La cineasta debutante Thea Hvistendahl cambia el concepto de zombie en 'Descansa en paz'

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Alicia G. García.

Madrid, 19 jun (EFE).- Thea Hvistendahl al debuta en el largometraje con una historia de zombies que no se comportan como los habituales del cine de terror. Porque, a lo mejor, los muertos no se comen a la gente según despiertan. Es más, a lo mejor no son peligrosos. A lo mejor, no dan miedo.

"Si lo piensas, si vamos a una cosa realista -dice la directora noruega en una entrevista virtual con EFE-, no creo que un zombie reaccionara como estamos acostumbrados a verlos".

Hvistendahl se apoya en una historia de terror escrita por John Ajvide Lindqvist -autor de obras como 'Déjame entrar' que acabó convertida en película y en serie de TV, que colabora en el guion-, bajo la premisa inicial de 'manejar a los no muertos' (título original del texto y del largometraje de Hvistendahl) y luego, explica a EFE la noruega, le fue "quitando capas".

"El concepto viene de la novela, que habla de cómo puedes traer a la vida a tus seres amados, y qué representaría eso en nuestras vidas, pero la novela abarca más cosas (...), así que fui 'pelando', hasta llegar a lo que me interesaba. Quité la parte social, y la más lacrimógena", explica Hvistendahl.

'Descansa en paz' es una película íntima, sosegada, doliente, en la que tres familias que no tienen nada que ver entre sí se encuentran, en una noche de extraños fenómenos eléctricos en la ciudad, con un apagón generalizado y bandadas de pájaros que vuelan confundidos, con la evidencia de que sus seres queridos que han muerto han vuelto extrañamente a la vida.

En el primer caso, espeluznante, una joven madre (espectacular en el papel la protagonista de 'La peor persona del mundo', Renate Reinsve) que ha perdido recientemente a su niño de seis años, descubre que su padre (Bjørn Sundquist) ha sacado al nieto de la tumba, lo ha bañado y le tiene en la cama. El niño, muerto, respira.

La segunda familia pierde en un accidente de tráfico a la madre, que fallece mientras la operan en el hospital, pero cuando el marido (Anders Danielsen Lie, compañero de Reinsve en la película Joachim Trier) está velando su cadáver magullado, ella le mira.

El último caso es el de una pareja de ancianas que se acaban de despedir, una historia de amor que termina con la muerte de Elisabet (Olga Damani) y que Tora (Bente Borsum) apenas puede soportar; tanto que no se extraña de que su compañera esté sentada en la cocina, aunque acaba de dejarla atrás en un ataúd.

Hvistendahl tuvo dudas sobre si debía juntar a Reinsve y Danielsen Lie en su película después del éxito arrollador ("e inesperado", confiesa) de 'La peor persona del mundo'.

"Noruega es un país muy pequeñito y todos nos conocemos. Cuando obtuve los derechos de la novela empecé un casting y yo ya había escogido a Renata, pero en 2009 (cuando Hvistendahl empezó el proyecto), estaba embarazada".

 Hace 18 meses hizo un nuevo casting que incluía a Renata. Los otros actores, "los mejores de Noruega", dice, estaban confirmados. "Gran parte de la película se debe a ellos, porque no se puede hacer una película partiendo de una premisa absurda, vamos a decir, cuyos personajes resultaran estúpidos. Tenía que tener actores muy buenos para convertir lo absurdo en realista".

A pesar de su juventud, la noruega ya tiene un estilo muy marcado, alimentado, dice, por las influencias de cineastas como Lucille Hadzihalilovic, Lynne Ramsay, Víctor Erice, Paul Schrader o Robert Bresson.

"Es verdad que a mí me interesa mucho más el realismo mágico que lo sobrenatural. De ahí cómo he construido la película", señala.

Con muy poca acción, ni apenas diálogos, parece que todo en la película es 'normal', cotidiano. Para infundir intranquilidad a la imagen, o te apoyas en la oscuridad, "en las tinieblas", o "no dejas ver". "Una puerta que está medio abierta siempre oculta algo que intranquiliza al espectador, y esa era la idea, crear tensión a través de lo visual".

La película, que ya está en los cines españoles, "es una forma de mirar al dolor que muestra cómo vivir en el pasado afecta el presente. Cómo la gente rota es tan frágil y se puede derrumbar en cualquier momento, a pesar del amor con el que los rodeas".

El dolor, filosofa Hvistendahl, "puede venir en muchas formas diferentes, por eso lo importante es apreciar lo que uno tiene en el momento, porque de pronto eso se te puede ir". EFE

aga/mcm

(foto) (vídeo)

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