Rosa Regàs, una mujer que rompió esquemas y se abrió paso en la sociedad franquista

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Hèctor Mariñosa

Barcelona, 17 jul (EFE).- Rosa Regàs fue una mujer luchadora que tuvo que sobreponerse desde la infancia al estigma de ser hija de republicanos perdedores de la Guerra Civil y que, tras un temprano matrimonio en el que tuvo cinco hijos, supo abrirse camino entre la rígida sociedad franquista para estudiar la carrera de Filosofía y convertirse en traductora, editora y, finalmente, escritora de éxito.

Una vida intensa y llena de proyectos que la animaron a escribir cuando sobrepasaba ampliamente los 50 años, movida por la fuerza y el entusiasmo de quien busca la libertad y seguir el propio camino por encima de todo.

"Yo no quise renunciar a ninguno de los aspectos que me ofrecía la vida", dijo en este sentido Regàs, quien, tras ser separada de sus padres al término de la Guerra Civil, quedó interna en un colegio de monjas hasta los 17 años para casarse solo un año después, una educación tradicional para la época que no truncó su ansia por abrirse paso en el ámbito profesional, lo que la convirtió en una mujer avanzada a su tiempo.

Para ello, empezó a buscar un trabajo porque era consciente de que no tendría libertad total si no tenía libertad económica, y de este modo entró en la editorial Seix Barral, que buscaba a una persona para hacer labores para la prensa.

Este ansia de independencia personal fue un ejemplo para otras mujeres de su época que todavía sentían la presión social de no amoldarse a lo que les imponía la sociedad en la que les tocó vivir.

Rosa Regàs decía que sus novelas reflejaban casi todo de ella, pues son historias que se nutrían de sus experiencias, de sus recuerdos e impresiones, convenientemente moldeados y adaptados después por su imaginación.

Hermana del empresario Oriol Regàs, fundador de la discoteca Bocaccio, que se convirtió en el tardofranquismo en punto de encuentro de la denominada Gauche Divine de Barcelona, Rosa Regàs fue una más de este movimiento de intelectuales contrarios al régimen.

Junto a escritores como Manuel Vázquez Montalbán, Terenci Moix, Jaime Gil de Biedma o José Agustín Goytisolo, arquitectos como Óscar Tusquets, Oriol Bohigas o Ricardo Bofill, cantantes como Raimon y Serrat o editores como Jorge Herralde, Esther Tusquets o Beatriz de Moura, Regàs se movía en un ambiente liberal y de modernidad impropio de la época.

Fue una etapa sobre la que decía no sentir añoranza, pero en la que conoció a un grupo de personas con una talla intelectual y artística que posteriormente no volvió a encontrar, según admitía.

Nombrada en 2004 directora general de la Biblioteca Nacional de España por la entonces ministra de Cultura, Carmen Calvo, desde este puesto impulsó su modernización mediante la digitalización de sus fondos y trató de acercar esta institución a los ciudadanos durante sus más de tres años de gestión.

Viajera impenitente, reflejó esta faceta de su vida en varios artículos y libros de viajes, como 'Viaje a la luz del Cham' (1995), narración de una estancia de dos meses en Siria o 'Volcanes dormidos' (2005), sobre sus viajes a países centroamericanos con el también escritor Pedro Molina Temboury.

En 'Diario de una abuela de verano. El paso del tiempo' (2004), la escritora mostraba su relación con sus numerosos nietos, con quienes convivía cada verano en la casa de campo que tenía en la Costa Brava, un libro que inspiró la serie de televisión 'Abuela de verano'.

En su último libro, 'Un legado', publicado el pasado mayo, hizo un repaso de su larga trayectoria tanto en la literatura como en el mundo editorial, donde no rehuyó explicar detalles sobre sus fuertes discrepancias con el ministro de Cultura César Antonio Molina, que hizo que dimitiera como directora de la Biblioteca Nacional, o con la superagente literaria Carmen Balcells, a la que dejó por desavenencias.

Distinguida en 2005 con la Cruz de Sant Jordi de la Generalitat y la condecoración Chevalier de la Legión de Honor de Francia, Rosa Regàs estuvo muy vinculada al país galo por su formación y afinidades, pues pasó tres años de su infancia en París (1937-1940) y, a su regreso a Barcelona, permanecieron allí sus padres. EFE.

hm/fp

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