ERC celebra el retorno de Rovira en plena crisis interna y con el PSC a la expectativa

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Martí Puig i Leonardi

Barcelona, 12 jul (EFE).- El retorno a Cataluña de la secretaria general de ERC, Marta Rovira, tiene lugar en plena crisis interna en el partido, que ha sufrido cuatro batacazos electorales consecutivos, y cuando las negociaciones para la investidura de Salvador Illa encaran su tramo más decisivo, lo que sitúa al PSC a la expectativa.

Desde las filas de los republicanos confían en que la presencia de Rovira en el día a día de la organización contribuya a poner coto a una división que no ha dejado de ir a más desde el pasado 12 de mayo, cuando la candidatura liderada por el president Pere Aragonès retrocedió de 33 a 20 escaños.

La digestión de ese pésimo resultado la complicó desde el primer momento la endiablada aritmética parlamentaria resultante de las urnas: los veinte parlamentarios de ERC pueden ser decisivos para que Illa sea el nuevo jefe del ejecutivo catalán si se acaban sumando a los 42 del PSC y a los seis de los comunes.

Ya desde la campaña ERC situó cuatro elementos para entablar negociaciones postelectorales: avanzar en la resolución del conflicto político catalán; un nuevo modelo de financiación para Cataluña, para la que los republicanos reclaman plena "soberanía fiscal"; el refuerzo de los servicios sociales; y un nuevo impulso al catalán desde la administración.

Rápidamente, sin embargo, la propia Rovira se encargó de dejar claro que la carpeta prioritaria era la de la "financiación singular", esto es, hacer que Cataluña salga del régimen común, como ya sucede en los casos de Euskadi y Navarra.

Desde entonces apenas ha trascendido nada sobre las negociaciones, aunque ERC ha asegurado esta semana que avanzan "a buen ritmo". Rovira se encarga de coordinar las conversaciones por parte de los republicanos y su retorno puede facilitar dar pie a un mayor entendimiento. Una delegación del PSC se había desplazado ya en las últimas semanas a Suiza para hablar cara a cara.

ERC, con todo, ha dejado claras dos cosas: un eventual acuerdo debe alcanzarse antes de que acabe el mes de julio, aunque el plazo legal para evitar una repetición electoral expira el 26 de agosto; y la última palabra la tendrá en cualquier caso la militancia, que deberá ratificar ese hipotético pacto mediante una consulta telemática.

Dificulta todo lo anterior el cisma en el que se ve envuelta la formación. Tres días después de los comicios, el entonces presidente del partido, Oriol Junqueras, anunció que dejaba el cargo con la intención de volver. Por contra, el president y candidato Pere Aragonès ya había asegurado que abandonaría la primera línea política, lo mismo que hizo ese miércoles Rovira.

La división no ha dejado de acrecentarse desde entonces y se explica más por agravios personales que por diferencias políticas de calado, lo que hace pensar a los más optimistas que un contacto más frecuente entre Junqueras y Rovira puede limar algunas asperezas.

Lo cierto es que la marcha -aunque quizá no definitiva- de Junqueras rompió el tándem con el que ambos habían liderado ERC desde 2011. Si la crisis persiste, serán los aproximadamente 8.700 militantes de ERC los que decidan, en un congreso convocado para el 30 de noviembre, qué rumbo debe tomar el partido.

Mientras tanto, dos episodios dan muestra de que las aguas bajan turbias: el polémico congreso convocado por la federación de Barcelona para que la militancia avalara gobernar junto al socialista Jaume Collboni, suspendido 'sine die' a raíz de una movilización sin precedentes a favor del 'no' que desbordó el aforo previsto; y la acción denigratoria contra los hermanos Maragall, todavía por esclarecerse pero que ya han llevado a Sergi Sabrià a anticipar su marcha del Govern entre duros reproches a Junqueras. EFE

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