Esteban Capdepon Sendra
Barcelona, 4 ago (EFE).- Los vasos comunicantes entre fútbol y geopolítica son innegables y, para el politólogo Narcís Pallarès-Domènech, de la victoria de la selección española en el último campeonato europeo disputado en Alemania cabe sacar una conclusión: "La Eurocopa la ganó Pedro Sánchez y la perdió Santiago Abascal".
Así lo expone en una entrevista con EFE Pallarès-Domènech (Sant Jaume dels Domenys, Tarragona, 1979), analista de geopolítica y seguridad internacional, responsable de relaciones exteriores e institucionales de la Delegación de la Generalitat en Italia y coautor del ensayo "El gran juego. Un análisis geopolítico del fútbol contemporáneo" (Altamarea).
El libro es una traducción ampliada de una primera versión italiana que coescribió junto al periodista Alessio Postiglione y el politólogo experto en relaciones internacionales Valerio Mancini y que les valió el tercer premio en la categoría de no-ficción de los premios literarios que impulsa el Comité Olímpico Nacional Italiano.
"Que la España plurinacional, plurilingüística y pluriétnica haya ganado esta competición hace que la derecha y la extrema derecha, que siempre habían sido las máximas defensoras de la pureza de cierta idea de España, se hayan encontrado desplazadas por este nuevo fenómeno", sostiene Pallarès-Domènech.
El politólogo destaca que la representación de una España "multirracial y plural" y el hecho de que "los jugadores que han destacado en momentos clave de este campeonato sean catalanes y vascos" suponen "una gran victoria de España a nivel de soft power".
Asimismo, esta Eurocopa también ha sido especial en el terreno político por coincidir con las elecciones legislativas en Francia, marcadas por el auge de la extrema derecha: "Francia no ha ganado la Eurocopa futbolísticamente, pero puede ser que haya ganado a nivel político, porque sus jugadores se han manifestado", señala.
El otro evento deportivo que se celebró ese fin de semana fue la final de la Copa América entre Argentina y Colombia, que tuvo lugar en Miami, "la nueva meca del fútbol global", como define en su libro.
El asunto de las sedes es uno de los temas tratados en el libro, pues la elección de Rusia y Catar como sedes del Mundial de fútbol en 2018 y 2022, respectivamente, suscitó críticas por tratarse de dos países donde los derechos humanos no están garantizados.
Pallarès-Domènech explica que esa decisión y la de celebrar los próximos mundiales de manera deslocalizada -en EEUU, México y Canadá el de 2026, en Marruecos, España, Portugal, Argentina, Uruguay y Paraguay el de 2030- responde a un juego de "cartas diplomáticas": "De cara a 2034 queda el terreno libre para que otro país, como es Arabia Saudí, no tenga ningún competidor", razona.
Si bien el fútbol femenino y la expansión del deporte a África son oportunidades de futuro, Pallarès-Domènech reconoce que el fútbol tiene una larga lista de retos, entre ellos el "entretenimiento constante".
"Debe encontrar nuevos formatos, partidos más cortos, con espectáculo en medio, que es lo que ha creado la Kings League, que coge el fútbol como base, pero pone pruebas y hay unos 'streamers que hacen espectáculo a la vez que se juega el partido", sugiere. EFE
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