Alcaraz se planta en segunda ronda sin sudar debido a la retirada por lesión de Koepfer

El español pasa a la siguiente ronda del Abierto de Estados Unidos después de que su contrincante abandonara lesionado tras una hora de partido

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Carlos Alcaraz durante el partido de primera ronda en el US Open. EFE/EPA/BRIAN HIRSCHFELD
Carlos Alcaraz durante el partido de primera ronda en el US Open. EFE/EPA/BRIAN HIRSCHFELD

Carlos Alcaraz (1), vigente campeón del US Open, se clasificó este martes para la segunda ronda tras la temprana y muy desafortunada retirada de su rival, el alemán Dominik Koepfer (75), quien tuvo que abandonar después de torcerse el tobillo izquierdo en el primer juego del partido. Koepfer recibió asistencia médica y le vendaron el tobillo, pero finalmente -y a pesar de su encomiable empeño en seguir en la pista- tiró la toalla con 6-2 y 3-2 abajo después de solo 60 minutos.

El tenista español se enfrentará en la siguiente ronda al sudafricano Lloyd Harris (177), quien derrotó al argentino Guido Pella (203). ”Le tengo que dar crédito (por intentar seguir jugando). Ojalá le pueda ver de nuevo pronto en la pista”, afirmó Alcaraz tras lamentar la lesión de su oponente.

Sacaba Koepfer, rival inédito para el español, en el primer juego del encuentro cuando en un mal gesto se torció el tobillo intentando un revés. Inmediatamente se vio que la situación era preocupante puesto que se descalzó, pidió la ayuda de los médicos y confirmó que se le estaba hinchando el tobillo. ”Está jodido, está acabado”, explicó Koepfer a su equipo cuando le preguntaron sobre el estado de su tobillo inflamado mientras daba muestras claras de tener una movilidad sobre la pista muy limitada.

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Alcaraz no se relajó ni levantó el pie del acelerador, trató de mover de un lado a otro a su rival y le castigó con varias dejadas inalcanzables. El alemán intentó resistir y arriesgó al máximo soltando latigazos con su zurda para evitar los peloteos largos, un auténtico calvario para su dolorido tobillo. Incluso tuvo un tímido y efímero instante de reacción ganando con su saque el primer juego del segundo set. Pero al final, pese a que -como dijo a la jueza de silla- no quería decepcionar a las más de 20.000 personas presentes, decidió que no podía seguir ya con una cojera evidente.

Dominik Koepfer es atendido por el médico tras lesionarse el tobillo durante su partido contra Carlos Alcaraz. EFE/EPA/BRIAN HIRSCHFELD
Dominik Koepfer es atendido por el médico tras lesionarse el tobillo durante su partido contra Carlos Alcaraz. EFE/EPA/BRIAN HIRSCHFELD

El regreso de Alcaraz a New York

La lesión de Koepfer empañó en parte el estelar regreso de Alcaraz al imponente Arthur Ashe Stadium, la pista de tenis más grande del mundo (con capacidad para casi 24.000 espectadores) y donde el año pasado el murciano se coronó como campeón del Abierto de EEUU y como el número uno más joven de la historia.

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El joven de El Palmar (20 años) ya sabe que no saldrá esta vez de Nueva York al frente de la ATP, ya que el serbio Novak Djokovic (2), su gran rival en este Abierto de EEUU, ya tiene asegurado ese puesto de honor tras su triunfo en la primera ronda en un torneo en el que solo puede ganar puntos tras su ausencia de 2022 por no estar vacunado contra el coronavirus.

Pero Alcaraz sueña con un segundo trofeo consecutivo en Flushing Meadows, que supondría además su segundo ‘grand slam’ del año tras su histórico triunfo en Wimbledon precisamente contra Djokovic. Antes de salir a la pista, comentaba Alcaraz, con una llamativa y colorida camiseta sin mangas, que le encanta “la energía” de las “sesiones nocturnas” del Arthur Ashe Stadium.

Él conoce muy bien las proezas que pueden suceder cuando el sol se ha puesto en el recinto neoyorquino. Sin ir más lejos, ahí figura el inolvidable duelo de cuartos de final del año pasado ante el italiano Jannik Sinner (6) que se llevó Alcaraz tras más de cinco horas de batalla y que terminó casi a las tres de la madrugada. Pero los espectadores de esta noche se quedaron con la miel en los labios de ver en acción la magia del español a pleno rendimiento por la desdicha del tobillo de Koepfer.

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