Julio González, sobre el Mundial junior: "Sentí orgullo por formar parte de un sueño"

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Fernando Pérez Soto

León, 27 jul (EFE).- Julio González era, junto al barcelonista Françesc Cabeza, el benjamín de una generación, la del año 80 -ambos son del 81- que acabaría pasando a la historia del baloncesto español, pero tanto en el caso del jugador formado en la cantera de Baloncesto León, como la de catalán, se quedaron a medio camino entre el éxito de los "Júnior de oro" de Portugal.

Pasados los años -esta semana se han cumplido 25 de la histórica victoria ante Estados Unidos en el Mundial de Lisboa-, el jugador de asturiano-gallego-leonés, lejos de sentir envidia por las trayectorias exitosas de los Pau Gasol, Juan Carlos Navarro, Felipe Reyes, Carlos Cabezas, Berni Rodríguez o el resto, muestra su orgullo por "haber formado parte de un sueño", describe a EFE.

Las circunstancias no jugaron a su favor y, precisamente, el verano que se colgaba la medalla de oro con España el equipo con el que ya había renovado, Baloncesto León, descendía de la Liga ACB en la que había permanecido una década, incluso llegando a disputar competición europea -Copa Korac-.

"Por un lado fue un golpe el descenso, tanto para el club, como quizá para mi futuro, pero es cierto que también me permitió jugar muchos minutos en LEB Oro y empezar una carrera que se prolongó en el tiempo con el único resquemor de no haber podido lograr un ascenso a ACB con ninguno de los proyectos ambiciosos de los que formé parte", rememora.

Al Mundial júnior llegó el alero tras la lesión del madridista José López Valera, que se sumaba a la del base José Manuel Calderón, dos habituales para el seleccionador Carlos Sáinz de Aja, pero aún así disfrutó de sus oportunidades, incluso en la semifinal ante Argentina, pero siendo el único que no saltó a la cancha frente a los estadounidenses en la final.

Aún así no tiene dudas en reconocer que el seleccionador, al que equipara en talante a Vicente del Bosque, le dio confianza y le hizo sentirse "partícipe" del éxito logrado "porque esa era precisamente una de sus cualidades, dejar claros los roles a cada jugador y que todo encajara a la perfección", apunta.

Durante el torneo le dio tiempo a vivir anécdotas más que curiosas que le han quedado en el recuerdo como el duelo ante una selección nigeriana donde alguno de sus jugadores, comenta, "decían que ya había jugado varios mundiales júnior y desde luego su físico no engañaba", bromea.

De la derrota -única en el campeonato- vivida frente a Grecia, solo dice con cierta ironía que vino "bien" y tiene claro que dentro del grupo "aunque no se decía explícitamente, si había cierta seguridad de ser capaces de pelear ante cualquier selección, porque ya se había demostrado y a nadie se veía inalcanzable".

Eso sí, en la final frente a Estados Unidos la "expresión gestual" de sus talentosos jugadores, a lo largo que avanzaba el partido y se llegaba a un final igualado iba cambiando "y ahí apareció la presión a la que no estaban acostumbrados y les acabó pasando factura", destaca.

Después de muchos años de baloncesto en la segunda categoría, donde se labró un nombre siendo uno de sus jugadores más destacados, ahora ha vuelto a estar vinculado, como embajador, con el club heredero en el que se formó y que pretende recuperar la gloria perdida bajo el paragüas del equipo de fútbol de la Cultural y Deportiva Leonesa y el respaldo de la Academia Aspire de Catar, después de su paso por los banquillos que también dejó aparcado.

EFE

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