'Rodeo': la espiritualidad en la adrenalina de las carreras de motos clandestinas

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Alicia G. Arribas

Madrid, 24 ene (EFE).- La debutante Lola Quivoron se infiltra con su cámara en las carreras urbanas de motos clandestinas en una certera mezcla de documental y ficción donde elige al personaje (real) de Julie Ledru, encontrada en las redes sociales, para abordar asuntos tan graves como la identidad, la pertenencia o la muerte.

"La muerte me apasiona, hace tiempo que la miro no desde el punto de visto occidental, oscuro, culpable, sino desde la filosofía taoísta que me hizo entender cómo se debía aceptar la muerte, de una forma cercana, dejarla que viva contigo", comenta la realizadora en una entrevista con EFE por zoom desde su casa en Francia.

Ganadora del premio flechazo ('Coup de Coeur') del jurado de la sección Una cierta mirada del Festival de Cannes en 2022, la película está rodada en el barrio de Aubiers, en Burdeos, donde hace años que se reúnen los 'B-Mores', un grupo de moteros que desafían a la muerte a diario en carreras sin protección alguna mientras hacen acrobacias.

"La idea de hacer esta película era transmitir la pasión que ellos sienten por las motos. Cuando me permitieron ir a uno de sus encuentros -era 2015-, eran como 50. Lo primero que me llamó la atención fue la estética, pero no sólo los colores, era también el ruido de las motos y el olor a gasolina, a aceite, a asfalto. Todo aquello me pareció una especie de mitología que me sedujo", explica Quivoron.

"Y me pudo también la vertiente política -agrega la realizadora-, ya que estos chicos crean literalmente familias alternativas estructuradas. Empecé a volver a sus reuniones, no sabía muy bien por qué y así es como nació 'Rodeo', de la confianza que me dieron y de la pasión que me transmitieron, eso sí, fue muy complicada la puesta en escena.

Fue un 'salto al vacío', asegura, "pero lo hicimos todos juntos".

Rodada con primerísimos planos y cámara en mano, en muchas ocasiones, montadas incluso en las propias motos, la sensación de fragilidad es impresionante.

Quivoron centra la historia en los intentos de una muchacha de las Antillas, desarraigada, exótica, de violencia contenida y sin filtros, muy bruta y muy sola, que busca una 'familia', un lugar al que pertenecer, aunque su elección la sumerja en el mundo machista, sexista y poco recomendable de las carreras ilegales de moto.

Con un hogar destrozado, sin dinero y una pasión por las motos que se sobrepone a todo lo demás, Julia sobrevive robando motos para el dueño de un garaje donde se reúne el grupo -todo varones- y donde se 'acopla' aunque solo alguno de ellos la respeta.

La llaman 'la desconocida' (el nombre real en redes de Ledru), porque "ellos no entienden lo que es. El problema dramático es el cuerpo femenino de Julia, que la hace diferente, la obliga a luchar contra la mirada masculina, sexista; lo que quiere es deshacerse de esa mirada, algo que solo consigue al final de la película", aporta Quivoron.

"Julia tiene dentro toda la fuerza de un movimiento, podríamos decir, revolucionario. Su energía tan pura es capaz de hacer que cambien las cosas y luego -añade- está su determinación".

"Es un personaje muy moderno, porque lucha siempre por estar en el centro del encuadre aunque ellos la empujan siempre fuera y ella vuelve aunque sea para entrar de vez en cuando al foco, es fluida como el agua, le da igual ser hombre o mujer, ese es el menor de sus problemas: no codifica de la misma forma que nosotros, navega entre dos mundos, no solo masculino/femenino, sino real/imaginario".

 En este punto, la debutante francesa -nieta de española, de ahí que haya heredado el nombre de su abuela- declara su intención de 'revolucionar' las reglas del cine a favor del trabajo colectivo: el director no estará nunca por encima del equipo, sino a su nivel, algo que 'evitaría el abuso de poder, tan común y que a veces llega al maltrato, al menos aquí en Francia.

La película llega este viernes 26 de enero a las salas españolas. EFE

aga/jdm

(vídeo)

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