Las figuras veteranas decepcionan con una corrida de excesiva desigualdad

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Paco Aguado

Valencia, 20 jul (EFE).- La terna de veteranas, y más que amortizadas, figuras que se anunció hoy en la feria de Julio de Valencia tuvo una decepcionante y poco acertada actuación, aunque Manzanares paseara una solitaria oreja, ante una corrida de excesiva desigualdad, en todo, con toros de dos hierros distintos.

Porque, por mucho que le dieran ese trofeo, tampoco fue una buena tarde de José María Manzanares, que, para empezar, no contribuyó, con varios telonazos por alto que le castigaron los riñones, a que su primero, un cornicorto de El Pilar, se recuperara de su debilidad para desarrollar, aunque fuera mínimamente, la buena clase que dejó ver en los primeros tercios.

La faena premiada fue ya la del quinto, un toro de buenas hechuras y con el hierro de Victoriano del Río, que se vino arriba después de salir del peto y repitió con fuerza sus arrancadas, sin que Manzanares llegara nunca a cogerle el ritmo. Mecánico en sus planteamientos, el alicantino no matizó nunca a la hora de enganchar las embestidas, tal vez por la molestia del viento, haciendo que el animal llevara siempre la iniciativa en los embroques.

Con altibajos de acople, y luciendo solo cuando, aun así, se asentaba un tanto con la mano derecha, acabó paseando el trofeo gracias a la benevolencia del público y de la presidencia, que tampoco tuvo en cuenta la defectuosa colocación de la espada en una estocada que dio al momento con el toro en tierra.

A Sebastián Castella le cupo en suerte, para abrir plaza, un notable ejemplar de El Pilar, de muy finas hechuras, y con una nobleza enclasada que parecía solo tener el límite de una apuntada falta de fuerzas que luego no se concretó, a pesar del seco y poco templado inicio de faena del francés.

Aun así, el colorado mantuvo la calidad en unas largas y rítmicas embestidas que Castella solo apuró debidamente en una serie con la diestra a lo largo de una faena plagada de altibajos, sobre todo técnicos, y condicionada por algunas rachas de viento, en la que no acabó de estar a la altura de el que acabaría siendo el mejor ejemplar de la corrida.

De hecho, en cuarto turno enlotó un alto y más voluminoso ejemplar de Victoriano del Rio, que derribó aparatosamente al caballo de picar per que acabó rajándose y buscando las tablas después de que el francés se demorara varios minutos intentando que se le arrancara hasta los medios para darle el pase cambiado con que le abrió otro dilatado trasteo con escaso criterio lidiador.

Alejandro Talavante se echó por delante su toro de Victoriano del Río, un manso declarado en varas y reservón en la muleta al que el extremeño aplacó cierto genio inicial con unos naturales que, uno a uno, tuvieron el temple y el reposo que ya no volvió vérsele cuando el animal se fue yendo a las tablas.

Y no pudo haber más con el sexto, el más armado de los de El Pilar, que tras un embarullada y surtida apertura de faena se rajó buscando irremisiblemente el refugio de las tablas para acabar echándose, probablemente afectado por una lesión interna, sin que la cuadrilla llegara siquiera a levantarlo para que Talavante pudiera entrar a matar. El puntillazo final iba a ser una imagen más que simbólica del global de la tarde.

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FICHA DEL FESTEJO:

Tres toros de El Pilar y otros de Victoriano del Río (3º, 4º y 5º), de muy desigual presentación, con más volumen, cabezas y cuajo los últimos. Los del hierro salmantino, muy escasos de fuerzas, apuntaron clase, sobre todo el primero, que fue el mejor de la corrida, mientras que el sexto se echó, probablemente a causa de una lesión interna. Dos de los de Victoriano del Río, con más fuerza y movilidad, se rajaron o fueron a menos, mientras que el quinto tuvo claras y duraderas embestidas.

Sebastián Castella, de azul marino y oro: pinchazo, estocada contraria y descabello (ovación tras aviso); pinchazo hondo y descabello (ovación).

José María Manzanares, de corinto y oro: cuatro pinchazos y estocada desprendida (silencio); estocada caída (oreja).

Alejandro Talavante, de lila y oro: pinchazo y estocada trasera desprendida (silencio tras aviso); el sexto fue apuntillado sin que le llegara a entrar a matar (silencio).

Entre las cuadrillas, Javier Ambel saludó tras banderillear al tercero.

Tercer festejo de la Feria de Julio, con algo menos de tres cuartos de entrada (unos 7.500 espectadores), en tarde-noche calurosa pero con rachas de viento.

EFE

pa/fp

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