Madrid, 27 jul (EFE).- Un equipo internacional de investigadores ha descubierto que el proceso creativo que durante milenios va adaptando una lengua y otorgando nuevos significados a las palabras es el mismo que el que utilizan los niños cuando aprenden a hablar su lengua en pocos años.
El hallazgo, que se publica este jueves en la revista Science, ha sido realizado por un equipo multidisciplinar de expertos en lingüística computacional, filosofía e informática de la Universidad Pompeu Fabra (UPF) y de la Universidad de Toronto.
Cuando necesitamos referirnos a un tipo de objeto o circunstancia nuevos, las personas tendemos a reciclar palabras, así, “ratón” puede ser un animal o una pieza del ordenador, “estrella” puede ser un astro o una celebridad y “viral” puede estar relacionado con un virus o ser algo que se transmite con rapidez.
Reciclar palabras es mucho más frecuente en todos los idiomas que inventar una nueva porque permite economizar recursos lingüísticos y cognitivos y expresar más con los mismos términos, explica a EFE la lingüista computacional, Gemma Boleda, de la UPF y la Institución Catalana de Investigación y Estudios Avanzados (ICREA),
Este proceso, que los autores del artículo denominan “creatividad léxica”, sucede en todas las lenguas y es un proceso constante que afecta a todos los hablantes de un idioma y que tiene lugar durante siglos o milenios.
Este fenómeno es parecido a otro completamente distinto que los lingüistas estudiaban de forma separada: el aprendizaje y los errores que cometen los niños al adquirir el lenguaje, un fenómeno que acaba cuando aprende a hablar.
Así, por ejemplo, un niño pequeño que quiere un globo puede usar “pelota” o “tota” (pelota) si no sabe la palabra “globo”, apunta la investigadora.
Tanto en el caso del “ratón” como el de la “pelota”, la base del emparejamiento de las palabras es su parecido visual (una pelota se parece a un globo y un ratón de ordenador es parecido al roedor).
Pero hay otros tipos de parecidos o similitudes: la taxonómica cuando las palabras se refieren a la misma categoría (ratón y, gato son animales); la asociativa (nube, lluvia, agua..…) y la afectiva (papá y mamá, dos palabras que muchos niños pequeños usan indistintamente).
BASES DE DATOS E INTELIGENCIA ARTIFICIAL
El equipo empleó grandes bases de datos de acceso público de más de 1.400 lenguas y con modelos computacionales las procesó para determinar el grado de similitud que tienen diferentes significados.
Hasta hace poco, este estudio no hubiera sido posible técnicamente, pero gracias al desarrollo de los sistemas de inteligencia artificial y tres bases de datos públicas, el equipo pudo entrenar un modelo estadístico que predice si una determinada palabra se puede reciclar para un nuevo significado determinado.
Los autores descubrieron entonces que si al modelo le proporcionaban un conjunto de datos sobre vocablos empleados por los niños y lo aplicaban sobre otro (de evolución de la lengua en adultos), el modelo predice los emparejamientos de significados en el segundo caso casi tan bien como en el primero, y viceversa.
Y eso pese a que las lenguas analizadas son tan dispares como el castellano, el catalán, el vasco, el gallego, el alemán, el francés, el portugués, el holandés, el danés o el noruego además del swahili, el árabe, el chino mandarín, el hindi o el coreano.
“El resultado obtenido ha sido muy consistente y muy robusto”, lo que sugiere que los idiomas comparten “una base cognitiva común”, es decir, que niños y adultos funcionan de la misma manera y usan su conocimiento del mundo y de los objetos que les rodean para nombrar cosas o situaciones nuevas basándose en su parecido con las que ya conocen, subraya Boleda.
El estudio ha relacionado dos fenómenos que se habían estudiado de manera separada (aprendizaje y evolución de las lenguas), un hallazgo que tendrá importantes implicaciones para la investigación del lenguaje y que, sumado a unas herramientas analíticas cada vez más potentes, permitirá identificar las causas que han configurado la diversidad lingüística de la humanidad a lo largo de la historia.
“Esta posible relación entre el aprendizaje de los individuos y la evolución de las lenguas sobre cómo se organiza el significado no se había demostrado y este estudio lo hace a gran escala y de manera generalizada”, destaca Thomas Brochhagen, autor principal del artículo e investigador de la UPF.
Pero “sobre todo servirá para entender cómo funciona el lenguaje, que es una facultad que es exclusiva de las personas y, por tanto, entender el lenguaje significa entender cómo funcionamos las personas”, concluye Boleda. EFE
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