Barcelona, 15 jul (EFE).- Francisco Ibañez, uno de los mejores creadores españoles de historietas o cómics, "padre" de personajes tan populares y queridos como Mortadelo y Filemón, ha fallecido esta mañana en Barcelona a los 87 años.
Así lo anunciado en su cuenta de Twitter Penguin España, que transmite "con enorme tristeza" la muerte del historietista, de quien ha resaltado su "lucidez y sentido del humor" y al que ha calificado como la "figura más importante del cómic español".
La editorial ha confirmado también que el próximo lunes a las 12:30 horas se hara una ceremonia "abierta al público" en el Tanatorio de Sancho de Ávila de Barcelona.
Ibáñez ha sido el autor español de cómic más reconocido nacional e internacionalmente, después de que el 20 de enero de 1958 publicara la primera historieta de Mortadelo y Filemón, en el número 1.394 de la revista Pulgarcito, de la editorial Bruguera.
Desde entonces ha publicado miles de historietas de los desastrosos agentes, primero en las revistas infantiles de Bruguera y posteriormente en álbumes de aventuras largas, un total de 220, con títulos como "El sulfato atómico", "Valor y...¡al toro!", "La máquina del cambiazo" o "Magín el Mago".
Los grandes acontecimientos del deporte a nivel mundial han sido también motivo recurrente de la aparición de sus aventuras, entre ellas "Mundial 78", "Moscú 80", "Mundial 82", "Los Ángeles 84" "Seúl 88" o "Barcelona 92", entre otros muchos títulos.
Nacido en Barcelona en 1936, Ibáñez fue creador de algunos de los personajes más célebres del tebeo español, ya que además de Mortadelo y Filemón, que muchos de los niños de hoy conocen gracias al cine, fue el padre de Rompetechos, Pepe Gotera y Otilio, de la comunidad de vecinos de la 13 Rue del Percebe o del botones Sacarino, profesión en la que el artista se inició en el mundo laboral.
En febrero del año pasado el Ayuntamiento de Barcelona decidió honrar a Francisco Ibáñez "por su incansable e intensa trayectoria creativa, como referente del mundo del humor y del cómic en nuestro país".
Aficionado a los cómics y el dibujo desde muy joven, Ibáñez cuenta con más de 100 millones de álbumes vendidos, lo que le sitúa como el humorista gráfico español más prolífico y reconocido.
Barcelona, 15 jul (EFE).- Francisco Ibáñez, fallecido este sábado a los 87 años, ha sido el más célebre y prolífico de los creadores españoles de historietas, "padre" de los personajes más populares del cómic hispano, los desastrosos detectives "Mortadelo y Filemón", cuyas aventuras ha dibujado sin interrupción desde 1958.
Otros famosos "hijos" del artista han sido el poco juicioso "botones Sacarino", el cegato "Rompetechos", los chapuceros "Pepe Gotera y Otilio" o los disparatados vecinos de "13, Rue del Percebe".
Francisco Ibáñez Talavera nació el 15 de marzo de 1936 en Barcelona, desde pequeño se aficionó a leer tebeos y con solo 11 años publicó su primer dibujo en una revista infantil, "Chicos".
Estudió Comercio y Peritaje Mercantil, y entre 1950 y 1957 trabajó en el Banco Español de Crédito, primero como botones -experiencia de la que nacería "Sacarino"- y después como ayudante de cartera y riesgos.
En esa época, de la que Ibáñez recuerda que sus jefes siempre le pillaban haciendo dibujitos, ya colaboraba en revistas como "El Chicolino", "La Risa" y "Alex", o en el suplemento dominical de "La Prensa", y en 1957 dejó el trabajo en el banco para dedicarse por completo a la historieta.
Entre 1957 y 1985 trabajó para Bruguera, la principal editora de cómics y del negocio del tebeo en España durante los años sesenta y setenta, en cuya revista "DDT" comenzó a difundir sus primeros chistes.
El 20 de enero de 1958 apareció en la revista "Pulgarcito" la primera historieta de Mortadelo y Filemón, su creación más emblemática, a los que dibujó en centenares de disparatadas aventuras y con los que ha completado 220 200 álbumes.
