Un film íntimo sobre Donyale Luna, primera modelo negra portada de Vogue, gana el Feed Dog

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Barcelona, 24 mar (EFE).- "Donyale Luna: supermodel", documental de Nailah Jefferson sobre la primera modelo negra que logró ser portada de Vogue y romper barreras raciales desde el humilde seno de una familia afroamericana, ha ganado el premio del festival Moritz Feed Dog Barcelona, especializado en moda.

Este filme íntimo, producido por HBOMax, narra la historia de Peggy Ann Freeman, nacida en 1945 en Detroit, que desde joven tuvo claro que quería ser una estrella, objetivo que logró gracias a un físico exótico, fuera de lo común, y a una determinación innata para reinventarse y crear una aura de misterio a su alrededor que la llevaron a revistas y pasarelas, y al cine de la mano de Fellini o Warhol, antes de morir con 33 años en 1979.

Donyale Luna fue el nombre que eligió al aceptar la oferta del fotógrafo David Mcbbe, que se cruzó con ella cuando volvía de la escuela con su uniforme, y que al ver a aquella chica altísima y esbelta, con cuello de cisne, la animó a llamarle si alguna vez pasaba por Nueva York y quería convertirse en modelo.

Atrás dejaba un hogar convulso, con una madre que acabaría matando a su padre de un tiro harta de los malos tratos que recibía, hechos que dejaron una gran huella en la adolescente, más decidida entonces que nunca a crearse un pasado en el que incorporaba a su genealogía raíces indias, irlandesas o españolas, y una nueva forma de hablar, un nuevo acento.

"Mi nombre es Luna, vengo de la Luna", contestaba si le preguntaban, en un intento de huir de una realidad que no le gustaba y de un lugar donde se sentía excluida, ya que a los jóvenes de su comunidad no les resultaba atractiva, "la veían flaca y huesuda, la llamaban Olivia (la novia de Popeye)", recuerda una de sus hermanas.

El documental de Jefferson intercala imágenes de archivo de la modelo con entrevistas a familiares, entre ellos su hija, Dream, fruto de su matrimonio con el fotógrafo, Luigi Cazzaniga, presente también en el filme, y que sólo tenía 18 años cuando murió su madre.

Una historia que se construye también con las aportaciones de amigos y personas de su entorno, testigos de la meteórica ascensión de Donyale Luna, autora de unos diarios que sirven de hilo conductor, en la voz de su hija Dream.

Nada más llegar a Nueva York, "como un cervatillo ante los faros de un coche", Donyale entra en contacto con el círculo excéntrico de Andy Warhol, y comienza a trabajar para la poderosa revista Harper's Bazaar, a la vez que conoce mientras bailaba en una disco -"nadie bailaba como Luna"- al artista y posteriormente amigo David Croland.

"Era la mujer más guapa que he conocido en mi vida. La gente se paraba literalmente a cinco metros de ella, su cara destacaba a varias manzanas de distancia", rememora Croland.

Richard Avedon, fotógrafo y "gran guardián de la moda de EEUU" se prenda de ella, quiere que le firme un contrato de exclusividad, y a pesar de que se aleja por completo del canon imperante de las revistas, donde no cabía el pelo rizado, ni los labios demasiado gruesos ni tonos de piel más oscuros, realizan un reportaje para el número especial de Harper's en 1965.

La presencia de una modelo negra en la "biblia" de la moda de las clases medias provocó que lectores y suscriptores del Sur de EEUU se dieran de baja, y que la revista perdiera anunciantes, lo que llevó a Donyale a huir a Europa, con primera parada en el vibrante Londres de Mary Quant.

Con unas reglas raciales menos estrictas, Donyale se pone a trabajar de inmediato -"no había fotógrafo con ojo que no la quisiera"- mientras se codeaba con los Stones o Mia Farrow, o con cualquiera que empezara a ser famosos en los 60.

1966 fue el año que la encumbró con reportajes en Paris Match y sobre todo la portada para la edición inglesa de Vogue, en un trabajo para el fotógrafo David Bailey, "el oscar para una modelo", destaca la afroamericana Beverly Johnson (primera modelo negra en aparecer años después en portada del Vogue americano).

Su carrera se aceleró y su estilo de vida también, y mientras llevaba una existencia bohemia en la que se aficionó al alcohol y drogas, algunas voces le achacaban que no fuera "más proactiva" por los derechos civiles de la comunidad negra ahora que estaba en un lugar privilegiado, o que se mostrara "increíblemente evasiva" sobre sus orígenes y su identidad racial.

La carrera de Donyale saltó al continente donde trabajó para grandes marcas en París y en Roma, a la vez que simultaneaba las pasarelas y los estudios de foto con apariciones en el cine de Fellini o colaboraba con Dalí "que la adoraba", porque su verdadero deseo era convertirse en actriz.

Unos éxitos europeos que no impidieron que la poderosa y estirada editora del Vogue americano Diana Vreeland la rechazase para el reportaje The Great Fur Caravan, a pesar de la insistencia de Avedon.

Donyale Luna nunca fue profeta en su tierra, donde chocó con la "barrera invisible para las mujeres negras hermosas" que imperaba en los cuarteles editoriales de la Avenida Madison y murió lejos de su Detroit natal, a los 33 años, en Roma, por un fallo cardíaco posiblemente derivado de sus adicciones. EFE

saf/hm/aam

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