Islote de Lobos (Fuerteventura), 25 nov (EFE).- Un sondeo con georradar en la isla de Lobos ha permitido identificar posibles áreas fértiles que abren la puerta a nuevas expectativas que harían crecer por otras zonas de la playa de La Calera el yacimiento romano de Lobos, datado entre los siglos I antes de Cristo y I antes de nuestra era.
Así lo ha dado a conocer este sábado una de las directoras del equipo que estudia el yacimiento de Lobos, la catedrática de Arqueología de la Universidad de La Laguna Carmina del Arco, al concluir la sexta campaña de excavación en la zona, después de que en 2012 unos turistas descubrieran unos trozos de cerámica que terminaron identificándose con los restos de una ánfora romana.
Estas nuevas expectativas obedecen a los trabajos que se han llevado a cabo con la colaboración de un equipo de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, coordinado por el profesor Pablo Atoche, a partir de una intervención de prospección de georradar en la zona sur y norte del yacimiento.
El yacimiento de Lobos tiene 520 metros cuadrados excavados, pero futuros sondeos en las zonas detectadas por el georradar podrían aumentar el potencial del yacimiento y “extender su superficie por la playa de La Calera y, posiblemente, por otras zonas del islote”.
Del Arco aclara que la valoración es “provisional, pero se han identificado varios puntos en la zona sur del yacimiento, en la zona norte hacia el área del camino y también hacia el extremo de la Calera”.
A punto de volver a casa, los arqueólogos han manifestado que las futuras campañas tendrán que resolver lo que se quiere hacer con el enclave.
Según la catedrática de Arqueología si, finalmente, se instala un museo de sitio, “tendremos que hacer una campaña intensa y levantar todo lo que ahora está cubierto e intervenir en función del proyecto que se vaya a ejecutar”.
Carmina del Arco ha explicado que la campaña de 2023 se ha centrado en los trabajos arqueológicos en la zona sur del yacimiento, “definiendo lo que era un área de limite asociada con un derrumbe que ha colapsado sobre sedimentos de ocupación anteriores”.
Las excavaciones de este año, según la experta, han permitido seguir avanzando y aclarando aspectos sobre la vida cotidiana de los trabajadores del taller de la púrpura, los conocidos como murilegulis.
Gracias a las excavaciones se sabe “qué comían, cuál era su vajilla, los residuos que generaban, pero también cómo eran los espacios de producción de la púrpura”, ha indicado.
Los trabajos de las últimas semanas han seguido descubriendo restos de Stramonita haemastoma, un molusco cuyo líquido servía, una vez procesado, como tinte de tejidos, pero también han aparecido restos de foca monje y de tortuga marinas, así como numerosas piezas de cerámica romana.
La nómina de cerámica encontrada estos años en Lobos es amplia y variada y se relaciona con la época tardorrepublicana y del Alto Imperio procedentes de talleres del Bajo Guadalquivir, aunque también hay restos de cerámica itálica.
En estos años se ha encontrado cerámica de transporte como ánforas, vajilla común, vajilla de mesa, además de piezas metálicas de bronce, hierro, plomo y líticas relacionadas con la labor del proceso de púrpura.
Hasta el momento, Lobos cuenta con seis recintos con paredes adosadas, de ellos cuatro ya excavados, y nueve concheros de los que seis ya se han estudiado en su totalidad.
Los trabajos de este año también han sacado a la luz “nuevos concheros, nuevos sedimentos impregnados del tinte purpúrea que, en estos momentos, están generando gran interés en la comunidad internacional”, ha matizado la arqueóloga, ya que es "un taller de púrpura único, prácticamente, en toda la zona del Círculo del Estrecho hacia el Atlántico". EFE
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