Sagrario Ortega
Madrid, 11 mar (EFE).- El atentado del 11 de marzo de 2004 en Madrid, del que este lunes se cumplen veinte años, dejó 193 muertos y 2.000 heridos, pero también un reguero de solidaridad de miles de ciudadanos anónimos que plasmaron su empatía con las víctimas en 70.000 muestras guardadas en el llamado archivo del duelo, una expresión de "la grandeza del espíritu humano".
Así lo define Leticia Martínez, jefa del Archivo Histórico Ferroviario, guardián de un conjunto documental de 70.000 unidades entre fotografías, manuscritos, impresos, objetos diversos -velas, peluches, camisetas, banderines, estampitas religiosas, cristos, rosarios...-, mensajes en correos electrónicos y grabaciones sonoras y audiovisuales, entre otras.
Son las muestras de dolor y solidaridad que, de manera espontánea, depositaron ciudadanos españoles y de otras nacionalidades en las estaciones donde estallaron las bombas: las de Atocha, El Pozo del Tío Raimundo y Santa Eugenia.
EFE ha podido visitar parte de ese archivo del duelo, ubicado en el Museo del Ferrocarril de Madrid y que nos explica la archivera Leticia Martínez, emocionada como cada vez que lo revisa.
"Es algo muy bonito, porque nos demuestra cómo se sentía la gente, cómo quería demostrar que las víctimas no estaban solas", dice la archivera.
"¿Qué dice este archivo del duelo de nosotros, los ciudadanos anónimos?", le preguntamos. Martínez no duda en contestar: "Que somos buena gente, que lo sentimos y que nos pusimos en la piel del otro. El archivo es una manifestación preciosa de lo grande que es el espíritu humano y de cómo nos reconocemos en nuestros semejantes y nos sentimos igualmente dolidos, aunque no tuviéramos ningún vínculo con las víctimas".
Según los datos facilitados a EFE por Renfe, los objetos catalogados y almacenados son 2.500 fotografías, 500 objetos tridimensionales, 65 grabaciones de audio, 13 grabaciones de vídeo, más de 6.300 manuscritos e impresos en papel y más de 58.700 mensajes de correo electrónico de los "Espacios de palabras" en las tres estaciones (42.000 en Atocha, 1.700 en El Pozo y 1.900 en Santa Eugenia), además de los recibidos en la web mascercanos.com.
Para Adrián Fernández Carrasco, director gerente de la Fundación de los Ferrocarriles Españoles, custodio del archivo, esta colección "refleja un momento traumático, pero también muy significativo en nuestra historia. Refleja la cara más amable de la ciudadanía en un momento tan doloroso como fue el 11 de marzo".
Fernández Carrasco explica a EFE que, inicialmente, todos los objetos depositados en las estaciones estuvieron durante unos meses a modo de altar improvisado en esos escenarios, hasta que posteriormente Renfe y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) firmaron un convenio para hacer un proceso de análisis y filtrado de todos ellos.
Tras finalizar sus estudios e investigaciones, el 10 de marzo de 2010 el CSIC entregó la documentación, ya clasificada y catalogada, al Archivo Histórico Ferroviario, en la estación de Delicias, para garantizar su conservación y difusión.
Recuerda Fernández Carrasco que el Archivo Histórico tiene toda la documentación y el patrimonio documental relacionado con la historia del ferrocarril y el 11 de marzo de 2004 "también es una parte muy importante de nuestra historia como país, pero también de nuestra historia ferroviaria".
Este movimiento ciudadano de creación colectiva y de depósito y donación de diferentes obras que se produjo tras el 11M fue muy similar a lo que se vivió unos pocos años antes tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 de las Torres Gemelas de Nueva York y a lo que posteriormente ha ocurrido en otras acciones terroristas, como en Londres un año después, o más recientemente tras el atentado de las Ramblas de Barcelona.
Momentos "muy dolorosos" -continúa Fernández Carrasco- que en la ciudadanía generan de manera espontánea, sin que haya ningún llamamiento previo, una reacción de expresión de sus sentimientos, del dolor que siente en ese momento, y también la solidaridad para con las víctimas y con la sociedad en general".
Por tanto, lo que pasó en Madrid no es una excepción. Todas esas manifestaciones espontáneas "reflejan como, en situaciones muy complicadas, los ciudadanos damos nuestra mejor cara para sortear un luto colectivo", recalca.
El archivo del duelo es de acceso restringido porque, como dice el director gerente de la Fundación de Ferrocarriles, son obras "sensibles, tanto por su contenido como por el propio estado de conservación".
Sí se puede acceder a él para determinadas investigaciones, tesis doctorales o para préstamos a otros museos. Y como pasa con algunas exposiciones etnográficas, puede consultarse previo registro de identificación para que se ponga al servicio de estos usos.
A lo largo de este periodo ha sido consultado en varias ocasiones e, incluso, algunas de sus piezas han sido cedidas temporalmente a otros museos como el del Centro Memorial de Víctimas del Terrorismo de Vitoria o al Museo de la Historia de Europa en Bruselas.
"Por lo tanto, el archivo es un patrimonio que forma parte de nuestra historia, de un momento muy puntual, pero muy significativo, y que en este veinte aniversario del 11M cobra relevancia de nuevo por la reacción ciudadana que se generó tras los atentados", concluye. EFE
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