Sevilla, 11 sep (EFE).- Betis y Sevilla trabajan ya para convertir sus respectivos estadios, el Benito Villamarín y el Ramón Sánchez Pizjuán, en pulmones financieros con infraestructuras, dotaciones y servicios que, además de ponerlos en la vanguardia arquitectónica, generen los muy necesarios ingresos indirectos derivados de los usos terciarios de sus instalaciones.
Lejos ya de los tiempos en los que los estadios sólo tenían uso cada quince días, Betis y Sevilla han iniciado ya el camino para que los suyos tengan rentabilidad los 365 del año con usos adicionales a los del fútbol, además de prestaciones futbolísticas novedosas -accesos, asientos, cubiertas- en la línea de las reformas emprendidas por Real Madrid, Barcelona, Real Sociedad, Villarreal, Atlético de Madrid, Levante, Athlétic u Osasuna, entre otros clubes.
Para ello, Sevilla y Betis trabajan ya con el área de Urbanismo del Ayuntamiento de Sevilla para ajustar las obras de sus respectivos estadios al Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de la ciudad y, para ello, sus presidentes, José Castro y Ángel Haro, respectivamente, ya se han reunido con el nuevo alcalde de la capital hispalense, José Luis Sanz (PP).
En primer lugar, José Luis Sanz visitó el pasado julio el Ramón Sánchez-Pizjuán para conocer el proyecto de remodelación para levantar un estadio con una capacidad de unos 55.000 espectadores, unos doce mil más que los que tiene actualmente, además de otros aspectos relativos a seguridad, accesos, urbanización de la zona y usos terciarios.
Este proyecto, cuyas obras pueden iniciarse en 2025, fue presentado por el vicepresidente de la entidad, José María del Nido Carrasco, el pasado marzo en Madrid en un acto ante La Liga y el fondo CVC, que ha abierto una línea de crédito para infraestructuras.
Una instalación "que tenga actividad los 365 días del año" es, según Del Nido, una de las claves de "un estadio comparable a los más modernos de Europa, sin abandonar su ubicación en el corazón de Nervión, ya que tanto el consejo del Sevilla como los mejores expertos consultados consideran irrenunciable el actual emplazamiento".
"Ensanchar la base de ingresos del club" para "superar la barrera de los 300 millones de presupuesto para equiparar sus ingresos ordinarios a su estatus europeo" será el 'leitmotiv' del nuevo Sánchez Pizjuán como le expusieron al regidor sevillano José Castro y el propio del Nido Carrasco.
Por su parte, el Betis ya presentó a finales del pasado agosto en el Ayuntamiento de Sevilla el proyecto del nuevo Benito Villamarín para su cierre definitivo, así como el uso de los terrenos aledaños al estadio para su adecuación al PGOU de Sevilla, en lo que también se trabajan junto a los responsables de Urbanismo de la ciudad para unas obras que comenzarán en junio de 2024.
El consejo de administración del Betis, con su presidente a la cabeza, presentó al alcalde de Sevilla el proyecto de finalización del estadio bético, que está prevista para mediados de la temporada 2025-2026 y que obligará al conjunto verdiblanco a jugar sus partidos en La Cartuja durante las obras.
El nuevo Benito Villamarín será, en esencia, la unión de la tribuna de Preferencia, la única que queda de las obras para el Mundial de 1982, con las zonas de Gol Sur y Gol Norte para cerrarlo de forma definitiva; y su aforo quedará casi como actualmente al pasar 60.721 a 60.379 espectadores.
El proyecto es obra del arquitecto Rafael de la Hoz y contempla una nueva cubierta que cerrará las cuatro zonas del estadio al completo y su financiación se hará con el fondo CVC, del que 70 millones de los casi 100 que recibió la institución están destinados a la mejora y renovación de infraestructuras como el estadio y la nueva ciudad deportiva.
Como en el caso del Sevilla, el nuevo Benito Villamarín aspira a ser una infraestructura que pase de utilizarse una vez cada quince días a un estadio que esté a disposición "todos los días" del año para que se convierta en un "pulmón financiero" para la entidad, como afirmó el CEO del Betis, Ramón Alarcón. EFE
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