Formación profesional que logra estrellas Michelin o la internacionalización de empresas

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Madrid, 18 jul (EFE).- Lydia del Olmo dedicaba su vida al deporte hasta que decidió aventurarse a cumplir el sueño que compartía con su madre y su abuela, mientras que el asturiano José Alonso siempre supo que memorizar no era lo suyo sino centrarse en la creatividad empresarial, y lo que ambos comparten es su decisión de decantarse por la formación profesional.

En el caso de la chef vallisoletana Lydia del Olmo, una de las fundadoras del restaurante Ceibe en Ourense, catalogado con una estrella Michelin en 2023, hace más de un década decidió dar un cambio drástico a su vida y “apostar por algo que siempre había tenido ahí”, la cocina inculcada por su familia.

Así pues, se inscribió en la Escuela de Profesionales Alcazarén para formarse en la cocina en busca de “un trato más personal hacia el alumnado, no solamente en la etapa formativa, también después”, por lo que más tarde complementó esos estudios con otro curso de gestión.

De esta forma, para ella era fundamental lograr ese equilibrio al conocer las técnicas de “una profesión tan bonita como dar de comer a la gente”, al mismo tiempo que podía hacer de ello un negocio rentable y sostenible.

El compromiso, según ha explicado en una entrevista a EFE, es básico para el trabajador profesional, algo que aprendió en la escuela: “En Alcazarén se cumple a rajatabla, tienes las herramientas y tú puedes gestionarte con su ayuda también, para que a la hora de la verdad, cuando vayas a salir, digas, pues equis persona o equis profesora me hizo hacer esta tarea 1.000 veces y ahora cuando estoy en el mundo laboral, oye, pues qué razón tenían, qué bien me vino a hacer esto”.

Sobre los métodos de formación, el dueño de la empresa turística Buendía Tours, José Alonso, considera que un sistema basado en memorizar no es positivo para ciertas profesiones, como por ejemplo la suya, donde la creatividad debe primar a la hora de ofrecer soluciones adaptadas al cliente y al momento.

Alonso ha reconocido que su sueño siempre fue dedicarse a la publicidad, donde resulta más útil pensar de otra manera, con más interactividad entre alumno y profesor, por lo que un sistema de formación profesional más práctico y con clases más reducidas era, en su caso, perfecto.

Tras acabar sus estudios, dejó su Oviedo natal para trabajar en hoteles en Bruselas y allí encontró una idea de negocio que ahora cuenta con sede en la capital asturiana y oficinas en Bélgica, Madrid, en Alicante y en Vitoria, con una facturación de 17 millones de euros.

La Escuela de Profesionales Alcazarén de Valladolid del Grupo Aspasia -que mantiene un acuerdo de difusión de contenidos con EFE- es un centro de formación profesional con más de 30 años de experiencia especializada en hostelería, turismo y educación; y allí también estudió el joven cocinero, de 22 años, Andrés Esgueva, a quien una grave lesión de rodilla le obligó a dejar el hockey profesional.

Esgueva recuerda que aún está aprendiendo y que la formación en la cocina es “esencial, mucho más que la intuición”, reflexiona en una entrevista con EFE, donde no tuvo reparo en afirmar que su comida favorita es la pizza y que la sencillez es una de sus señas de identidad: “Me han inculcado toda la vida que, muchas veces, menos es más”. EFE

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