María Morales y Àlex Gutiérrez
Barcelona, 26 ago (EFE).- Jóvenes extranjeros no acompañados de 17 a 23 años enseñan a otras personas algo que conocen muy bien, sus lenguas maternas, lo que les ayuda a mejorar su integración en Cataluña y a esquivar la exclusión social.
Son jóvenes migrantes que participan en el programa Prollema, que nació en 2014 de la mano de un grupo de catalanes que buscaban una alternativa a la "infantilización con que la administración trata a los jóvenes que llegan de otros países", explica a EFE David García-Savalls, que es uno de los coordinadores de la iniciativa.
"Enseñar la lengua materna puede ser un agente de cambio para revertir la situación de exclusión social severa de los jóvenes migrantes", ya que ellos "se convierten en emisores de un conocimiento que tienen adquirido", añade.
Las lenguas que más se enseñan son las naturales del norte del continente africano; en la actualidad, cuatro jóvenes están enseñando amazigh del Rif (Rif, en Marruecos), dariya (costa y centro de Marruecos), idioma fula (África occidental y central) y lengua mandenká (África occidental).
El programa se prolonga durante unos 11 meses, en los que se capacita a 4 ó 5 jóvenes migrantes para enseñar durante 4 meses, mientras que los 6 restantes se dedican a impartir clases de su lengua materna a grupos reducidos de como máximo 6 personas, que reciben clases de lengua oral durante 2 meses.
Los jóvenes migrantes sólo pueden participar en el programa durante un año y, para elegirlos, se da prioridad a los que tengan edades comprendidas entre los 17 y los 23 años, que dominen el castellano y/o el catalán, no tengan acceso a estudios o trabajo ni ingresos regulares y que estén en situación de vulnerabilidad habitacional.
Financiados por el Ayuntamiento de Barcelona y la Generalitat, además del programa anual, en el marco de Prollema se pueden organizar cursos atendiendo a la demanda de colectivos interesados.
Según explican los coordinadores, algunos de los adultos que han recibido clases han ayudado a los jóvenes a resolver problemas habitacionales ofreciendo un espacio en su casa y facilitando el empadronamiento.
Julia Nunza de la Rosa, otra de las coordinadoras, ha destacado que participar en el programa "fomenta la autonomía y la autoconfianza en estos jóvenes" hasta el punto de que "uno de los menores, tras pasar por el programa, publicó un diccionario de fula-español y otros están dando clases particulares de su lengua materna".
"Mi objetivo es que la gente tenga una idea del Rif y que cuando viajen allí sepan mantener una conversación, aunque sea básica", relata a EFE Naoufal Hamdaoui, un joven de 18 años procedente de la zona del Rif marroquí que lleva 10 meses en Cataluña.
Para enseñar su lengua, el chico convertido en profesor transmite a sus alumnos palabras básicas para que aprendan a saludar y a presentarse, a preguntar por una dirección o a comunicarse en una tienda.
Al llegar a Cataluña, Hamdaoui ingresó en un centro de menores, donde su educadora le explicó que existía este proyecto: "Me pareció genial ser profesor durante cinco meses por la confianza que ganas en ti mismo", afirma el joven.
Anas, un joven marroquí de 20 años que no ha querido dar su apellido y que está estudiando un Grado Medio de Formación Profesional de gestión administrativa en el ámbito jurídico, lleva dos años enseñando dariya.
En declaraciones a EFE, pone en valor que, gracias al proyecto, ha conocido a "muchas entidades y a muchas personas", hasta el punto de que considera a sus alumnos como amigos: "Incluso han ido de viaje a Marruecos y me han traído regalos de allí", explica.
De inicio, "no todo fue tan fácil porque pensé que no tenia sentido enseñar mi lengua materna, pero sí que lo tiene, porque hay perfiles profesionales que, sabiendo hablar algunas palabras o frases, pueden ganarse la confianza de personas con las que trabajan", explica el joven profesor.
El perfil de asistentes a los cursos es el de mujeres que forman parte del sector de la acción social y vinculadas al mundo de la enseñanza, aunque también asisten personas con intereses personales, como viajeros.
Uno de los alumnos que estudia la lengua amazigh del Rif es Jean-Pierre Almenara, un hombre que es conductor de trenes y es originario de Tenerife.
Los orígenes de Canarias, señala en declaraciones a EFE, "están muy ligados a los amazigh, ya que los antiguos aborígenes de la isla de Tenerife venían del norte de África".
Así, "aprendiendo este idioma me siento más cerca de mis raíces y de una cultura a la que tanto debemos en Canarias", confiesa. EFE
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