Los almacenes, la cara oculta de los tesoros de las Colecciones Reales

Guardar

Nuevo

Inmaculada Tapia

Madrid, 28 jun (EFE).- La Galería de las Colecciones Reales celebra este viernes el primer aniversario de su apertura descubriendo el escenario más desconocido y curioso del museo: los almacenes dónde cobija tesoros históricos por exhibir.

Mobiliario, alfombras, tapices, relojes, vasijas, por supuesto, cuadros, marcos e infinidad de pequeñas joyas tienen como destino los almacenes de las Colecciones Reales, un espacio blanco, luminoso e impoluto, abierto estos días a un reducido número de visitantes, que se asombra nada más ver el largo pasillo por el que se distribuyen las salas.

Irene Domenech, subdirectora del Museo de las Colecciones Reales, muestra con detalle cada rincón de esta cara B de un "museo vivo, que tiene como objetivo garantizar la conservación de las obras", en el que es "difícil" establecer el número de piezas que puede acoger "porque depende del tamaño de las mismas".

Los almacenes ocupan alrededor de 2.200 metros cuadrados (la mitad del espacio de exhibición) en los que esconden esperando su oportunidad, las alfombras originales del Palacio Real, que son sustituidas por copias en las recepciones oficiales; los tapices que realizó Rafael para Felipe II; un cuadro del taller de Velázquez o el 'Pórtico de la Gloria', de Jenaro Pérez Villamil.

Para evitar que las piezas sufran, hay una revisión continua sobre el control de plagas; además, de una inspección exhaustiva de la temperatura - entre 18 y 21 grados-, y la humedad, detalla María Buyo, técnico del departamento de Registro. Además, los bienes se distribuyen por tipologías, porque unos pueden dañar a otros.

Un museo recién estrenado, como sus almacenes, aun con espacios vacíos a la espera de acoger nuevas obras. Bienes culturales que además de estar catalogados por su valor artístico, también lo están por su valor antropológico.

Un total de doce almacenes y una sala polivalente acogen piezas de pequeño y gran formato, en el que cada hueco, desde pasillos a perfiles, está diseñado para "ganar" espacio.

El nacimiento de las Colecciones ha permitido reordenar todos los almacenes de los que dispone Patrimonio Nacional, un proceso que ha llevado entre seis y siete años y que continúa.

Un procedimiento detallado en el que "no hay problema de pérdida, al utilizar un proceso súper riguroso y documentado", asegura Domenech.

"La suerte que tenemos es que este museo se diseñó para serlo, una razón que ha permitido construirlo según las necesidades propias y pensando en las futuras", advierte Domenech, que recuerda que museos como el Prado, el Reina Sofía o el Thyssen se ubican en edificios que no fueron construidos con ese fin.

Lejos de estar bajo tierra, los almacenes están en la cota 608 (el museo tiene 40 metros de desarrollo vertical), todas sus salas están automatizadas, equipadas con grúas especiales, con carros de transporte diseñados específicamente para el peso y el cuidado del material que tienen que transportar.

Una tela de algodón cubre, para evitar su deterioro y el polvo, los tapices, alfombras y textiles enrollados del revés, en los "compactos", los armarios donde descansan.

De las parrillas cuelgan marcos desnudos y cuadros suspendidos sobre los "durmientes", un pequeño soporte para que descansen, tesoros que algún día verán la luz. EFE

it/oli

(foto) (vídeo) (audio)

Guardar

Nuevo