El último curro de Sabucedo hermana al pueblo con las bestas antes de otro año en libertad

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Miguel Álvarez

Sabucedo (Pontevedra), 8 jul (EFE).- El tercer y último curro de Sabucedo ha hermanado este lunes al pueblo con las 'bestas' -caballos salvajes- antes de dejarlas en libertad durante otro año más.

La rapa das bestas de Sabucedo (A Estrada, Pontevedra) concluyó, como cada mes de julio, con un día plagado de emoción y de 'aloitadores' debutantes, que esperan al lunes para estrenarse en la tradición.

Los caballos salvajes bajaron al pueblo, al recinto de Cataroi, el viernes por la tarde, con más de 220 ejemplares, y participaron en los curros del sábado y el domingo, antes del de hoy, con un tercio rapados en cada ocasión.

En este último curro entraron puntuales a mediodía, aunque los 'aloitadores' tenían localizado a uno demasiado nervioso, que pateaba y ya había sido rapado, que lo apartaron antes de empezar, por seguridad.

Lo mismo hicieron los niños del pueblo, ayudados por los adultos, con los potros, como en cada ocasión, antes de empezar.

La rapa empezó instantes después, aunque la segunda 'besta' se resistió especialmente y llevó a la primera ovación de la mañana, cuando se calmó, de un recinto lleno una vez más, con 1.600 personas.

Una de las 'bestas', ya rapada, se colocó durante un rato entre los 'aloitadores' que estaban en la entrada del curro y que en ese momento no participaban: "Esta es lista", bromeaban.

Y es que mientras estuvo allí, evitó las huidas y los golpes provocados por sus compañeros desbocados cada vez que se intentaba una de las rapas.

La tradición, una vez más, establece que un 'aloitador' salta encima del lomo de una 'besta' mientras otro le agarra la cabeza e intenta taparte los ojos y un tercero la agarra por el rabo.

Máximo tres 'aloitadores' por 'besta' y máximo dos 'bestas' 'aloitadas' a la vez, esa es la norma que se sigue por seguridad, mientras el resto establece perímetros de seguridad en torno a los que les cortan la crin y el pelo de la cola, para evitar parásitos y enganches, y les dan un desparasitante interno por vía bucal.

Incluso el público hizo la ola durante el proceso, que acabó con menos caballos salvajes en el suelo que en días anteriores, pues ya había menos nervios y sabían lo que ocurría.

"Cerrad la puerta", gritaron varios cuando unas de las 'bestas' escapó hacia la entrada del curro, donde al final fue neutralizada para la rapa, justo entre los que en ese momento estaban más apartados de la acción, pero el rumbo de los caballos perseguidos es imprevisible.

Los 'aloitadores' buscaron a cada uno de los caballos pendientes de rapar e incluso en un momento se quedaron sin desparasitante, por lo que pidieron a gritos una dosis de punta a punta del curro, que llegó al vuelo.

Se volvió a ver, de nuevo, a un pueblo volcado contra los parques eólicos en la zona, pues los proyectos afectan al hábitat de los más de 400 caballos salvajes del área, ya esquilmados, pues a principios de siglo eran el doble.

A pesar de la tensión, hubo buen ambiente y las 'bestas' recibieron el cariño y el cuidado de Sabucedo durante el proceso.

"Un 'aloitador' entiende el curro como un día de trabajo más, donde cuidar de sus compañeros y hermanos, 'bestas' y hombres", dice el último punto de su decálogo.

Todo antes de abandonar el curro, dos horas más tarde, rumbo a la libertad en los montes de la zona, que seguirá un año más hasta que esta rapa centenaria se repita con más de doscientas 'bestas', algunas que este año se libraron y otras que volverán. EFE

maf/oli

(foto) (vídeo)

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