Por Neil Hall
Londres, 30 may (EFE).- Danny Baker nació mujer pero desde pequeño mantuvo una batalla personal por reivindicar su identidad, la de un hombre que no encontraba su lugar en el mundo. Ahora, gracias al boxeo, ha encontrado un espacio en el que se siente acogido y le permite crecer.
“En mi vida de adolescente no sabía quién o qué era. Simplemente sabía que era diferente. Me gustaban las chicas pero sabía que no era lesbiana. Yo era un hombre y a medida que iba creciendo seguía ese camino”, asegura Baker en una entrevista con EPA Images (de la que la Agencia EFE es accionista mayoritaria).
Baker, de 36 años, no se dio cuenta hasta los 21 años con absoluta certeza de que el género con el que nació no coincidía con su identidad y desconocía la existencia de los transexuales hasta que no vio un documental en televisión.
“Cuando era joven los problemas que tenía no se abordaban. Me volví un poco loco y terminé en prisión 13 veces antes de cumplir los 25. Fui a la cárcel por peleas insignificantes y por incumplimiento de las órdenes de libertad condicional. Era un niño que estaba un poco perdido, pero ya no lo estoy", asegura.
Una de las principales razones por las que se ha encontrado a sí mismo, explica Baker, ha sido el trabajo y la implicación que muestra en el cuadrilátero: “El boxeo me ha salvado la vida. Me da un motivo para levantarme, rutina, buena alimentación, habilidades sociales, vínculos con el entrenador y mi familia. Me ha dado una familia, algo que no había tenido antes”, afirma.
Entrena a las órdenes de Steve Kipps, su profesor en el Sparta Gym de Chingford, al norte de Londres. Una persona que se ha convertido a su vez en un tutor para él: “En el boxeo no puedes tomar atajos o te castigarán. Es todo o nada”, explica Kipps, que resalta de este deporte “la disciplina, algo que puedes incorporar a tu vida”.
A pesar de que Baker finalmente ha encontrado la aceptación en el cuadrilátero, para lograr la inclusión total aún existen barreras importantes tanto en los círculos deportivos como en la sociedad en general.
Según cifras del Ministerio del Interior británico, los delitos de odio registrados contra personas transgénero el año pasado en Inglaterra y Gales aumentaron un 11% hasta 4.732 incidentes.
Las personas trans también se enfrentan a obstáculos similares para ser aceptados en los círculos deportivos. Disciplinas como el atletismo, el ciclismo, el rugby o la natación han impuesto restricciones o prohibiciones absolutas a los atletas trans.
“En el boxeo amateur y profesional no hay forma de que un luchador trans pueda boxear. No está permitido en las reglas y las autoridades no lo van a permitir”, dice Kipps.
Pero Kipps es optimista y espera que, con el tiempo, las personas trans lograrán tener los mismos derechos y lo compara con el boxeo femenino, cuya popularidad ahora se ha disparado y hace apenas 20 años se consideraba “una broma”: “Danny será un pionero y no veo por qué dentro de 10 años no podremos tener boxeadores trans”, añade.
El papel trascendental de Baker ha ayudado a inspirar a varios jóvenes trans, que se han acercado a él en su camino por encontrar aceptación y abrirse camino en el deporte uniéndose al Sparta Gym.
Uno de esos jóvenes es Vinny Oakey, un chico de 15 años que nació mujer pero que se identifica como hombre: “Vivo en Portsmouth (a poco más de 100 kilómetros al sur de la capital) pero no hay gimnasios que me acepten porque soy trans. Me levanto a las 6:30 todos los sábados con mis padres y venimos a Londres para entrenar”.
En este sentido, Kipps ha organizado sesiones de formación independientes para jóvenes trans los sábados por la mañana para animar a todos a participar, sin etiquetas ni restricciones.
“Estamos tratando de apoyar a las personas trans más jóvenes para demostrarles que son importantes. Me cerraron la puerta cuando era niño y eso me envió a prisión. Quiero evitar que la gente pase por momentos negativos y apoyarla. Sólo quiero que sean felices”, concluye Baker. EFE
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