La escasez de energía amenaza el trono de Taiwan en el mercado de chips para IA

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Javier Castro Bugarín

Taipéi, 28 jun (EFECOM).- Taiwán, hogar de los mayores fabricantes de semiconductores del mundo, aspira a convertirse en uno de los “centros neurálgicos” del desarrollo de la inteligencia artificial (IA), ¿pero tiene suficiente capacidad como para absorber la creciente demanda global de chips?

Esa pregunta tiene una respuesta incierta: Taiwán cuenta con las capacidades técnicas para producir los semiconductores más avanzados del mercado, pero sus múltiples desafíos en materia energética siembran dudas en torno al futuro de su modelo productivo.

La isla, eso sí, lleva “mucho tiempo preparándose” para este desafío, especialmente por su histórica relación con las compañías que lideran la carrera de los chips de IA, como Nvidia y AMD, señala Alicia García-Herrero, economista jefe para Asia-Pacífico del banco de inversión Natixis.

“Creo que Taiwán se va a convertir en un centro neurálgico del hardware de la inteligencia artificial, replicando lo que ocurrió con los semiconductores en la anterior revolución, la de los ordenadores, las tabletas y todo lo que nos ha permitido sacar el máximo provecho de Internet”, afirma García-Herrero a EFE.

A medida que los ordenadores, los teléfonos móviles y los centros de datos se hacían más complejos, los fabricantes de semiconductores han ido creando chips cada vez más pequeños, algunos de ellos compuestos por nodos de tan solo tres nanómetros, que resultan necesarios para ejecutar las aplicaciones de IA más punteras de la actualidad.

Taiwán destaca como líder absoluto en la producción de estos chips gracias a su buque insignia, Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC), compañía que aglutina el 60 % del mercado mundial de fabricación de semiconductores y que tiene a Nvidia, AMD, Apple y Qualcomm entre sus principales clientes.

“Podemos construir cosas muy complicadas en un volumen muy alto y a una velocidad muy alta con TSMC (...). Esto no es normal y no se le puede pedir (a otra empresa) que lo haga”, aseguró a principios de junio el consejero delegado de Nvidia, Jensen Huang, sobre una firma, TSMC, cuyo valor de mercado se ha disparado un 65 % en lo que va de año gracias al auge de la IA.

Para consagrar su dominio en el sector, TSMC está construyendo dos nuevas plantas en Taiwán, concretamente en las localidades de Hsinchu (norte) y Kaohsiung (sur), en las que fabricará chips con procesos de dos nanómetros a partir de 2025.

Esas nuevas fábricas requieren de ingentes cantidades de energía para funcionar, y en este punto Taiwán no está haciendo los deberes: la isla depende excesivamente de la importación de combustibles fósiles y no ha desarrollado lo suficiente sus renovables, que sólo representan el 9,5 % del total de su generación eléctrica.

La amenaza de un bloqueo de China, que entorpecería el suministro energético por mar, se suma al compromiso del gobernante Partido Democrático Progresista (PDP) de cerrar la última planta nuclear activa de Taiwán el próximo año, algo que los expertos ven con recelo dadas las escasas alternativas con las que cuenta la isla.

“Si el Gobierno del PDP no se replantea el cierre de las nucleares y no avanza más rápido en renovables, esto va a ser imposible”, apunta García-Herrero al abordar los desafíos de Taiwán, cuyo consumo de electricidad aumentó un 15 % entre 2013 y 2023 de la mano del gas natural, su principal fuente de energía actualmente.

Los mayores responsables de ese incremento son los fabricantes de semiconductores, especialmente TSMC, cuyo gasto eléctrico va camino de incrementarse un 267 % para 2030, el mayor salto entre todas las compañías de chips de Asia Oriental, de acuerdo a Greenpeace.

Con todo, el oficialismo podría estar cambiando su postura: Tung Tzu-hsien, asesor presidencial para cambio climático, manifestó que la energía nuclear debería representar el 30 % de la energía total de Taiwán -hoy es el 6,3 %-, argumentando que el escaso tamaño de la isla dificulta la instalación masiva de paneles solares u otras fuentes renovables.

Sabedor de estos temores, el presidente taiwanés, William Lai (Lai Ching-te), prometió un “suministro de energía estable” para convertir a Taiwán “en una isla de IA”: el Gobierno confía en que la capacidad de generación eléctrica será suficiente hasta, por lo menos, 2028, lo que satisfará las demandas de las fábricas de chips y de los centros de computación de IA.

En paralelo, las compañías de semiconductores han optado por acelerar su expansión internacional, lo que constituye una “estrategia acertada” para esas empresas y para Taiwán, en opinión de García-Herrero.

“Esa estrategia consiste en crear multinacionales que puedan producir fuera de Taiwán, y por eso ves a TSMC en EE.UU. y en Japón (...). Lo que está haciendo TSMC no es por geopolítica, sino por interés, porque en Taiwán no va a poder seguir produciendo suficiente”, subraya la experta. EFECOM

jacb/aa/apc

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