Estopa celebra el orgullo de extrarradio en un recital multitudinario en el estadi Olímpic

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Lara Malvesí

Barcelona, 10 jul (EFE).- Cuando los hermanos Muñoz empezaron a mover su maqueta en casette a finales de los noventa poco podían imaginar que un cuarto de siglo más tarde su música sería la banda sonora de varias generaciones y se convertirían en los primeros artistas españoles en actuar en un estadi Olímpic lleno hasta la bandera.

Cerca de 60.000 almas han coreado los temas del último trabajo, "Estopía", pero sobre todo se han deleitado con temas ya eternos como "Tu calorro", "Cacho a cacho", "La raja de tu falda" o "Partiendo la pana", llenos de rumba, rock y cambios de ritmo que han hecho 'botar' al público entregado.

"No sé cómo voy a poder terminar esto. Ya estoy afónico y vamos por el principio", se ha arrancado David, voz principal y el más extrovertido de los hermanos, que se han acompañado sobre el escenario de algunas colaboradoras habituales como Chonchi Heredia.

"Vamos a hacer el concierto lo mejor que sepamos. Estamos jugando en casa y no podemos ni perder ni empatar. Hay que ganar", añadía para abrir una gran noche en Barcelona en la que no ha faltado el Seat Panda rojo sobre el escenario.

Era imposible resumir en una velada veinticinco años, aunque a pesar de todo han hecho un buen repaso a toda su discografía, incluidos guiños a 'Rumbo a lo desconocido' (2015), '¿La calle es tuya?' (2004), 'Voces de ultratumba' (2005), 'Allenrock' (2008) y 'Esto es Estopa' (2014).

El broche final lo ha puesto 'Como Camarón', de su primer disco (1999), a la que han precedido otras favoritas como 'Me quedaré' (2011), 'Ojitos rojos' y 'Vino Tinto', del álbum Destrangis, de 2001.

Algunas de las canciones más aclamadas ya se incluían en aquella primera maqueta, sin letras censuradas, como la de 'El del medio de los Chichos', que se convirtió en "viral" antes de que existiera esa palabra y las redes sociales tuvieran la fuerza propulsora de convertir en popular cualquier cosa por el poder del algoritmo.

Los años han pasado para David y Jose, como para muchos de sus seguidores, que atiborraban esta noche el estadi Olímpic. Al final, el festival ha durado algo más de dos horas y media.

Como en sus letras: "era una tarde tonta y caliente, de esas que quema el sol la frente, era el verano de 2024 y yo me moría por verte".

Antes de empezar, se han vivido algunos nervios por miedo a llegar tarde en los alrededores del estadio. Al final se ha esperado a todo el mundo y el concierto ha empezado cuarenta minutos más tarde.

Aunque TMB como es habitual había animado a usar los buses lanzadera desde plaza España, ha habido algún embotellamiento porque parte del público, especialmente de fuera de Barcelona, ha preferido traer el coche antes que encomendarse al cercanías.

Y es que el fan "estopero" viva o no fuera de la gran ciudad empatiza con el orgullo de barrio obrero de extrarradio que tan bien describen las letras del grupo.

El "pocos ceros en mi nómina ilegal", el "nos comemos la noche gramo a gramo", el "estoy en el metro sin cobertura y en la parada de tu cintura" y, claro, el "lo reconozco, fumo porros a diario". Un imaginario de vidas corrientes con el que empatizar desde generaciones que no han conocido otra cosa más que crisis.

"Esta canción se la queremos dedicar a la clase obrera de Cataluña. A la gente que se levanta a las seis de la mañana en contra de su voluntad", ha dicho David antes de cantar "Pastillas de freno".

En las pantallas gigantes sobre el escenario imágenes de trenes y el ‘skyline’ de Cornellá. "Tierra Santa", han bromeado.

Esa naturalidad que pregonan y practican explica parte de su éxito, aunque tiene mucho que ver también la épica de su propia historia, una historia de película, la de dos jóvenes humildes sin conservatorios ni padrinos que plasmando su sentimientos adolescentes en sus propia versión de la rumba esquivan un futuro ineludible de madrugones en la fábrica.

Fue su círculo familiar y de amigos, después de ganar el concurso de cantautores del barrio de Horta-Guinardó con la canción 'Luna lunera', quienes movieron la maqueta hasta conseguir un contrato musical que abriría las puertas de una carrera sin altibajos y una maquina engrasada que está lejos de detenerse.

Esta noche se acordaron también de aquellos inicios, del "veneno" que les inyectó su padre con la rumba y, por supuesto, del Pescaílla, Camarón y Los Chichos, inspiración y precedente necesario para un sonido reconocible que esta noche hizo historia, aunque no se encendiera el pebetero, como los hubiera gustado. EFE

lmi/plv

(foto) (vídeo)

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