Influenciado por la escuela franco-belga, en 1969 publicó "El sulfato atómico", historieta larga en formato de álbum, con viñetas muy cuidadas y que marcó la apertura de Ibáñez al mercado extranjero.
Las viñetas de los agentes de la T.I.A. se lanzaron en publicaciones como "Mortadelo", embrión de la cadena de libros "Súper Mortadelo", "Extra de Mortadelo", "Especial Mortadelo", "Mortadelo Gigante", así como en las colecciones "Olé", "Súper Humor" o "Magos del Humor".
En 1985 Ibáñez dejó la editorial Bruguera, en desacuerdo por haberse quedado con los derechos de sus personajes, que reclamó por vía judicial, y fichó por Grijalbo, época en la que creó las series "Chicha, Tato y Clodoveo, de profesión sin empleo" y "7, Rebolling Street"
La ley de Propiedad Intelectual aprobada en 1987 facilitó a Ibáñez la recuperación de "Mortadelo y Filemón", que tras su salida de Bruguera habían dibujado otros autores, sin el éxito que le proporcionaban los guiones de su creador.
Ediciones B, que se hizo con todo el fondo editorial de Bruguera al quebrar esta editorial, llegó a un acuerdo con Ibáñez para que se hiciera cargo otra vez de los personajes que lo lanzaron a la fama, y desde 1989 se concentró en crear nuevos álbumes de Mortadelo, muchos de ellos relacionados con temas de la actualidad y con guiños a las modas y tendencias del momento.
"Mortadelo y Filemón" se convirtió además en el primer cómic digital español, tras la presentación oficial de su versión electrónica en 2002, durante las jornadas "Mundo Internet" que acogió en Madrid el Pabellón de Cristal de la Casa de Campo.
En 2005, con motivo del cuarto Centenario del "Quijote", Ibáñez lanzó un álbum a propósito del personaje cervantino: "Mortadelo de La Mancha" (Ediciones B), que alcanzó unas ventas superiores a los 50.000 ejemplares, en sólo mes y medio.
El peculiar humor de Ibáñez ha traspasado las fronteras españolas y, así, es uno de los autores de viñetas más leídos en Iberoamérica y toda Europa, principalmente Alemania, donde ha vendido millones de álbumes.
La televisión y el cine han llevado también a la pantalla algunos clásicos del dibujante.
Antena 3 TV estrenó una serie de dibujos animados con los "súper agentes" de la T.I.A. en 1995, cuando ambos también centraron una campaña de la Hacienda pública en los medios de comunicación.
En 2003, la película de Javier Fesser "La gran aventura de Mortadelo y Filemón", que protagonizaron Benito Pocino ("Mortadelo") y Pepe Viyuela ("Filemón"), obtuvo cinco Premios Goya de la Academia de Cine: dirección artística, efectos especiales, maquillaje y peluquería, montaje y dirección de producción.
Entre las distinciones de Ibáñez figuran el Gran Premio del Salón Internacional del Cómic de Barcelona a su trayectoria (1994), la Medalla de Oro de Bellas Artes (2002) y el Premio Oso a la labor de una vida del Salón Internacional del Cómic de Madrid ("Expocómic 2002").
En 2007 dibujó una nueva aventura de Mortadelo y Filemón dedicada al pívot español de la NBA Pau Gasol y que lleva por título "El Gas-oil", una trama en la que sus dos héroes se infiltran en la liga americana de baloncesto.
En 2012 presentó un nuevo álbum de Mortadelo y Filemón, "Londres 2012", con motivo del mundial de fútbol, y dos años después, en octubre de 2014, año en el que Fesser estrenó otra cinta de Mortadelo y Filemón, el Círculo de Bellas Artes de Madrid le dedicó otro homenaje con una exposición sobre toda su obra.
Los últimos álbumes de "Mortadelo y Filemón" se han centrado también a temas que enlazaban con la actualidad del momento, como "El Tesorero", "Río 2016", "Sueldecitos más bien bajitos...", "¡Elecciones!", "El Capo se escapa", “Tokio 2020”, "El Cambio Climático" o "Mundial 2022".
A finales del pasado mes de junio apareció el último de sus álbumes, "Mortadelo y Filemón. Mundial de Basquet 2023", el número 220 de la colección Magos del Humor, publicado por Bruguera, sello que en la actualidad pertenece al grupo Penguin Random House.
