Amaya Quincoces y Elena S.Laso
Madrid, 23 ene (EFE).- A más de 4.000 metros de profundidad, los océanos albergan una gran biodiversidad, pero además minerales muy codiciados para fabricar coches eléctricos. Su exploración amenaza con torpedear los ecosistemas marinos, desde el Pacífico hasta el mar de Alaska tras el velo de una contradictoria revolución verde.
Los fondos marinos acogen nódulos de metales, principalmente de cobalto, de níquel o de manganeso, que sirven para fabricar baterías y dispositivos tecnológicos en la nueva era digital.
Existe una zona en el Pacífico, Clarion-Clipperton, entre Hawái y México, que es la que mayor número de exploraciones de minería submarina atrae en estos momentos, con "una superficie que representa cuatro veces Alemania".
"Es una barbaridad", aseguró a EFE la responsable de Océanos en Greenpeace España, Marta Martín-Borregón, licenciada en Ciencias Ambientales y Restauración Marina.
Recientemente el Parlamento noruego dio el visto bueno, en una polémica decisión, al inicio de exploraciones en el Ártico, para estudiar la viabilidad de dicha actividad en una superficie que "equivale al tamaño de Nueva Zelanda".
"Si se empieza a explotar el Ártico para conseguir minerales el impacto va a repercutir en toda la Tierra", advirtió.
"El Ártico ejerce de refrigerador a nivel global porque refleja el calor solar hacia el espacio y mantiene fresco el planeta; uno de los efectos de la minería submarina es que agrava la crisis climática, pero en el Ártico el impacto es doble".
En otras zonas del mundo, por ejemplo junto a las islas españolas de Canarias, en aguas internacionales, se encuentra el Monte submarino Tropic, famoso por albergar telurio, un enclave con "gran atractivo" para atraer explotaciones mineras en el futuro, según la experta; de hecho, ya se investiga por parte de científicos allí desde hace mucho tiempo.
Greenpeace junto con Amigos de la Tierra, Ecologistas en Acción, SEO/BirdLife y WWF, además de la coalición internacional Deep Sea Conservation Coalition, anunciaron este martes en un comunicado conjunto que se han dirigido a la vicepresidenta tercera del Gobierno español y ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera,para demandar una moratoria de la minería submarina.
El problema es que las empresas buscan nuevos nichos, no satisfechos únicamente con las minas terrestres, para extraer recursos para fabricar coches eléctricos.
Según las cifras, estos vehículos son responsables del 54-58 % de la demanda acumulada de aluminio y cobre, según un reciente informe de Amigos de la Tierra, elaborado por el Instituto de Investigación Mixto CIRCE de la Universidad de Zaragoza (noreste). En el caso de manganeso, cobalto, níquel y litio los datos alcanzan el 73-92%.
"Nos quieren convencer de que la transición ecológica hacia una economía descarbonizada solo será posible con vehículos eléctricos".
Es insostenible que cada persona tenga coche propio, dijo a EFE la responsable de Océanos de Greenpeace. Las prioridades deben ser el consumo responsable y una mayor investigación para el reciclaje de baterías y aparatos electrónicos, ha añadido.
A nivel ambiental, las profundidades marinas acogen un mundo de sorprendente biodiversidad. Existen diversas especies de pulpos y también cetáceos de buceo profundo, que llegan aguas abajo muy al fondo.
Habitan además invertebrados, como camarones, erizos y pepinos de mar, y estrellas marinas; asimismo los cachalotes pueden bajar a zonas muy profundas para alimentarse.
Mucha de la biodiversidad oceánica sin embargo es todavía desconocida "por la complejidad de los fondos marinos; podría verse perjudicada por la maquinaria" minera, advirtió la experta.
Existen también especies raras y vulnerables, como el pangolín de mar, además de variedades de algas y comunidades microbianas, muy importantes porque sirven de alimento a otras especies.
"Los fondos marinos son supervaliosos; esconden los ecosistemas y las especies más longevas de la tierra"; "a lo mejor en el futuro, permitirán producir fármacos o curar enfermedades", añadió.
Uno de los problemas de remover el carbono fijado tras millones de años en el fondo del mar con las exploraciones para buscar minerales es su efecto añadido sobre el cambio climático.
Esos procesos además son contaminantes por el movimiento de los sedimentos y perjudican la actividad pesquera, según la responsable de Greenpeace.
"Existen marcas internacionales de automoción y telefonía móvil que han advertido de que rechazarán el uso de minerales procedentes de fondos marinos para fabricar sus productos".
A esas profundidades, la Autoridad Internacional para los Fondos Marinos (ISA, por sus siglas en inglés) es la que marca las directrices a nivel global mientras que a nivel nacional la competencia es de cada país.
"No tiene sentido que la ONU haya aprobado recientemente un tratado global para proteger los océanos mientras por otra, parte se permiten estas actividades", según la responsable de Greenpeace.
Aunque España se encuentra entre los 24 Estados que han dado un paso adelante defendiendo una moratoria para impedir la minería submarina, las organizaciones ecologistas y conservacionistas consideran que "debe mejorarse la coordinación entre ministerios".
"La delegación española ha de mostrarse más contundente en las próximas sesiones de la ISA", pidieron las grandes organizaciones ecologistas en un comunicado conjunto.