Miguel Vicente, juez FIG: "Debe haber un factor humano en el arbitraje, aun con errores"

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Natalia Arriaga

Madrid, 20 jul (EFE).- Miguel Vicente es uno de los más de medio centenar de árbitros y jueces españoles que participarán en los Juegos. Vicepresidente del Comité Técnico de la Federación Internacional de Gimnasia para la modalidad de trampolín -en la que España será olímpica por primera vez-, defiende la importancia del factor humano en el arbitraje, "aunque suponga errores", según dijo a EFE en una reflexión sobre el papel que cumple su colectivo.

"A lo que tiene que aspirar un juez es a que no se note su presencia", indicó. "Pero en tiempos en los que todo parece que se quiere sustituir por mecanismos artificiales, hay que defender el componente humano", dijo Vicente, que en París se encargará de supervisar si las normas de puntuación se aplican correctamente.

"En deportes de alta profesionalización probablemente el perfil sea diferente, pero en deportes de pequeña escala los jueces normalmente también están detrás de la organización de todas las competiciones, son los que asesoran a los entrenadores, los que hablan con los gimnastas y los que explican cosas a las familias", destacó uno de los aproximadamente cien únicos jueces de trampolín que hay en España.

"Pero todos son embajadores de su deporte", imprescindibles para "consolidar la disciplina", opinó.

"A veces se ve a los jueces como los malos de la película, porque la narrativa apunta hacia eso, pero en la mayor parte de los casos yo veo a personas que aman con gran intensidad su deporte, que intentan hacerlo lo mejor posible y que cometen errores, pero que casi siempre aciertan", subrayó Vicente, juez internacional desde 2001.

Su deporte es uno de los más beneficiados por la ayuda de la tecnología a la hora de puntuar. Por ello, el trampolín es, dentro de las especialidades de la gimnasia, "la que tiene un mayor componente de puntuación puramente objetivo".

"De hecho, se mide electrónicamente", explicó. "Una gran parte de las puntuaciones sale de dispositivos que miden tanto el tiempo que los gimnastas están en el aire como el lugar en el que aterrizan dentro del trampolín. Todo eso lo hacen máquinas y, de hecho, en París vamos a intentar que se vea en directo para que la gente lo entienda".

En los Juegos de París formará parte del jurado superior, "una instancia que está por encima de los de los jueces" y que comprobará que todo se hace de acuerdo a las reglas.

"El que vigila al vigilante", bromeó sobre su función.

Las notas de trampolín dependen de cuatro factores: el tiempo de vuelo del gimnasta, su desplazamiento respecto al centro (caer exactamente en medio vale 10 puntos), la dificultad de los elementos y la ejecución.

"Los tres primeros componentes permiten que en torno al 75-80 % de la puntuación sea puramente objetiva. Ni los jueces ni nosotros como jurado superior podemos hacer nada. Lo único que podemos es comprobar que las mediciones son correctas", indicó.

En ese 25 % de subjetividad que resta, el papel de Miguel Vicente es controlar que las valoraciones de los jueces no acusen desviaciones excesivas.

"Normalmente es así porque los jueces que van a los Juegos Olímpicos han pasado un proceso clasificatorio bastante exigente. Tienen que haber puntuado tres competiciones internacionales durante el último y tienen que estar entre los diez mejores del mundo", expresó.

 "Es muy difícil puntuar trampolín, es extremadamente complicado", subrayó. "Los gimnastas van a una velocidad muy, muy rápida. Los jueces están entrenados para ello, pero tienen que detectar si hay una desviación de diez grados entre las piernas y el tronco en un momento determinado de un vuelo. Se puede hacer, pero puede haber errores".

David Vega y Noemí Romero, debutantes

Por primera vez desde que el trampolín es olímpico (Sídney 2000), España contará con representación en los Juegos gracias a David Vega y a Noemí Romero, un hito que Vicente Andrés espera que suponga "un punto y seguido".

"El proceso de clasificación es muy exigente, solo para las 16 mejores chicas y los 16 mejores chicos. Y durante pues 24 años hemos estado obsesionados con esa cuestión. De hecho, parte de nuestro rendimiento se juzga única y exclusivamente por eso, lo cual es extraordinariamente injusto", afirmó el juez internacional.

"Estamos extraordinariamente satisfechos, contentos y orgullosos de haberlo conseguido, pero eso tampoco nos debe hacer olvidar que otras veces no fue así, no porque no lo hiciésemos bien", indicó. "Lo que tenemos que intentar ahora es aprovechar esa ola de éxito para subirnos a ella e intentar consolidarnos".

Vicente recordó que el trampolín español ha logrado más de 30 medallas internacionales entre 2022 y 2024, pero muchas de ellas pertenecen a modalidades no olímpicas.

"No se me ocurre en este momento ningún deporte que pueda decir que tiene una campeona de Europa, campeona del mundo y campeona de los Juegos Mundiales al mismo tiempo, como lo es Melania Rodríguez. Pero lo es en doble minitramp, que no es una especialidad olímpica. Eso hace que carezca de visibilidad", lamentó.

"Nuestra meta siempre ha sido que el trampolín sincronizado entre en el programa olímpico. Creemos que hemos estado cerca de conseguirlo en algunos momentos, pero la sensación ahora es que es difícil, muy complicado", admitió.

Vicente desearía más inversión en su deporte para mantener a unos equipos que son líderes a nivel mundial.

"España tiene una muy buena instalación en el CAR de Sant Cugat y los gimnastas que destacan en otros territorios tienen que irse a entrenar allí. Noemí es uno de los últimos frutos de un centro de tecnificación que hubo en Albacete entre 2007 y 2014, que se desmanteló a raíz de la de la crisis financiera. Era un talento desde niña, estuvo a punto de no poder continuar y se tuvo que ir al  CAR", relató.

Pero, a su juicio, "tampoco tiene sentido que descapitalices a todos los centros territoriales para llevarlo todo a Sant Cugat porque entonces no se echan raíces".

Getafe (Madrid) se ha comprometido a tener una instalación específica, porque ahora los gimnastas deben montar los aparatos los lunes y desmontarlos los viernes para dejar paso a otros usos. Antes era peor: tenían que montar y desmontar todos los días.

"Es muy complicado explicarle a los gimnastas por qué no tienen las mismas condiciones de entrenamiento. Los resultados están ahí. Es evidente que méritos han hecho para tener instalaciones permanentes y centros que compitan entre ellos. Siempre lo hemos fiado toda la clasificación olímpica. Esa era siempre la respuesta que se nos daba. Ahora que ha llegado, veremos si las recompensas están ahí", apuntó Vicente.

Lo que aseguró es que "la semilla está bien plantada de cara a Los Ángeles 2028".

Para el trampolín español, la organización en Pamplona de los campeonatos del mundo en noviembre de 2025 será "un hecho histórico". La meta es mantener el equipo y los resultados de 2023 en Birmingham (cuatro medallas), "pero sobre todo promocionar el deporte".

"Hay vida más allá de los Juegos Olímpicos", recordó. EFE

nam/sab

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