Las plantas siguen sin reconquistar el fondo del Mar Menor desde 2016, colonizado por alga

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Murcia, 22 ago (EFE).- Las plantas siguen sin reconquistar el fondo del Mar Menor tras la crisis de 2016, pues de las entinas (cymodocea nodosa y rupia cirrhosa), que ocupaban unas 8.000 hectáreas, después de la desaparición del 85 % por aquel colapso solo queda un 12 %, según el Instituto Español de Oceanografía (IEO).

Se perdieron y siguen sin recuperarse unas 7.000, lo que conlleva una pérdida neta de servicios ecosistémicos como el control de la calidad del agua, la biodiversidad o la pesca.

El último informe del IEO recuerda que hace 8 años 11.352 hectáreas de cubierta vegetal se convirtieron en fangos desnudos y en 2017 se cubrió ya casi un 40 % de ellos, pero solo con el alga oreja de liebre (caulerpa prolifera), que en 2019 ya cubría el 100 %.

En los 5 años posteriores al mapa de 2019, de 2020 a 2024, "las sucesivas cartografías -2020, 2021 y 2022- demuestran que esta situación ha permanecido prácticamente invariable y, por tanto, no hay evidencia de recuperación del hábitat, a excepción de las 615 hectáreas de la pradera de oreja de liebre que ha desaparecido por completo bajo la masa de agua turbia que forma la denominada mancha blanca”, señala.

La recuperación de las praderas del alga desde 2019 puede potencialmente haber contribuido a la reciente mejora y estabilización de la calidad del agua gracias a su conocida función de filtro biológico.

En contrapartida, esa capacidad se encuentra mermada debido a la pérdida de las praderas de entina, pero además, la menor tolerancia térmica de la oreja de liebre hace al Mar Menor muy vulnerable a los efectos del calentamiento progresivo relacionados con el cambio climático, advertido repetidamente por el IEO.

Por tanto, concluye, el riesgo de que se reproduzcan los eventos disruptivos que llevaron al colapso del ecosistema en 2016 sigue siendo muy elevado si no se reducen los aportes de nutrientes a la laguna, nitratos y fosfatos procedentes fundamentalmente de los fertilizantes agrícolas que llegan con las escorrentías y causaron la desaparición del 85 % de la vegetación bentónica.

Y con ella, la de todos sus organismos asociados, debido a la eutrofización derivada del sobrecrecimiento del fitoplancton alimentado por esos nutrientes, que impidió que la luz llegara al fondo y que plantas como la posidonia oceánica o las entinas que forman praderas hicieran la fotosíntesis.

Tras las riadas de septiembre, en octubre de 2019 murieron toneladas de peces y otros animales marinos por falta de oxígeno en el agua. EFE

eg/icn

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