Pilar Palazuelos
Santander, 23 jun (EFE).- Uno de los problemas que se multiplicó en las aulas tras la pandemia fueron los trastornos de conducta y de regulación emocional en niños y adolescentes y, para minimizar su impacto, se han impulsado aulas 'terapéuticas' como solución temporal y transitoria para dar una respuesta integral y apoyo a alumnos que no están bien dentro de un entorno escolar normalizado.
En Cantabria, las Consejerías de Educación y Salud, tomando como ejemplo iniciativas más veteranas de otros territorios como Euskadi, pusieron en marcha el curso 2022-2023 el Aula Educativo-Terapéutica para poner el foco en la problemática de salud mental en la población infanto-juvenil.
Tras el incremento exponencial de casos a raíz de la pandemia, las cifras se han "estabilizado" y en el Gobierno de Cantabria están contentos de la evaluación de resultados en esta aula, dice a EFE el director de Planificación de la Consejería de Salud y psiquiatra, Óscar Fernández.
En el año previo a la crisis de la covid, en 2019, se derivaron cerca de 1.500 casos a salud mental infanto-juvenil de hospitales de Cantabria. Tras la pandemia, en 2022, se llegaron a derivar mil más y las cifras "parece" que al menos han dejado de crecer.
Los casos más frecuentes se derivan por problemas de comportamiento, ansiedad y déficit de atención.
Conscientes de la importancia de poner recursos para tratar de minimizar esta problemática, en Cantabria, en plena pandemia, se impulsó esta aula, que tiene a una decena de alumnos entre 13 y 16 años en seguimiento.
Para el próximo año académico, el Gobierno prevé ampliar con otra aula más para atender la etapa de Primaria.
Este recurso no pretende ser un aula permanente, sino que, al contrario, "debe ser una aula de estancia temporal donde los niños que se estabilizan y recuperan vuelven a su clase de origen con el resto de compañeros", señala Fernández.
Este alumnado presenta mucha fragilidad emocional "con dificultades para mantener una asistencia regular a los centros educativos y para establecer y consolidar relaciones con iguales".
El aula no se centra ni tiene como requisito tener un diagnóstico concreto de trastorno mental.
"Lo más relevante es la dificultad a nivel funcional que pueda tener el niño para adaptarse con sus iguales o con los docentes. Y ahí recoge todo el espectro de problemas de salud mental", dice Óscar Fernández.
Pone como ejemplo un niño con una fobia escolar, que no es capaz de acudir al colegio con la regularidad que se requiere.
Esta aula le "puede brindar un entorno más seguro con profesionales tanto del ámbito educativo, orientadores o psicopedagogos y a la vez personal sanitario, que pueden facilitar que venza esos miedos a estar en el entorno escolar y otras regulaciones emocionales o dificultades de conducta", destaca.
La labor curricular se realiza con profesores de ámbito y con el apoyo del maestro de Pedagogía Terapéutica e integradores sociales, de forma personalizada y en colaboración con los centros educativos de referencia.
La intervención clínica requiere de una atención individualizada y en ocasiones grupal por parte del psicólogo clínico y la enfermera.
Una tercera línea de intervención se desarrolla a través del diseño de diferentes talleres encaminados a mejorar funciones ejecutivas, competencias sociales y personales, como la autogestión, la autoestima, o el sentimiento de pertenencia.
Los resultados de la atención prestada en este recurso "han sido satisfactorios y alentadores en el camino que se está recorriendo", destacan sus responsables. De ahí, que esté en ciernes el proyecto de ampliar con otra aula para Primaria. EFE
ppc/bal
(Foto) (Vídeo) (Audio)