Emoción y valentía en los danzadores de Anguiano (La Rioja) al bajar la cuesta empedrada

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Sergio Jiménez Foronda

Anguiano (La Rioja), 22 jul (EFE).- Emoción y valentía se han vivido este lunes en Anguiano (La Rioja), cuando ocho danzadores han cumplido con las expectativas de los cientos de asistentes con sus tradicionales vueltas, que han convertido en un espectáculo de color al girar sobre sí mismos mientras bajaban por una cuesta empinada y empedrada sobre unos zancos de medio metro.

Los colores de los trajes de los danzadores han brillado con la luz de este día de verano durante la celebración de esta tradición, declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional y cuya primera referencia escrita que se ha encontrado data de 1603.

Esta tradicional procesión y bajada de la cuesta en honor a Santa María Magdalena se ha iniciado con los pasacalles, una procesión y una misa, tras la que los danzadores se han dirigido a una empinada cuesta repleta de personas expectantes por volver a verlos bailar en directo para la patrona del municipio, que tiene medio millar de habitantes.

Todos los danzadores, uno tras otro, han bajado girando por las escaleras vestidos con una falda amarilla de altos vuelos y un corpiño de colores mientras tocaban las castañuelas al son de dulzainas y tambores, confiando en que el público pudiera contribuir a pararles al final de la cuesta, como así ha ocurrido.

La parte del vestuario de los danzadores que siempre llama más la atención de los espectadores, junto a la colorida falda al vuelo por las vueltas, son sus vertiginosos zancos de 50 centímetros, más la espiga, realizados con madera de haya en la cercana ciudad de Nájera.

 Mantener la tradición

Uno de estos danzadores es el Pablo Muñoz (Logroño, 2001), quien ha afirmado a EFE que se trata del “acto más importante del año en el pueblo, ya que todo el mundo se concentra en torno a la danza para mantener la tradición”.

Este joven, quien ejerce de titular desde 2017, ha explicado que la preparación para ser danzador comienza en la Escuela de Danza, donde “desde los 5 o los 6 años empiezas a ponerte zancos más pequeños y practicas, hasta el día en el que te toca (bajar la cuesta), y, cuando ya eres titular, solo te los pones de fiesta en fiesta”.

“Lo más difícil es mantener una línea recta y no irte hacia los lados, además de no marearte y mantener la tranquilidad, lo que es bastante complicado", ha subrayado Muñoz, para quien, "durante las primeras veces, lo peor son los nervios y no estar acostumbrado a bailar por las piedras”.

El único participante en esta tradición que no lleva zancos ni baja las cuestas es el cachiberrio, un papel que este año ha retomado Martín Quintanar (Anguiano, 1961) tras 9 años sin ejecutarlo, y cuya función, ha indicado a EFE, es “ayudar a los danzadores en la procesión, mantenerlos en orden y recitar unos versos a Santa Magdalena”.

Ha descrito su función como “prestar atención a cuando los danzadores bailan para protegerlos y que la gente del público no se meta en el camino porque es peligroso”; así como “ayudarles en lo que les haga falta”. EFE

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sjf/alg/aam

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