Barcelona, 9 ene (EFECOM).- La multinacional Grifols, controlada por la familia homónima, es un gigante de los hemoderivados con gran presencia internacional, sobre todo en Estados Unidos, que se encuentra amenazada por su abultada deuda, que llegó a los 9.540 millones de euros en las últimas cuentas disponibles, del tercer trimestre del año.
Grifols es uno de los mayores fabricantes mundiales de medicamentos hemoderivados, es decir, elaborados a partir del plasma, que es el componente líquido de la sangre.
La multinacional catalana se dedica a producir tratamientos como inmunoglobulinas, para tratar inmunodeficiencias primarias y secundarias; la albúmina, utilizada en cirugía y medicina de urgencias como tratamiento expansor del volumen sanguíneo, o la alfa1-antitripsina (AAT) indicada en pacientes con enfermedad respiratoria y deficiencia de AAT, entre otros.
Grifols cuenta con la mayor red de centros de donación de plasma del mundo, con más de 390 puntos distribuidos principalmente por Estados Unidos, Europa, y también tiene presencia en China a través de la compañía china Shanghai Raas, de la que controlará ahora un 6,5 %, tras pactar la venta de un 20 % a la multinacional china Haier.
Los donantes de plasma reciben una compensación por el tiempo destinado a la donación de plasma, que se hace mediante la técnica de la plasmaféresis, que a principios de 1950 perfeccionó el doctor Josep Antoni Grífols Lucas.
Actualmente, la compañía factura 6.064 millones -según datos a cierre de 2022- y da trabajo a más de 24.000 personas, 5.000 de ellos en Cataluña, lo que da una idea de la dimensión de esta compañía, que tiene 15 plantas productivas, la mayor parte de ellas en EEUU y España, principalmente.
No obstante, el verdadero valor estratégico de Grifols se dio a conocer en 2010, cuando se filtraron, por parte de Wikileaks, documentos internos de EEUU.
Esta documentación reveló una lista de activos estratégicos existentes en países de todo el mundo elaborada por la Secretaría de Estado de Estados Unidos en 2008. Entre ellos, se encontraban el estrecho de Gibraltar, el gasoducto que une a la Península con Argelia y una división de negocio del grupo Grifols, la encargada de fabricar proteínas plasmáticas como la inmunoglobulina de uso intravenoso, usada en operaciones.
Grifols es una multinacional controlada aproximadamente en un 30 % por la familia Grífols y por otros directivos de su confianza.
La familia propietaria es una de las grandes fortunas catalanas, entre las que están Isak Andic, el propietario de Mango; Sol Daurella, presidenta de Coca-Cola Europacific Partners, la familia Gallardo, propietaria de Almirall, la familia Puig, propietaria de Puig, o bien Manuel Lao, expropietario del gigante del juego Cirsa, entre otros nombres habituales de la lista Forbes.
A través del vehículo Scranton Enterprises, con sede en Amsterdam y vinculado a la familia Grífols, tienen inversiones en la inmobiliaria BeCorp, en el Joventut de Badalona de baloncesto o bien en la compañía productora de cava Juvé & Camps, entre otras.
En pleno proceso independentista, en 2017, Grifols fue una única cotizada catalana del Ibex-35 que en el convulso octubre de aquel año decidió mantener su sede social en Cataluña, en Barcelona concretamente.
Nacida en 1909, Grifols se fundó como un pequeño laboratorio familia de análisis clínicos, pero ya en 1940 se crearon los Laboratorios Grifols y se inició la etapa empresarial dedicada a la preparación de plasma liofilizado.
En 1958 Grifols puso en marcha su primera planta de fraccionamiento de plasma en Barcelona, es decir, en la que se separaban las distintas proteínas plasmáticas.
En 1988 inició su expansión internacional -en Portugal- y en 1995 fue la primera empresa española en recibir una licencia de la FDA -la autoridad sanitaria estadounidense- para una planta en España, pero su gran salto vino en 2006, con su salida al mercado continuo español, y sobre todo en 2011, con la adquisición de su rival estadounidense, Talecris, lo que le aupó al tercer puesto como fabricante mundial de plasma y le llevó a cotizar también en el Nasdaq.
Esta operación, no obstante, ya hizo que el endeudamiento de Grifols aumentara sustancialmente en 2011, hasta cinco veces su beneficio bruto de explotación o Ebitda.
En 2013 llevó a cabo otra importante operación estratégica, la compra del negocio de diagnóstico de Novartis; en 2019 selló su entrada en China, con la compra del 26 % de la compañía Shanghai Raas, y en 2022 cerró otra megaoperación, la compra de la alemana Biotest, unas operaciones que dispararon de nuevo su deuda.
Miembro del Ibex 35 desde 2008, Grifols empezó a sufrir con el estallido de la pandemia de covid.
Aunque en febrero de 2020 la compañía tocó máximos históricos, al superar los 34 euros por acción, meses después inició un declive que la llevaría a vivir una auténtica travesía del desierto en 2021, en 2022 y en el arranque de 2023.
La explicación es sencilla: la covid recortó el abastecimiento de plasma, la materia prima que usa Grifols para elaborar sus medicamentos plasmáticos, lo que llevó a la compañía catalana a lanzarse a comprar centros de abastecimiento de plasma, una decisión que aumentó aún más su endeudamiento.
El informe de Gotham City Research divulgado hoy sobre la deuda de Grifols amenaza con hundir de nuevo en bolsa a la multinacional catalana de hemoderivados tras un 2023 en el que había vivido una remontada en bolsa que le llevó incluso a finales de año a alcanzar los 15,45 euros por acción, aupado por la venta del 20 % Shanghai Raas, de la que conservará un 6,58 %.
Esa venta parcial de su participada china y el ERE presentado a inicios de 2023 para despedir a 2.200 personas en EEUU -y a otras 51 en España- son dos medidas que la multinacional ha puesto en marcha para recortar deuda y gastos.
En marzo de 2023 las acciones valían apenas 8,37 euros por acción, presionadas a la baja por su abultada deuda, pero poco a poco Grifols fue recuperando su valor, aupada por ese compromiso con la contención de costes y de recorte de la deuda.
En mayo, la familia Grífols, que controla la multinacional, cedió además todo el poder ejecutivo al suizo Thomas Glanzmann, que se lanzó a reducir el apalancamiento de Grifols.
A mediados de diciembre, Víctor Grífols Roura, el auténtico artífice de la expansión de Grifols en las últimas décadas, dejó el consejo de administración, otro gesto simbólico en esta compañía familiar.
No obstante, en el tercer trimestre del año, las últimas cuentas disponibles de Grifols, la multinacional aseguraba que su deuda, excluyendo el impacto de la nueva normativa contable, alcanzaba los 9.540 millones de euros y que su ratio de apalancamiento era de 6,7 veces el Ebitda. Aunque la firma se comprometía a reducir la deuda a un ratio de 4 veces a finales de 2024, ésta sigue siendo una elevada losa para Grifols. EFECOM
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