Paco Aguado
Valencia, 19 jul (EFE).- El rejoneador sevillano Diego Ventura, que paseó una oreja de cada uno de sus toros, salió a hombros hoy en Valencia, al finalizar una corrida en la que, aunque también Fernando Adrián paseó un trofeo, apenas hubo lucimiento en el toreo a pie.
Por eso, antes que de los de luces, hay que hablar de Diego Ventura, cuyo triunfo vino dado por dos actuaciones muy distintas, aunque ambas condicionadas por el excesivo castigo que aplicó, con un innecesario segundo rejón, a su lote de Los Espartales.
Por eso, si su primero mostró desde que asomó al ruedo una pajuna nobleza y un sosegado galope, acabó yendo muy a menos en una faena templada pero sin vibración del rejoneador sevillano.
En cambio, el cuarto, que sacó muchos pies de salida, pareció lesionarse de los cuartos traseros con ese segundo rejón, lo que hizo que atacara renqueante a los caballos hasta que cayó a la arena casi derrengado.
Aun así, el toro se recuperó lo suficiente para que Ventura pudiera remontar ambiente con alardes de doma que, sobre todo tras el impacto de un rejonazo fulminante, se le llegara a pedir incluso una segunda oreja.
Tampoco tuvo excesivo peso la concedida a Fernando Adríán del segundo toro de la corrida, que iba a ser, a la postre, el único de los de Núñez del Cuvillo que tuvo algo de duración y celo en el último tercio. Y eso lo aprovechó el madrileño en un inicio de rodillas en los medios y en dos tandas con la derecha que fueron las únicas ligadas mientras el astado mantuvo las inercias.
Pero cuando estas se redujeron en metraje, y entre rachas de viento, la faena fue decayendo, a base de pases cortos empalmados, aunque el amable púbico valenciano la acabaría premiando una vez que Adrián la cerró de un contundente espadazo con rápidos efectos letales.
El quinto, otro Cuvillo con volumen y más longitud de pitones, empujó en varas y embistió fuerte en los primeros compases del trasteo, pero sin encontrar el suficiente mando en la ligera muleta de Fernando Adrián, que en varios momentos estuvo a punto de ser desbordado por un toro que, crecido ante falta de mejor respuesta, acabó incluso sacando mal estilo.
Por su parte, Juan Ortega no tuvo una mínima opción de lucimiento, salvo en el precioso quite por chicuelinas que le hizo al buen toro de su compañero. Con su primero, rebrincado y a la defensiva, el sevillano se dilató buscando sin éxito la forma de asentarlo, pero no tuvo contemplaciones y cortó por lo sano con el sexto, que bajo su bello pelo melocotón ocultó una absoluta y descompuesta mansedumbre.
----------------------
FICHA DEL FESTEJO:
Dos toros, despuntados para rejones, de Los Espartales, con volumen y cornicortos, que sacaron clase pero con la raza y las fuerzas justas, y cuatro de Núñez del Cuvillo, hondos y con cuajo pero de escasos pitones, casi todos mansos en el caballo, desrazados y a la defensiva, salvo el segundo, que tuvo algo más de duración y celo.
El rejoneador Diego Ventura, con chaquetilla granate: rejonazo delantero (oreja); rejonazo trasero (oreja con fuerte petición de la segunda). Salió a hombros por la puerta grande.
Fernando Adrián, de marino y oro, que sustituía a Morante de la Puebla: estocada desprendida (oreja); estocada trasera (silencio).
Juan Ortega, de purísima y oro: estocada honda delantera y atravesada (ovación); media estocada delantera, dos pinchazos y descabello (silencio).
Segundo festejo de la Feria de Julio, en sesión de tarde-noche, con dos tercios del aforo cubiertos (unos 6.500 espectadores), en tarde caluroso con algunas rechas de viento.
EFE
pa/fp