La Aguilera (Burgos), 18 jul (EFE).- El bioquímico Mariano Barbacid, fundador del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, ha puesto en evidencia las dificultades que en España conlleva la puesta en marcha de compañías de biotecnología, encargadas de la investigación oncológica entre otros cometidos.
Barbacid, que ha participado en el curso Prensa y Poder que durante esta semana se desarrolla en La Aguilera (Burgos), ha lamentado cómo los gobiernos de las primeras potencias en investigación han decidido que el descubrimiento de fármacos se realice en empresas en lugar de financiarlo con dinero público.
"Todo el capital que utiliza la industria farmacéutica es privado y es mucho capital. Cuando yo estaba en Bristol Myers, la parte preclínica, que es la que menos dinero tenía, dedicaba una cantidad mayor que el presupuesto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)" en España, ha comparado.
No obstante, ha incidido en que si bien los descubrimientos básicos tienen lugar en su gran mayoría en laboratorios de organismos públicos, su desarrollo farmacológico depende de compañías de biotecnología y, a veces, se prolonga durante años.
En este sentido, ha recordado que el Oncogen KRAS, que se descubrió en 1982, no ha tenido el primer fármaco contra esta mutación hasta 2021.
Durante los últimos años, ha proseguido, las multinacionales farmacéuticas prefieren comprar a investigar, adquiriendo los resultados del trabajo de pequeñas empresas.
"Sería una especie del clásico español 'que investiguen ellos', pero con la cartera siempre a mano", ha indicado.
Ante este panorama, Barbacid ha reconocido que la puesta en marcha de esas pequeñas compañías de biotecnología en España es mucho más difícil que en Estados Unidos, en primer lugar porque hay mucho más capital riesgo en el país norteamericano y una pequeña empresa emergente suele necesitar al menos 50 millones de dólares para ponerse en marcha.
La reticencia del inversor español para invertir a ocho o diez años vista y, si lo hace, con cantidades mucho más limitadas, son otras de las razones que dificultan el emprendimiento biotecnológico en España, ha recalcado el bioquímico, quien también ha apuntado que las universidades americanas suelen fomentar la creación de estas empresas pues suelen participar en los beneficios.
Por último, se ha referido al hecho de que en España, prácticamente toda la investigación tiene lugar en centros públicos, como el CSIC y las universidades públicas que, sin embargo, conllevan una burocracia que ha calificado como "asfixiante" que desincentiva la creación de estas impresas innovadoras.
"A pesar de estas limitaciones, es un hecho que en España es posible establecer start ups y transferir los resultados académicos al mundo de la empresa", ha asegurado.
En concreto, ha enumerado varias empresas emergentes (start ups) oncológicas en España y se ha centrado especialmente en dos de ellas. La primera, Peptomyc, surgida del Insitut Vall d'Hebron d'Oncologia en 2014 para aplicar los hallazgos de la doctora Laura Souce en la lucha contra el cáncer que recientemente ha logrado 31 millones de inversores privados y 11 más de fondos públicos en forma de becas o créditos blandos.
La segunda empresa que ha destacado es Ona Therapeutics, proveniente del Instituto de Investigación Biomédica de Barcelona, fundada en 2019 por Salvador Aznar-Benitah y Valerie Vanhooren, que ha anunciado una ronda de financiación de 30 millones aportados por varios fondos españoles, franceses y belgas para completar sus investigaciones.
"Tengo envidia sana, por supuesto, y admiración, porque a mí me está costando muchísimo conseguir bastante menos que eso", ha concluido Barbacid. EFE
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