Madurell: "Me gustaría que alguien me ayudara, porque con la pensión no me va a llegar"

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Ginés Muñoz

Barcelona, 19 jul (EFE).- El pasado 14 de julio, España ganó la Eurocopa de fútbol, Carlos Alcaraz conquistó Wimbledon y Josep Madurell se proclamó campeón del mundo de tenis de mesa en la categoría de mayores de 85 años.

"Fue un domingo completo", bromea Madurell, quien al contrario que Alcaraz, Lamine Yamal, Nico Williams y compañía no acaparó portadas ni abrió los informativos.

El veterano palista catalán (86 años) recibe a EFE en l'Agrupació Congrés, un modesto club barcelonés con un pequeño teatro y una sala con tan solo dos mesas para entrenar y repleta de fotos suyas y trofeos que recuerdan algunas de sus gestas.

La última de ellas, la medalla de oro en el Mundial de Roma. "Después de ganar el Europeo, el objetivo era ser campeón del mundo y, después de mucho esfuerzo, al final lo he conseguido. Ahora, ya he llegado al máximo; ya no puedo subir más", afirma orgulloso.

Y es que Madurell también es el actual campeón de Europa en la categoría +85, al conquistar el título el año pasado en Sandefjord (Noruega). En 2019, se colgó el bronce en Budapest (Hungría) y, en 2022, fue plata en Rimini (Italia), al perder la final con el alemán Siegfried Lemke, considerado el número 1 de su categoría.

La semana pasada, en Roma, pudo vengar aquella derrota eliminando a Lemke, que defendía título mundial, en cuartos de final. "Esperaba enfrentarme a él más adelante, en semifinales o en la final. Pero cuando vi que me tocaba en cuartos, pensé que, en Rimini, me había ganado 3-2 y justito, y que tenía posibilidades de ganar", explica.

Madurell le devolvió aquel 3-2 a Lemke, y conquistó el título que le faltaba sin ceder ni un set en el resto de eliminatorias, incluida la final. Ahora, es él y no el germano el vigente campeón del Mundo y de Europa, un sueño hecho realidad del que no se quiere despertar.

Sin embargo, cree que defender ambos títulos no le va a resultar fácil. Y no habla de una cuestión de edad: "Lo seguiré haciendo mientras pueda, pero me tengo que pagar todo yo. Me gustaría que alguien me ayudara, porque igual dentro de poco ya no voy a poder ir, porque con la pensión que tengo -trabajó toda su vida de pintor, como su padre- no me va a llegar".

Josep Madurell, que empezó a jugar en una parroquia del barcelonés barrio de Gracia cuando solo tenía 8 años, es una leyenda del tenis de mesa. Nadie en España ha ganado más que él.

"Tengo 56 títulos en campeonatos de España, cerca de 40 de Cataluña y, en Barcelona, unos 20 y pico. En total, deben salir unos 110 o 120 títulos. Pero de ganarme la vida con esto, nada de nada. En mi buena época, lo máximo que conseguí es que me pagaran los gastos de los viajes", señala.

Ahora que es campeón europeo y mundial, solo recibe el reconocimiento de la federación catalana. "Ellos me han hecho homenajes, pero la que ni siquiera me ha felicitado nunca, y no sé por qué, es la federación española", se queja con resignación.

Y eso que Madurell tiene la licencia número 46 como jugador de la federación española "y, si actualizaran el censo, estaría entre los diez primeros, seguro", añade.

En cualquier caso, el palista barcelonés, que a su edad vive solo en Gracia -nunca se ha casado ni tampoco tiene hijos-, se siente de sobras recompensado por un deporte que se lo ha dado todo y que le ha permitido hacer muchos amigos.

"Cuando gano, no solo estoy contento por mí, sino también por mis compañeros. Todos me apoyan y todo me han felicitado por lo del domingo pasado", subraya Madurell, una institución en el tenis de mesa, sobre todo catalán y barcelonés que, a sus 86 años, mantiene la ilusión por seguir jugando.

"A mi edad, es necesario hacer ejercicio, moverte, porque sino estás perdido. Y el tenis de mesa es mi deporte favorito. Yo intento hacer el máximo de ejercicio posible, andar cada día, entrenar tres veces por semana y, cuando hay competición, juego dos días más. Gracias a eso, he ido consiguiendo estas victorias", reflexiona mientras esboza una tímida sonrisa.

La clave, en los grandes torneos, es que rara vez se pone nervioso. "Siempre he sido muy tranquilo. Cuando estoy jugando, me aíslo de todo lo que tengo alrededor y solo me concentro en la mesa", apunta.

Y también su capacidad para adaptarse al juego de los contrarios: "Los que llegamos a las fases finales, tanto en Europeos como Mundiales, acostumbramos a ser los mismos, pero siempre intento verles jugar en directo y estudiar sus puntos débiles, porque nunca sabes con lo que te puedes encontrar".

Y sobre todo, ha sabido evolucionar su tradicional "juego defensivo" con el paso de los años, para poder seguir ganando, porque, según advierte, el tenis de mesa ha cambiado mucho y cada vez es más agresivo.

"Años atrás, solo con mi juego defensivo, tenía bastante para ganar. Hoy en día, si solo defiendes, empiezas ganando, pero terminas perdiendo. Así que, de vez en cuando, tienes que pasar a contraatacar", sentencia Josep Madurell. EFE

gmh/lm

(foto) (vídeo)

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