Tres meses del cisma de Belorado: exmonjas mediáticas, falsos obispos y trama inmobiliaria

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Burgos (España), 13 ago (EFE).- Tres meses después del cisma de Belorado, con varias monjas clarisas excomulgadas por seguir a un falso obispo del cual también se desvincularon después, las dudas sobre lo que ocurrirá con ellas siguen en el aire.

Las diez exmonjas continúan en el Monasterio de Santa Clara de Belorado (Burgos, norte de España) junto con cinco religiosas no excomulgadas y niegan que sean okupas ya que, según aseguran, la propiedad de los inmuebles es de la sociedad civil que han creado para sustituir a la religiosa.

Sin embargo, el Arzobispado de Burgos mantiene que la propiedad recae en la comunidad religiosa que ahora conforman las cinco no excomulgadas junto con otras tres que no están en el convento, pero siguen siendo parte del monasterio, por lo que serán los jueces quienes resuelvan la controversia y en sus manos quedará también un posible desahucio.

De momento, el Arzobispado no ha iniciado ningún procedimiento judicial aunque sí ha solicitado un informe para valorar la vulnerabilidad de las monjas porque están trabajando en todos "los escenarios posibles".

Mientras tanto, las exclarisas han estrenado un nuevo asistente espiritual: el falso obispo Rodrigo Henrique Riberio da Silva, sedevacantista brasileño que lidera la Sociedad de San José, quien según anunció su portavoz en el canal de YouTube ‘Contróversia Católica’ ha viajado a Belorado.

El pasado 13 de mayo las exmonjas daban a conocer un ‘Manifiesto Católico’ firmado por la abadesa del Monasterio de Santa Clara de Belorado en el que anunciaba que su comunidad religiosa abandonaba la Iglesia católica.

Para consumar su salida se ponían bajo la jurisdicción de la Pía Unión Sancti Pauli Apostoli, liderada por Pablo de Rojas, falso obispo excomulgado en 2019 que se instalaba en el convento junto con su acólito José Ceacero, excoctelero, guía espiritual de las religiosas y autoerigido portavoz.

Las claves de la ruptura de las monjas de Belorado con la Iglesia las daba el arzobispo de Burgos: por un lado, una operación inmobiliaria frenada por la Santa Sede ya que las monjas querían vender un convento y comprar otro; y, por otro, la finalización del mandato de la abadesa, sor Isabel, el 29 de mayo.

El Convento de Santa Clara se convirtió en plató de televisión con los medios apostados a sus puertas y con José Ceacero intentando explicar las razones de las religiosas fruto de profundas reflexiones y de ámbito únicamente teológico.

Las clarisas han negado siempre la existencia de una trama inmobiliaria aunque sitúan el origen del conflicto en la falta de dinero.

Mientras se dirimían las razones del cisma -con aparición incluida de las religiosas en programas de televisión-, una de las hermanas abandonó el convento, habló de secta y salió del monasterio junto con quince religiosas, algunas muy mayores.

Durante estos meses, la Guardia Civil ha pasado varias veces por el convento debido al "acoso mediático" que denuncian padecer las monjas y por un registro en busca de un arma de fuego en el que se encontró una vieja carabina de aire comprimido oxidada.

En un cruce constante de acusaciones han salido a la luz los problemas económicos de las religiosas, que tenían 900.000 euros en hipotecas y préstamos, facturas impagadas por más de 35.000 y debían varias mensualidades a sus once trabajadores.

Entre las facturas pendientes, una de 6.800 euros por juegos de sábanas de seda, cubrepiés y edredones de alta gama, que las ya exreligiosas han negado, como también que no estuviesen al corriente de los pagos.

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