Jordi Cañas, la última bala naranja para obrar el milagro de sobrevivir

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Roger Mateos

Barcelona, 31 may (EFE).- No estuvo entre los primeros diputados de Ciutadans que irrumpieron en el Parlament, pero es un exponente de la vieja guardia del partido, fiel al color naranja, a las duras y a las maduras, y ahora afronta una misión que muchos dan por perdida: sobrevivir en la Eurocámara.

Vehemente e irreverente, pasional y adicto a los adjetivos corrosivos, Jordi Cañas Pérez (Barcelona, 1969) es la última bala que le queda a CS, un partido que besó el cielo en 2017 al ganar las elecciones catalanas -aunque sin suficiente mayoría para gobernar- y que en abril de 2019 se convirtió en tercera fuerza en el Congreso, con 57 escaños y la llave del Gobierno, un capital que tiró por la borda siete meses después, al desplomarse hasta los diez diputados.

Licenciado en Geografía e Historia por la Universidad de Barcelona, experto en Prehistoria e Historia Antigua, Cañas se estrenó como militante del PSC, entre 1990 y 2003, y en 2006 se afilió al recién nacido Ciutadans.

Desde sus primeros balbuceos, el partido experimentó el éxito -tres escaños en el Parlament- y también batallas internas.

Sus históricos primeros diputados acabaron peleados: Antonio Robles y José Domingo rompieron amarras en 2009. Cañas, portavoz del partido, se posicionó al lado de Albert Rivera y arremetió contra los dos díscolos, a los que bautizó con el cinematográfico improperio de "dos tránsfugas muy tránsfugas".

Su fidelidad al partido fue premiada en 2010, cuando Ciutadans revalidó sus tres escaños: uno de ellos era suyo.

Desde el atril del Parlament, Cañas dio rienda suelta a su estilo descarado, se especializó como flagelo del independentismo cuando el 'procés' eclosionaba y, curiosamente, supo cultivar amistades inesperadas, por ejemplo, con la nacionalista Núria de Gispert.

Ciutadans engordaba electoralmente al mismo ritmo que prendía la llama del 'procés': en 2012 los naranjas multiplicaron por tres sus representantes y Cañas se subió a la cresta de la ola como escudero de Rivera, pero las cosas se torcieron en 2014, cuando el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña lo citó a declarar como imputado por un presunto delito de fraude fiscal cuando era administrador y socio de una empresa inmobiliaria.

Pese a reivindicar su inocencia, renunció a su escaño como gesto ejemplarizante, y De Gispert, presidenta del Parlament, lo despidió con honores: "Cañas es y fue un diputado peculiar, que no parecía que llevara tres años, sino trece, y que demostró una simpatía especial".

Su pesadilla judicial terminó en febrero de 2018, cuando un juzgado de Barcelona lo absolvió, pero la imputación le cortó las alas internamente y tuvo que hibernar como asesor del eurodiputado Juan Carlos Girauta.

Su retorno a primera línea llegó en 2019, al lograr escaño en la Eurocámara, donde ha sido vicepresidente de los liberales de Renew Europe.

Ante el desplome electoral de CS, y en plena desbandada de sus figuras, el siempre fiel soldado naranja se ha mantenido a bordo de un barco del que vuelve a ser portavoz y, como cabeza de lista al Parlamento Europeo, aspira a evitar un nuevo naufragio en las elecciones del 9 de junio. EFE

rm/jls

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