Celorrio: "Íbamos a puto huevo. Éramos unos románticos del deporte"

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José Luis Sorolla

Zaragoza, 1 jun (EFE).- Con los Juegos Olímpicos de París 2024 a las puertas, el piragüismo español y sus palistas vuelven a estar en el punto de mira para engordar un medallero que abrieron en blanco y negro cuatro románticos de este deporte en Montreal 76, con una plata en K-4: Herminio Menéndez, José María Esteban Celorrio, José Ramón Díaz Flor y Luis Gregorio Ramos Misioné.

"Conseguimos la primera medalla olímpica del piragüismo que fue la undécima de la historia del deporte español. Ahora el piragüismo está el segundo, detrás de la vela, pero después de París podemos estar los primeros", afirma convencido el aragonés Chema Esteban Celorrio (Lleida, 27 de mayo de 1954) en una entrevista con EFE.

"Fuimos unos románticos del deporte. En España en ese momento no había ningún sistema ni hábito deportivo y lo que se hizo fue copiar el sistema del Este. Tuvimos que dejar muchas cosas por el camino y mucho vértigo. Estudios, familia, trabajo, lo dejamos todo e hicimos una apuesta por el deporte. La dedicación era exclusiva para el piragüismo", rememora.

Sobre esa apuesta no alberga ninguna duda de que fue un afortunado. "A mí me salió bien, pero otros con idéntico esfuerzo que el que hicimos nosotros no les llegó para tener el reconocimiento. Coincidimos en los JJOO con Ladislao Kubala y nos dijo que teníamos que escribir lo que hacíamos".

Las 21 medallas de la vela frente a las 20 del piragüismo se prevé que se vean engrosadas en los segundos Juegos Olímpicos que acogerá la ciudad de la luz, y Celorrio está convencido, como si de una liga cualquiera se tratase, de que regresarán encabezando el medallero nacional. Además otros dos piragüistas, Saúl Craviotto y David Cal, encabezan el ranking con cinco preseas cada uno.

A sus 70 años recién cumplidos, Chema Esteban Celorrio, actual vicepresidente de la Federación Española, sigue paleando todos los días que puede al menos una hora casi siempre en su querido río Ebro que pasa por las puertas del club que ahora preside, el histórico y más que centenario Centro Natación Helios.

Aragonés por los cuatro costados, Celorrio explica que su nacimiento en Lleida fue por las circunstancias laborales de su padre ferroviario.

"En Lleida estuve los tres días que estuvo mi madre en la clínica. Mi padre estaba destinado en Tamarite de Litera (Huesca) y cuando se puso de parto fue al hospital más cercano. Mis abuelos eran de Grañén (Huesca) y de Zaragoza", recuerda.

De sus inicios en la piragua tiene claro que no fueron por una clara inclinación personal, sino porque su padre le invitó a probarlo.

"Mi afición surgió en el CN Helios del que siempre he formado parte. Me gustaban los deportes pero empecé de casualidad en el piragüismo cuando mi padre me preguntó a los 14 años si quería practicarlo", recuerda.

Y enseguida empezó a destacar. "En 1970 hubo un selectivo en Cazalejos (Toledo), pero no pude ir porque todavía era cadete. En 1971, ya en categoría juvenil fuimos con el equipo nacional a Rumanía durante mes y medio", comenta.

El viaje a Rumanía, en aquel momento una de las principales potencias mundiales del piragüismo, surgió al enterarse el presidente de la FEP, que "era mutilado de guerra", que tras una visita de un grupo de coros y danzas rumano existía la posibilidad de hacer un intercambio y que "España mandase gente allí".

"Ese mismo año -rememora- con Herminio Menéndez ya fuimos quintos en el Campeonato de Europa júnior" y para el año siguiente en los Juegos de Munich y "tutelados por nuestro entrenador Eduardo Herrero ya hubo un avance importante".

