobas a través de Europa, por los Pirineos, "por ejemplo por el Camino de Santiago, que era bastante popular en el siglo X" y no por rutas islámicas, que era una de las ideas dominantes sobre cómo entró la enfermedad en Iberia.  

Los individuos de Las Gobas también tenían "bastantes bacterias" relacionadas con zoonosis, lo que indica que vivían en una relación muy cercana con animales, como es el caso de la Erysipelothrix rhusiopathiae, que causa una enfermedad cutánea a través de la contaminación de heridas abiertas y sugiere que la cría de animales, por ejemplo cerdos, era importante para esa comunidad.

La mayoría eran genéticamente similares a los íberos septentrionales de la Edad de Hierro y la vida de la comunidad marca dos fases bien diferenciadas en esos cinco siglos.

Del VII al IX el asentamiento era una comunidad pequeña con un mayor grado de endogamia, con muchos varones emparentados y poca diversidad en el cromosoma Y, que se hereda de padres a hijos.

Dos individuos varones y emparentados, probablemente primos hermanos, muestran signos de violencia, probablemente por golpes de espada, por lo que el grupo pudo haber sido una élite de dirigentes militares.

Desde el siglo X, ese lugar se sigue usando como necrópolis e iglesia, pero la comunidad se ubica en el fondo del valle, "la continuidad genética apunta a que es la misma gente que se ha trasladado".

Allí viven como una comunidad rural con menor consanguinidad y sin indicios de violencia y con familias más extensas, explica el investigador gallego, en las que se puede seguir el rastro de hasta tres generaciones.

El estudio está también firmado por investigadores de la Universidad del País Vasco, la Sociedad de Ciencias de Aranzadi, la Universidad de Burgos y el centro de Paleogenética del Instituto Max Planck (Alemania). EFE

cr/icn

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