Javier Traité: También hay bulos en las redes sobre qué guarros eran en la Edad Media

Guardar

Nuevo

Jose Oliva

Barcelona, 13 ago (EFE).- El historiador barcelonés Javier Traité, autor del ensayo 'El olor de la Edad Media' junto con Consuelo Sanz de Bremond, advierte que la desinformación en Internet no solo se circunscribe a la política, "también hay bulos en las redes sobre qué guarros eran nuestros antepasados medievales".

Precisamente, mirando en las redes, Traité, un divulgador multimedia de la historia, se dio cuenta de que había muchos comentarios sobre "qué guarros eran los medievales, que si les enseñaron los musulmanes a bañarse y cosas así", y en ese combate coincidió con otra divulgadora, Consuelo Sanz de Bremond.

"Hablando con ella, le dije que aquí estamos perdiendo el tiempo miserablemente cuando podríamos hacer un libro", explica Traité en una entrevista con EFE, y así nacieron las más de 1.000 páginas de 'El olor de la Edad Media' (Ático de los Libros).

A pesar de que numerosos estudios académicos, eso sí dispersos, se han ocupado de contrastarlo, Traité recuerda que "se sigue hablando de una Edad Media asquerosa, llena de barro" y contra eso Sanz de Bremond cree que se debe combatir desde "la microhistoria, que habla de la vida cotidiana, pero es una dura lucha porque el tema de la higiene, al no hablar de grandes batallas o personajes maravillosos, interesa menos a la gente de a pie".

Traité recuerda que hay muchos historiadores que analizan los baños a partir del caso concreto español, pero, según advierte, se tiene que hacer en el contexto europeo, porque hay distintos estilos y formatos, hay algunos que se asocian a la prostitución y otros no, y por eso es necesario contar con la foto entera.

Un investigador se preguntaba cómo era posible que una persona de buena reputación fundara una casa de baños si eran prostíbulos, pero es que "en España no eran prostíbulos, mientras en Francia o Inglaterra sí", apunta Traité.

Han analizado asimismo los pavimentos de las calles, que "se cuidaban, aunque fueran de tierra, y que no siempre estaban llenas de barro".

Añade el historiador que "siempre se dice que Roma hacía muy bien las cosas y que después vino el mundo de los inútiles, pero se ha de tener en cuenta que en Occidente la población se redujo a la mitad, la gente se va al campo y entonces viven en pueblos y en aldeas, y las ciudades quedan reducidas a poca cosa, como es el caso de Mérida o Cartagena".

Las divisiones entre la ciudad y el campo quedaron mucho más difusas, la gente se fue a vivir fuera y el campo entró en la ciudad, con huertos ocupando antiguos espacios públicos.

Cuando vuelve a crecer la población surgen serios problemas de higiene, porque muchos utilizan sus propios pozos negros, "un método eficaz en la Edad Media, pero no en época industrial, como pasó en el Londres del siglo XIX", sin embargo, "casi todas las ciudades islámicas funcionan con pozo negro porque se preocupaban de no contaminar los ríos".

Otro bulo que desmiente Traité tiene que ver con una confusión sobre el tema de la peste: "Se piensa en la rata gris como transmisora, pero esa rata no existía todavía, llegó a Europa a partir del siglo XVI desde Noruega".

A su juicio, se debe desvincular la higiene pública de la epidemia de peste, funcionan de forma separada, pero todo parte de que "se ha asociado peste con suciedad y se ha pensado siempre que las normas aparecieron a partir de la peste negra, pero en realidad ya hay normativas en el año 1200".

Para romper ese cliché, recuerda Traité que "el agua era abundante en las ciudades, con muchos arroyos que hoy no existen, que en la Edad Media también está el jabón a partir del siglo IV-V, en dos modalidades principales, el jabón de Marsella, del que se conoce su impulsor a nivel industrial, y el jabón de Castilla, del que no hay datos, pero que traen los cruzados".

Los romanos ya conocían el jabón a través de los Germanos, pero ellos lo utilizaron como tinte, no para la higiene.

Aprovecha Traité para desmentir esa imagen de unos vikingos desaliñados y sucios, pues, "aunque no tuvieran baños, tenían un día semanal para el baño, el sábado, llevaban unas bolsitas con peines, pinzas para los pelos, palillos para los dientes y las uñas y cucharillas para la cera de las orejas".

Muchos de los baños de la península que se identifican como árabes, en realidad fueron fundados por los cristianos, como los de Girona o Valencia, que tienen decoración islámica, porque es la moda, y todo esto demuestra que "en el mundo medieval hay un batiburrillo de influencias, del Islam, el mundo vikingo, el eslavo y el Mediterráneo romano, como una protoglobalización", explica Sanz.

Ambos autores aseguran que "la idea del baño comunitario ya se detecta en la prehistoria y se mantienen ininterrumpidamente hasta los siglos XVI-XVII, y los baños se cierran en Europa por moralidad, por la sífilis o, como en el caso español, por los moriscos, pero no por la peste negra". EFE

jo/fl/mcm

(foto)

Guardar

Nuevo