Las intimidades de los Windsor al descubierto: el libro con testimonios de trabajadores de la Familia Real Británica

Una de las cuestiones que más suscita interés en torno a las monarquías europeas es el hecho de conocer con todo lujo de detalles cómo es su día a día dentro de Palacio. Sin embargo, los trabajadores, sirvientes y agregados tienen una premisa esencial en su contrato con la institución y es el “voto de silencio”. Incumplir este requisito trae consigo consecuencias directas sobre la relación contractual. Es por ello que, cuando un extrabajador de Casa Real rompe con este principio de discreción y revela al mundo información inédita de sus vidas, provoca que estas intimidades sean consideradas como un bien preciado.

Es lo que ha ocurrido con los Windsor, quienes cada cierto tiempo se sitúan en el centro de los focos debido a las declaraciones de personas que en algún tiempo ha trabajado en Palacio.

El próximo 18 de febrero saldrá a la luz en Reino Unido el libro Sí, señora. La vida secreta de los sirvientes reales, escrito por Tom Quinn, donde se relata algunas de las incendiarias anécdotas de los extrabajadores de la Casa Real Británica. Pese a que aún quedan algunos días para que el ejemplar salga a la venta, lo cierto es que su adelanto ya ha acaparado todos los focos.

El libro alberga los testimonios anónimos de decenas de extrabajadores de la institución monárquica inglesa durante las últimas dos décadas. Así, algunos de los episodios que relatan dibujan la verdadera personalidad de los miembros de la Familia Real Británica cuando nadie los ve.

De acuerdo con uno de los testimonios que se recoge en el libro, Kate Middleton lidia, a menudo, con el el “caprichoso carácter” de su marido, el príncipe Guillermo. Según Tom Quinn, es habitual que el primogénito del rey Carlos III tenga berrinches, lo que ha llevado a la princesa de Gales a tener que aprender a lidiar con ellos. El autor del ejemplar va más allá y asegura que se trata de una actitud que mucho tiene que ver con el monarca y, para ello, trae el presente el día que este se enfadó con un sirviente después de mancharse con tinta al intentar firmar un documento en las fechas previas a su coronación.

“No sé qué sería de Guillermo sin Kate”, recoge el libro, añadiendo que “a ella no le han dado todo hecho en la vida, así que sabe manejar la situación cuando el príncipe se enrabieta”. Pero, por si fuera poco, el retrato del heredero al trono británico se complementa con las supuestas afirmaciones de la exduquesa de Cambridge, quien habría dicho que “a veces hay que tratarlo como a un cuarto hijo”.

Según Quinn, esto solo es un pequeño detalle que nos hace ver la magnitud de los privilegios que esta gente ha tenido a lo largo de toda su vida y lo desconectados de la realidad que viven. Otros de los momentos que abarca Sí, señora. La vida secreta de los sirvientes reales es la llegada de Meghan Markle a la familia. Según el libro, la boda de la actriz con el príncipe Harry se dio porque él era “el sobrante” que pasaba por el altar con una estadounidense afrodescendiente. “Jamás lo habrían permitido si el novio fuera el Príncipe Guillermo”, aseguran los testimonios recogidos en el ejemplar.

De su llegada a la institución señalan cómo los demás miembros de la familia se mostraban a menudo incómodos y horrorizados ante la excesiva efusividad de sus saludos. “Los abrazos y los besos en las mejillas alimentaron los cotilleos entre el personal de Palacio, contaban que Meghan estaba coqueteando con Guillermo, lo que obviamente no era así, pero la atmósfera tensa causada por todo esto hizo más grande la separación entre los hermanos", afirman los testimonios anónimos a Tom Quinn.

El autor llega a afirmar que, aunque ahora lo disimulen mejor, “siguen siendo tan snobs como siempre”. En esta línea, recuerda el momento en el que el príncipe Andrés sintió arcadas por el lunar en la cara de un plebeyo durante una recepción real. Por último, otros de los detalles que abarca el ejemplar es la relación de la reina Camila con los hijos de su marido, de quienes se asegura que la llamaban “la bruja del oeste” o “lady Macbeth”, un personaje de Shakespeare cuya principal cualidad es la de ser lo que vulgarmente se conoce como “una trepa”.