"Fuimos una selección de seis piragüistas para preparar los JJOO. Por el progreso que hubo en el grupo fuimos en K-2 con Herminio y el K-4 y por dos décimas no pudimos disputar la final. Por eso somos los de las dos décimas", explica.

Tras varias regatas internacionales en aquellos años, en 1975 llegó el primer gran triunfo para el K-4 español, convertirse en campeones del mundo en Yugoslavia.

"Con Misioné y Díaz Flor empezamos en 1973 y fue en 1975 cuando definitivamente se formó el K-4 que todo el mundo conoce", añade.

En ese momento las grandes potencias del piragüismo eran los países del Este con Rusia, RDA y Hungría, mientras que Canadá y EEUU empiezan a destacar junto a Alemania.

"En 1976 la tecnología era la que era y la piragua del K-4 nos la hizo un artesano de Ribadesella con un bloque macizo de madera y la cara exterior de cedro en la que ya empezó a realizar mejoras en los pesos y la morfología. Era un barco único y exclusivo para nosotros. De la madera se ha evolucionado a las fibras de carbono, de vidrio y el kevlar. Ahora todo es I+D en la pala, la quilla, los asientos, en todos y cada uno de los elementos", dice Celorrio.

"Entonces íbamos a puto huevo. Nos tocaba luchar contra titanes. Ahora hay más competencia y con más países involucrados entre los mejores, pero el deporte sigue siendo disciplina", afirma.

Las posiciones en la piragua siempre están claramente definidas por el rol que desempeña cada uno. "El 1 era Herminio que es el que dirige; el 2 Celorrio, marca el ritmo; el 3 Díaz Flor que es el potente; y el 4 Misioné el veloz".

"El día de la competición hay que estar todos a tope porque si no se rompé por la mitad. Hay que ir todos al mismo aire y al unísono".

Ahora tanto la tecnología como los sistemas de preparación han cambiado mucho y Celorrio, que ha estado siempre cerca del deporte, es plenamente consciente. "Lo primero que hay que hacer son atletas y luego especializarlos. Hay que trabajar con sistemas de concentración permanente, aunque también pueden llegar épocas en las que no haya resultados".

De las generaciones que llegan afirma que son buenas y "ahora podemos incluso morir de éxito porque los juveniles que hay tenemos que sacarlos a competir fuera".

"Cuando se llega a las finales hay que estar preparado mentalmente y tener asumida la presión que supone estar en ellas", asegura.

Entre 1971 y 1980 estuvo Celorrio en la élite y, sin embargo, renunció a los Juegos de Moscú'80. "Eduardo Herrero quería romper el K-4 y formar un K-2 pero yo no me sentía cómodo y tenía claro que si iba a los JJOO no era para ir de relleno. Tenía que ir a por la medalla".

De la importancia del entrenador, resalta como Suso Morlán, entrenador de David Cal, ya empezó a preparar el terreno nada más acabar los Juegos de Pekín. "Se fue a Londres para conocer el canal en el que se desarrollaría la competición y empezar a preparar los siguientes JJOO. Una vez conocida la zona decidió que el mejor sitio para hacerlo era la Mariña Lucense en Lugo y lo clavó".

De Montreal asume que el K-4 español "éramos los claros favoritos por delante de los rusos pero al llegar a los 250 últimos metros había gradas en el estadio y el viento que entraba favorecía más a las primeras calles y nosotros estábamos en la 5 y los rusos en la 2. Fuimos primeros hasta esos 250 metros y nos pasaron los rusos y aunque fuimos capaces de reaccionar nos quedamos a 21 centésimas".

"Rusia, RDA y España eramos los favoritos y el entrenador ruso Nihonorov lo analizó en el ordenador y salió que ellos pelearían por la plata y el bronce porque el oro era para España", recuerda de una plata que todos daban por hecho que iba a ser oro.

El gran salto cualitativo para el deporte español llegó con Barcelona 92 cuando "se crea todo el sistema deportivo español con el ADO y las becas que era absolutamente necesario y los resultados ahí están". EFE

jls/jpd

(foto)

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