¿Podría la inteligencia artificial sustituir a los músicos?

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Javier Herrero

Madrid, 1  jul. El miedo a que la inteligencia artificial (IA) desplace al ser humano como motor creativo, también en el ámbito musical, convive hoy por hoy con hallazgos y proezas que esta tecnología ha permitido alcanzar "con el músico en el centro del proceso", como subrayan expertos consultados por EFE.

Lo que hasta hace solo unos meses parecía ciencia ficción, como la posibilidad de generar canciones completas a partir de unas pocas instrucciones o conseguir reproducir el timbre y la forma de interpretar de un cantante concreto para poner su voz a un tema ajeno (que Mariah Carey cante un tema de su "competencia" Janet Jackson por citar uno caso viralizado), ya es una realidad.

"Es ciertamente posible llevar a cabo tareas de composición completas de forma autónoma sin intervención humana, más allá de quizás un pie como arranque", ratifican Mark d'Inverno, músico de jazz y profesor de Ciencias de la Computación en la Universidad Goldsmiths de Londres, y su compañero en ese departamento Matthew Yee-King.

Señalan que eso puede percibirse de forma más inmediata en el ámbito de la publicidad, donde empieza a ser un hábito del pasado acudir a una librería musical para escoger un fondo para una campaña y retribuir al creador de la pieza elegida por sus derechos editoriales. "Eso ya está pasando", cuentan.

Son aplicaciones de esta tecnología que han entrado en un farragoso terreno legal sobre derechos pero, en paralelo, también han surgido iniciativas como la apadrinada en Madrid por el afamado productor y compositor Gustavo Santaolalla al rescate de instrumentos en peligro de extinción "y escapar de los sonidos convencionales" a los que se puede habituar el "mainstream".

"También en nuestro caso todos nuestros esfuerzos como científicos van dirigidos a mejorar las capacidades del ser humano, de su creatividad, no a sustituirlo", subrayan, antes de recordar que "si pensamos en la música como una experiencia humana, eso nos obliga a pensar en la IA como un apoyo a esa experiencia de tocar y escuchar" y, por tanto, incluso obliga a constatar cuándo es una inteligencia artificial la que ejecuta una interpretación.

Ponen como ejemplo un tipo de tecnología creada por ellos que permite tocar el bajo en el piano e incorporar al mismo sus acordes, dejando una mano completamente libre. "Así yo podía ser mi propia orquesta, sin problemas éticos, porque era yo el que generaba todo el contenido", subraya d'Inverno.

A la hora de crear, las aplicaciones que existen actualmente registran instrucciones del tipo: "Escríbeme algo de música que empiece lento y sea emocionante pero triste en el medio". "Pero el resultado es una cosa de un solo sentido, porque no aprende de eso. Es completamente diferente desde un punto de vista técnico y físico de cómo los humanos escriben música", explican sobre las diferencias entre la innovación artificial y el llamado "genio" humano.

Desde ese punto de vista de experiencia colectiva y o compartida, ponen en duda que estas herramientas, que básicamente buscan patrones en lo que ya ha alumbrado el ser humano, sean capaces de generar nuevos géneros de moda.

"Sería una cuestión sociológica más bien, porque ¿cómo surgen nuevos estilos? Una IA puede revisar todos los patrones y generar uno ligeramente diferente a los demás, algo que es objetivamente diferente. Pero ¿cómo se convierte eso en una nueva escena musical? No existe tal cosa si no hay gente que se acerque y se interese por ella para cultivar su sentimiento de pertenencia", apuntan.

También destacan el valor especial que aporta una interpretación humana. "Si pensamos la música como experiencia humana, encarnada en la que aporto de mí mismo a mi forma de tocar, mi conocimiento musical y mi psicología interna, mi estado emocional, mi historia, entonces el sentir de una audiencia ante un humano haciendo música y una máquina no podrían ser más diferentes", añaden como otro factor a tener en cuenta.

Uno de los casos recientes más llamativos sobre las proezas logradas por la IA es el proclamado "disco final" de los Beatles, un trabajo que permanecía inacabado porque en su momento no era del gusto de todo el cuarteto y que gracias a la IA y bajo la supervisión del mismísimo Paul McCartney, se ha concluido tras "sacar" la voz del fallecido John Lennon de una antigua demo.

"Teníamos la voz de John y un piano y podía separarlos con IA. Le dicen a la máquina: 'Esa es la voz. Esta es una guitarra. Saca la guitarra", explicó el británico, tras admitir no obstante que existen otras aplicaciones de esta tecnología que suponen un motivo de preocupación. "Da un poco de miedo pero es emocionante, porque es el futuro. Tendremos que ver a dónde nos lleva", dijo. EFE

jhv/ltm

(Recursos de archivo en www.lafototeca.com cód: 21422266, 21422282 y otros)

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