"Escondido", un vendaval de casta de Santiago Domecq, se gana el indulto en Valencia

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Paco Aguado

Valencia, 21 jul (EFE).- La desbordante e infatigable bravura que desarrolló en varas y en el último tercio el toro "Escondido", de la divisa de Santiago Domecq, le valieron el indulto en la corrida que cerró hoy la Feria de Julio de Valencia, tras la que salió a hombros Román, que obtuvo de él las dos orejas simbólicas.

El bravísimo ejemplar, que tuvo además unas finas hechuras, fue la auténtica estrella de la tarde-noche gracias a sus incansables, largas y entregadas embestidas, que repitió sin descanso como un auténtico torrente desde que embistió al caballo con potencia y descolgando el cuello bajo el peto.

Ante tanta y tan desbordada casta -de casta buena, habría que precisar-, la mayor virtud de Román fue la de no volver nunca la cara, más allá de otros matices, pues "Escondido" no paró de repetir una y otra vez con gran codicia en las extensas series, de seis y siete muletazos, que le ligó, con mérito y dejándole lucir, el diestro valenciano.

Porque la gran emoción de la faena vino siempre dada por esa ambiciosa raza del animal, que se comía una muleta que, por mucho que aguantara Román, no logró nunca reducir su velocidad con el suficiente mando, sino que se movió delante de los pitones con ligereza, aprovechando más las fuertes inercias de ese auténtico tren de bravura que intentando aplacarlas con mayor exigencia.

Con todo, el público vibró desde el primer momento con tal derroche de casta y comenzó a pedir el indulto del toro ya mediada la faena, mientras Román intentaba no dejarle respiros, pues tras cada pausa se iba creciendo más y más, hasta que, por alargar su decisión el presidente, amagó un par de veces con irse a las tablas.

No sucedió finalmente, y el pañuelo naranja acabó asomando, con justicia, por la barandilla del palco para que "Escondido", tras la cura de dos fuertes puyazos, vuelva a las tierras gaditanas de "Garcisobaco", probablemente a ejercer como semental de la ganadería que más bravura está soltando a los ruedos esta temporada.

Antes, Román había lidiado un segundo también de alta nota, que se recuperó de cierta debilidad de riñones para embestir también descolgado y largo, crecido en raza y siempre a más, en un trasteo de escaso temple del diestro valenciano, que luego no sacó nada en claro de un sexto siempre a la defensiva y al que el sobresaliente Manuel Dias Gomes tuvo ocasión de hacer un buen quite por delantales.

En cambio, a Paco Ureña le cupo en suerte el peor lote de la corrida, si exceptuamos el que abrió plaza, un toro también bajo y enmorrillado, que, romaneando al caballo, fue excesivamente sangrado, hasta el punto de que, sin cesar la hemorragia, sus claros afanes de embestir con nobleza y entrega fueron menguando sin que el murciano acabara de cogerle el pulso.

En cambio, el tercero, de hondo cuajo, no acabó nunca de descolgar tras las telas, aunque sin desarrollar mayores dificultades que una cierta reservonería inicial que Ureña desengañó con firmeza para luego moverlo a media altura por el lado derecho, por donde le ligó, entre altibajos, dos tandas de muletazos estimables antes de fallar con la espada.

Más complejo iba a ser el quinto, de muy escasa alzada y que se defendió con aspereza después de sufrir también un duro castigo en varas, sin dejar de puntear secamente los engaños de Ureña, que se alargó en un esfuerzo casi vano por atemperar su actitud, con constantes cambios de colocación ante los pitones y de intensidad en los cites.

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FICHA DEL FESTEJO:

Seis toros de Santiago Domecq, sin gran aparato en las cabezas, pero con cuajo y buenas hechuras, salvo el terciado segundo. La corrida, muy sangrada en varas, tuvo el denominador común de su largo fondo de casta, solo que tres de ellos no acabaron nunca de emplearse o se defendieron con aspereza. Los mejores fueron el primero -que acusó la sangría-, el segundo -bravo y con entrega- y especialmente el cuarto, "Escondido", número 24, negro mulato, de 545 kilos y todo un vendaval de casta que fue indultado a petición popular.

Paco Ureña, de corinto y oro: pinchazo y estocada perpendicular (ovación); pinchazo hondo, media estocada y estocada desprendida (silencio tras aviso); pinchazo y estocada honda delantera desprendida (ovación tras aviso).

Román, de espuma de mar y plata con remates negros: pinchazo, estocada delantera perpendicular y atravesada y dos descabellos (ovación tras aviso); indulto del toro (dos orejas simbólicas); tres pinchazos y dos descabellos (silencio). Salió a hombros por la puerta grande.

Tras el indulto del cuarto, el ganadero Carlos Domecq dio la vuelta al ruedo con Román.

Cuarto y último festejo de la Feria de Julio, con algo más de medio aforo cubierto (unos 6.000 espectadores), en tarde-noche de temperatura agradable y con algunas rachas de viento.

EFE

pa/fp

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