Barcelona, 15 jul (EFE).- Si algunos niños nacen con un pan bajo el brazo, Francisco Ibáñez llegó al mundo con un lápiz en la mano, un apéndice más de su cuerpo que tomó vida propia, creó personajes como "Mortadelo y Filemón", que ya forman parte de la cultura popular, y no permitió que su propietario se jubilara jamás.
Cuando con más de 80 años se le preguntaba a Ibáñez en qué momento dejaría de dibujar historietas, se limitaba a contestar que él no veía el día, porque no sabía hacer otra cosa, y dejaba la decisión en manos de su habilidosa extremidad: "Seguiré hasta que la mano diga: basta, se acabó", se sinceró a Efe en una ocasión.
Además a Ibáñez no le gustaba jugar a la petanca, o al tute, como a la mayoría de los jubilados, y si en alguna ocasión ya sentía el peso de los años y se planteaba por un momento colgar la camiseta, sus editores le quitaban enseguida la idea de la cabeza.
"A veces voy a la editorial y digo: 'Mira, estoy ya viejito. Que querría ya empezar a pensar en jubi...', y no me dejan ni acabar: 'Calla, loco'. Y planean este año, el que viene, el otro... A trabajar, a trabajar, a trabajar'", confesaba Ibáñez, que no tardaba en aceptar su destino: "¿Pero qué demonios hablo yo de jubilarme ni qué narices? ¿Qué voy a hacer yo entonces?", se acababa preguntando.
Y es que, con una trayectoria como dibujante de más de 65 años, en los que completó 220 álbumes de "Mortadelo y Filemón", además de centenares de historietas de "El botones Sacarino", "Pepe Gotera y Otilio", "Rompetechos" o "13, Rue del Percebe", trabajando a un ritmo vertiginoso, el incombustible Ibáñez batió todos los récords.
De ser un deportista, Ibáñez estaría sin duda a la altura de los 100 tantos en un partido del baloncestista Wilt Chamberlain o los 38.652 puntos en la NBA de Lebron James, de las 28 medallas olímpicas del nadador estadounidense Michael Phelps o de los 23 Grand Slam del tenista serbio Novak Djokovic.
Y es que la prolija producción de Francisco Ibáñez le seguía sorprendiendo a él mismo, lo que en una ocasión le llevó a exclamar, sin atisbo de exageración: "Para exponer todo lo que he hecho, se necesitaría la Gran Muralla de China y faltaría sitio".
En su caso, su longevidad le acarreó en los últimos tiempos algún pequeño problema para encontrar nuevas historias para sus personajes, pero, a grandes males, grandes remedios, e Ibáñez reveló una vez un método que le funcionaba y que bien podría haber sido aconsejado por el doctor Bacterio: "apretar la cabeza con un diccionario hasta que brota la idea".
Una de las claves del eterno éxito de Ibáñez fue la de mantenerse fiel a su peculiar estilo de hacer humor, apoyándose en unos personajes desastrosos en situaciones disparatadas que sufren por ello constantemente todo tipo de golpes y porrazos, aunque sus consecuencias apenas perduran una o dos viñetas.
Nunca pretendió Ibáñez hacer crítica social a través de sus historietas, y si alguna vez, como en los álbumes "El Tesorero" o "¡Elecciones!, dirigió alguna puya a los partidos políticos y a los casos de corrupción, fue más por ser temas de actualidad que por voluntad de entrar en disquisiciones partidistas.
Como dibujante, Ibáñez siempre se vio a sí mismo "regularcillo, tirando a malo" mientras se consideraba "no una maravilla, pero bastante bueno" como historietista, pues, sostenía, si "Mortadelo y Filemón" se han mantenido durante 65 años era "porque el guión acompañaba".
El padre de "Mortadelo y Filemón" nunca se opuso a que, cuando él faltara, sus aventuras pudieran tener continuidad de la mano de otros guionistas y dibujantes.
"Yo no soy como aquel hindú que dice, 'Cuando muera, la viuda a la hoguera conmigo'. No, cuando muera, la pareja que continúe'", afirmaba Ibáñez al asegurar que en España "hay muchos dibujantes que hacen maravillas y que saben dibujar mejor que yo", por lo que en su opinión podrían continuar también su trabajo.
Hèctor Mariñosa