David Ramiro
París, 1 ago (EFE).- En 1981, José Antonio Carrillo vio 'Carros de fuego'. Esa película le cambió la vida impactado por la historia de uno de sus protagonistas, Sam Mussabini, que en una de las escenas más famosas de la película rompe su sombrero para celebrar que su atleta, Harold Abrahams, se proclama campeón olímpico de 100 metros. Ese sombrero, en su caso de paja, es el que acompaña a todos los sitios al entrenador murciano.
La película, que está basada en la historia real de dos atletas que preparan los Juegos Olímpicos de París 1924, ha marcado siempre la vida, tanto personal como deportiva, de José Antonio Carrillo, en aquel momento un joven médico murciano apasionado por el atletismo con su recién creado Club Athleo en Cieza.
"Desde que vi Carros de Fuego había soñado con este momento. Desde 1981. En ese momento me pregunté: ¿por qué no puedo tener un atleta olímpico?. Recuerdo que entrenábamos en un campo de tierra y la jabalina era un palo de escoba con un cuchillo en la punta", recuerda Carrillo, en Trocadero, exultante tras celebrar un nuevo éxito de uno de sus pupilos, Álvaro Martín, en este caso un bronce olímpico en París en los 20 km marcha.
"La gente me decía que fuera a un Centro de Alto Rendimiento porque no había instalaciones en Murcia pero yo no quise. Era médico pero teníamos el club, que se fundó en aquella fecha, y empezamos porque soñar es gratis. Y hoy puedo decir al mundo que los sueños se pueden hacer realidad aunque haya que trabajar mucho", confiesa.
"Solo me queda echarme a llorar y soltar todo. Es mucha tensión acumulada y muchos años soñando con ello. Cualquier medalla en los Juegos es lo máximo. Este sombrero que tanto me inspiró, mañana será destrozado", sonríe Carrillo, con su sombrero en la cabeza y un pin de España clavado en él.
Esta vida dedicada al atletismo, 24 horas durante siete días a la semana, conlleva sacrificios grandes que hacen reflexionar a este apasionado del deporte al que le brillan los ojos cada vez que habla de sus atletas.
"Cuando acaben los Juegos tengo que consultar con mi almohada qué hacer. Voy a cumplir 68 años en noviembre, llevo tres meses sin ver a mi mujer y todo hay que pensarlo. Lo que está claro es que me moriré siendo entrenador pero habrá que cambiar el chip aunque nunca he sabido decirle no a nadie. Prefiero que me digan que no a mi, aunque eso me ha pasado poco", comentó.
"Me siento orgulloso de mis atletas porque ellos me han obligado a mejorar y a ser mejor día a día. Lo más bonito que me han dicho fue en una prueba. Se me acercó un juez y me dijo: "cuando un atleta de usted pasa a mi lado, bajo los brazos y admiro la marcha", confesó.
ORÍGENES HUMILDES
La creación del club, y las carencias propias de los comienzos, no fue fácil. Carrillo recuerda que les faltaba un atleta para los 3.000 obstáculos o la marcha. Se ofreció Fernando Vázquez de voluntario, inicialmente descartado para los obstáculos, pero que se reconvirtió en la marcha.
Sus escasos conocimientos de la marcha, en aquellos primeros años solo conocida por pioneros como Jordi Llopart, los mejoró en Murcia y ahí comenzó su idilio con la marcha, que, tras muchos años de trabajo y dedicación, tuvo sus primeros frutos de relevancia en Atlanta 1996 con Fernando Vázquez.
Después llegarían Juan Manuel Molina, Benjamín Sánchez o María José Poves hasta llegar a los últimos años, en los que Miguel Ángel López y Álvaro Martín han llevado ese nivel a otra dimensión.
El próximo capítulo podría escribirse el 7 de agosto con el relevo mixto de maratón, la nueva prueba del calendario olímpico. Y si no en 2025 en el Mundial de Tokio, para el que Carrillo, pese a que dice que aflojará el ritmo, ya ha comenzado a pensar. EFE
drl lv